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miércoles, 31 de marzo de 2021

DENUNCIAS PARA NO SER CÓMPLICE.

 

DENUNCIAS PARA NO SER CÓMPLICES.

DENUNCIO que 30.000 personas murieron en las residencias de mayores desde que comenzó la pandemia, sin que, en numerosos casos de flagrante abandono, la justicia los haya tomado en consideración, a pesar de las denuncias de particulares y colectivos de familias afectadas.
DENUNCIO los constantes atentados contra seguidores cristianos y de otras confesiones religiosas, perpetrados por islamistas radicales , como el ocurrido hoy, domingo de Ramos, en la puerta de una catedral católica en Indonesia, sin que cristianos, laicos, movimientos sociales, políticos y organizaciones no gubernamentales, salvo honrosas excepciones en todas estas personas y colectivos ,manifiesten su repulsa por estos actos sangrientos y deleznables.
DENUNCIO la situación laboral, social y económica en que se encuentran las empleadas de hogar y de hoteles (kellys), que son sometidas a duras condiciones de trabajo- jornadas interminables de actividad laboral, salarios de miseria, invisibilidad y marginación según circunstancias familiares-. El próximo martes , día 30 es el día en que se reivindican mejores condiciones laborales y sociales para estos colectivos.
Sé que la denuncia desde este medio como es Facebook vale para bien poco, porque esta red limita la extensión de los mensajes y las publicaciones, pero ahí queda mi denuncia, porque las injusticias no se deben callar ni ocultar; en caso contrario, nos convertimos en cómplices de las mismas.
Antonio Crespo, Juan Cejudo y 12 personas más
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JESÚS Y JUDAS: EL DRAMA DE UNA TRAICIÓN.

   JESÚS Y JUDAS: EL DRAMA DE UNA TRAICIÓN.


          La figura central del Evangelio es siempre Jesús, pero en determinados pasajes hay personajes que cobran protagonismo. Son los casos del evangelio de Juan 13, 21-33, 36-38, sobre el que reflexionamos ayer, y el de Mateo 26, 14-25, leído hoy. El protagonista que destaca en estos textos es Judas. cuyo comportamiento fue el detonante para finalizar un proceso de persecución y muerte a su Maestro. Jesús sabía que uno de sus discípulos lo iba a entregar y así lo anuncia en los dos evangelios citados: "Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar". Tuvo que sentir una gran amargura al saber que uno de sus amigos, que había compartido muchas horas de misión itinerante, de palabras y consejos y que, incluso, había comido de su mismo plato lo iba a entregar a sus enemigos.


Jesús revela el nombre del hermano traidor en la cena de despedida, porque tenía la profunda convicción de que su destino iba a ser la muerte, después de una cadena de enfrentamientos con los sacerdotes, letrados, ancianos y fariseos. Su reacción es "progresivamente agresiva en contra de las autoridades", cuyo poder y abuso no se cansa de denunciar (Cuadernos JC, 154,2008). Las autoridades también reaccionaron progresivamente, acusándole de comilón, borracho, amigo de publicanos y pecadores (Mt, 11.19); mago y endemoniado (Mc 3, 22-30); samaritano y loco( Jn 8, 48-49); perturbado mental (Mc 3,21), embaucador ( Mt 27,63), blasfemo (Mc 2,7; Mt26, 656-66), agitador político (Lc 23, 2-5), subversivo político ( Jn, 19, 12) y contado entre los delincuentes (Lc 22,37). Todos estos agravios representaban dos cosas: 1) Que Jesús tenía las horas contadas, porque su muerte era una muerte anunciada, ya que según los expertos se la había buscado por amor a la justicia del Reino de Dios, y 2) los mensajes de Jesús, sin ir directamente contra el orden constituido, subvertían ese orden, al poner a los pobres en el centro de las preocupaciones del Reino de Dios, frente a los poderes del estado teocrático judío, y ponían en entredicho muchas normas inútiles y gratuitas tendentes a asegurar la autoridad de los grupos dominantes de Israel.


