Estuve en los actos que la iniciativa
“Iglesia por el Trabajo Decente”- HOAC y Cáritas diocesana- organizaron en
Cádiz capital. La jornada comenzó con una concentración en la plaza de la
catedral. Allí pude encontrarme con los compañeros de la HOAC, amigos y amigas
que realizan su compromiso con el mundo obrero en parroquias, Cáritas y obras
sociales y cívicas. Para mí fue un momento gozoso poder participar en la
iniciativa con compañeros y compañeras con los que he compartido y comparto preocupaciones
por la situación de las personas del Trabajo.
Después de abrazarnos y preguntar por nuestras
vidas. Eugenio Díaz, consiliario de la HOAC (Hermandad Obrera de la Acción
Católica) la JOC (Juventud Obrera Cristiana) y director diocesano de la
Pastoral Obrera, presentó el acto destacando su significación en el momento
presente. A continuación, Eduardo Soto, militante de la HOAC y responsable de
organización, leyó el manifiesto: “Sin compromiso no hay trabajo decente”, en
el marco de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente que este año ha fijado un
objetivo fundamental “celebrar y reivindicar el trabajo como derecho y
actividad para el cuidado de las personas, del bien común y del planeta”.
En el manifiesto se valoran los “últimos
avances en el mundo del trabajo, fruto de la negociación y el acuerdo social”.
Se ha abierto una senda positiva para el reconocimiento y respeto de los derechos
sociales y laborales de los hombres y mujeres del mundo obrero; no obstante, las
organizaciones convocantes consideran que queda mucho por hacer, y en esta
tarea hemos de estar implicados y complicados no solo el mundo cristiano, sino
también el resto de la sociedad, y se dirigen expresamente a “quienes somos
sensibles a estas situaciones” y queremos que se dé un “empleo de calidad”.
Entre las lagunas que cita el manifiesto
destaco la cantidad ingente de personas en el desempleo, a las que se niega el
derecho al trabajo como consecuencia del alto paro estructural existente. Se da
al mismo tiempo una situación de trabajo precario, que afecta en general a
todas las personas en edad de trabajar, pero principalmente a las mujeres y
jóvenes. En palabras del papa Francisco muchas personas se ven descartadas y
excluidas, por lo que demanda se atiendan las causas que provoca esta “tragedia
tan extendida”.
En el documento se dan, además pistas
y propuestas para hacer frente a estas lacras laborales y sociales como
trabajar para la creación de empleo, vigilar y regular las condiciones
laborales por parte del Gobierno y los agentes sociales, hacer emerger a la
economía formal los cuidados y transformarlos en trabajo decente y apoyar la iniciativa legislativa popular que
regule ya la situación humana y laboral de medio millón de migrantes que
carecen de la documentación necesaria para desarrollar una vida y un trabajo
dignos
Las organizaciones convocantes en el
Estado y a nivel mundial resaltan, además, que “el trabajo es para la vida, no
para la muerte”, en medio del escándalo que supone los continuos accidentes
laborales, que hacen perder la vida a miles de personas en España y millones en
el mundo. Piden, finalmente,” que esta toma de conciencia se vaya convirtiendo
en compromiso diario por el trabajo decente”.
Terminada la lectura del manifiesto,
los asistentes a la concentración nos dirigimos a la iglesia de San Lorenzo
donde se celebró una eucaristía presidida por el consiliario Eugenio Díaz y
concelebrada con los sacerdotes de la citada parroquia. En la homilía, Eugenio
recordó los objetivos de la Jornada y los insertó en el seguimiento de Jesús y
su Evangelio, recordando que “sin compromiso no hay trabajo”.
Fue, como dije al principio de esta
breve crónica, una jornada gozosa, celebrativa y reivindicativa; una
oportunidad para el reencuentro con mis amigos y amigas, hermanos en la fe, y
una ocasión para reforzar mi compromiso con el mundo obrero y del trabajo.
Francisco
González Álvarez.
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