En medio de este oscuro panorama de amenazas y conflictos, Jesús celebra su cena de despedida y da carta blanca a Judas a fin de que culmine su traición, el medio de que se valieron las autoridades para, desde dentro del grupo de discípulos de Jesús, pactar su entrega de forma silenciosa a fin de evitar posibles revueltas. Lo más penoso de gesto de Judas no es solo la traición sino el motivo de ella: el dinero. Hasta hace poco, la crítica creía que el móvil de Judas era de carácter político, pero eso ha sido difícil de comprobar; en cambio, el evangelio de Mateo 26 es muy claro respecto a la proposición del traidor a los sumos sacerdotes: "¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego?" Por supuesto que hablaba de dinero.


Hoy, sabemos que el dinero mueve el mundo; que los poderosos no ceden un ápice para que los pobres y necesitados vivan mejor, porque la codicia está acuñada en el impulso vital de muchos corazones y Judas no fue menos.

jueves, 11 de marzo de 2021

DESDE MI VENTANA: UNA HUMILDE MACETA Y LA INCONSISTENCIA DE LA VIDA.



              

DESDE MI VENTANA:

UNA HUMILDE MACETA Y LA INCONSISTENCIA DE LA VIDA.

Por detrás de la ventana, desde la que veo a mi amiga la palmera, Toñi ha puesto una pequeña, coqueta y humilde maceta para que respire el aire algo más puro de la calle.

La maceta, objeto de mi atención, en esta mañana, está coronada por seis flores blancas y delicadas, que emergen de un intrincado conjunto de ramas y hojas verdes. Permanece estática, con un leve movimiento de algunas de sus hojas, mecidas por el viento que la rendija de la ventana medio abierta reduce a una mínima expresión. En el exterior, el movimiento de la bella cabellera de mi palmera me hace ver que el viento tiene una mayor intensidad que en la ventana, donde parece acariciar las hojas y flores de la maceta.

Mi alegría al ver la belleza de las flores hermosamente blancas se torna en tristeza, cuando observo que otras se han marchitado y definitivamente se han cerrado sobre sí. Han perdido la suavidad característica de sus pétalos y han tomado el color marrón peculiar de la muerte en estos seres. La observación de esta inapelable realidad me recuerda la inconsistencia de la vida humana y la temporalidad vital de todos los seres vivos.

Esta caducidad casi imperceptible en seres tan hermosos y a la vez insignificantes como las flores y las plantas, que nos parece lo más normal del mundo, aunque hoy no me pase desapercibida, quizá, por encontrarme en un más profundo estado de conciencia que en otros días, es también una característica propia de los seres humanos que se materializa en la muerte.

Desde este estado de ánimo, mi espíritu me lleva allá lejos, al hospital, donde un amigo se debate entre la vida y la muerte. En esos momentos de debilidad física y mental, se manifiesta con toda su crudeza, la fragilidad del ser humano.

Es posible que si pensáramos ese final que a todos nos espera seríamos más pacíficos, justos y misericordiosos con nuestros semejantes y con la Naturaleza que nos acoge, comenzando por quienes más necesitan el pan, el trabajo, la vivienda, el acompañamiento y, por supuesto, de nuestro amor desinteresado. Estos comportamientos bondadosos y justos nos permitirían construir una vida más armoniosa, en paz con los demás, aunque necesitemos de un esfuerzo continuado, no siempre exitoso; de una lucha por crear ambientes de justicia social, ecológica y de “caridad activa”, que nos hagan tener presente los rostros de las víctimas de los desmanes, causados en nuestro mundo por sus mismos habitantes, sin cuya presencia no puede haber justicia ni caridad que valga.

Es cierto que la existencia esta jalonada de éxitos y fracasos, de alegrías y tristezas y de luces y sombras, pero si nos afanáramos en la realización de los ideales aquí descritos seríamos más felices, dormiríamos más tranquilos, conscientes de que

 vivimos   el acuerdo de nuestros comportamientos éticos con lo que nos dicta la conciencia; y en el momento final de nuestra vida, nos despediríamos, al menos, en medio de ese momento trascendental y, muchas veces trágico, con la satisfacción del deber cumplido.

Cuando me retiro de la ventana, aún me da la calidez del sol en mis manos que se mueven una y otra vez sobre el teclado del ordenador. El viento se ha calmado y mi palmera y la maceta permanecen tranquilas en este momento presente que les ha tocado vivir. Una sensación de nostalgia, tristeza, envuelta en  inesperados y esperanzados pensamientos, recorre mi mente.