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jueves, 4 de diciembre de 2008

EVANGELIO, EXPERIENCIA Y COMPROMISO

EVANGELIO, EXPERIENCIA Y COMPROMISO
(MADRID)

1. EVANGELIO, EXPERIENCIA Y COMPROMISO:
Me gustaría que mi reflexión girara en torno a tres objetivos que considero importantes:
1. Que ella misma fuese un grito de atención “ “ en nombre de los sin voz, de las víctimas del sistema, de los que sufren a nuestro alrededor y nos piden alternativas.
2. La invitación a cualificar nuestro compromiso desde el Evangelio, la Doctrina Social de la Iglesia y las ciencias sociales, como principios de llegada, criterios de análisis y conocimientos para comprender nuestra realidad.
3. La necesidad de que entre nosotros y en nuestras comunidades intensifiquemos el espíritu crítico ante la información que recibimos desde los diferentes medios, mediante la valoración de las distintas fuentes de información, el discernimiento cristiano y el conocimiento social y científico.

No obstante, este deseo de ser objetivo, de no dejarme llevar por sentimientos y vivencias muy personales, no me evita encontrarme con mi propia experiencia de laico, esposo y padre, distinta a la de ustedes, pero experiencia que coincide con las suyas en el sentido de que somos todos cristianas y cristiano, seguidores de Jesús y miembros activos de la Iglesia Católica. Por tanto, voy a seguir en esta primera parte de mi exposición algo del itinerario de mi compromiso evangélico como militante en el campo sociopolítico, no como oferta para darse de alta en esta o aquella organización, sino con el propósito de dar nuevas pistas de actuación que enriquezcan el compromiso de mis oyentes, todas ellas mujeres comprometidas en los distintos campos del apostolado y el compromiso.
1. El mundo obrero: un difícil camino de evangelización. La senda hacia la pobreza.
Es ésta una afirmación nada gratuita, pues basta realizar un análisis somero de la realidad del mundo del trabajo para cerciorarse de las dificultades de diversa índole que padece este importante sector de la población. La propia experiencia de cómo viven familiares, amigos y vecinos es otra fuente de información del modo en que las condiciones de desigualdad y precariedad atenazan a tantas familias de nuestros barrios y ciudades. Hasta el momento y a la espera de la nueva reforma laboral que se prepara, se están eliminando progresivamente puestos de trabajo fijos y con derechos, que están siendo sustituidos por empleos precarios mediante la contratación y la conversión de trabajadores en autónomos a la fuerza bajo contratos mercantiles en vez de laborales, tanto en las empresas privadas como en el sector público. En este último resulta escandaloso el sistema de” bolsas”, al que son sometidos cientos de candidatos, que han de superar pruebas reñidísimas, no tanto por los insulsos conocimientos que se exigen, sino por el desfase en la relación entre los numerosos candidatos que se presentan a los exámenes y el reducido número de plazas que se ofertan. Pero, ni siquiera la superación de la prueba y la toma de posesión en la plaza ganada asegurara definitivamente el puesto de trabajo, ya que terminado el período laboral fijado, el nuevo trabajador puede ir a la calle, viéndose obligado a entrar de nuevo en el carrusel de las pruebas para probar suerte. Todo un proceso de cambio producido por la amenaza del desempleo y el paro laboral, realidades estructurales que se extienden a los sectores de la producción en su totalidad. Los expedientes de regulación de empleo y prejubilaciones dejan en el paro a personas que llevan toda la vida trabajando.
Mientras, los que aún trabajan pueden encontrarse hasta con 17 tipos de contrataciones en precario, contratos “basura, incumplimientos de contratos y convenios, unos horarios que por flexibles resultan demenciales, con jornadas de 9 y 10 horas y traslados por motivos laborales ¿Cómo atender así la familia, descansar o formarse? En medio de esta dinámica de despropósitos, apenas si tienen tiempo los trabajadores y trabajadoras para prepararse en sus tareas laborales, con la consiguiente disminución del rendimiento laboral, la falta de eficacia en el servicio y aumento de la siniestralidad laboral, aunque en el origen de esta lacra se den también otras causas.
Este panorama no se constituye por causalidad, sino que es la suma de un conjunto de nefastas incidencias derivadas de un sistema también nefasto como denominó Pablo VI al sistema capitalista, hoy en su versión neoliberal. Su malignidad no reside sólo en los efectos socioeconómicos que sufren los trabajadores y trabajadoras, sino en su capacidad para desarticular acciones comunes en defensa de derechos por miedo o resignación de los empleados, en la pérdida de valores que supone el individualismo, el consumo desmedido y la competitividad, enemigos declarados de la solidaridad..
No podemos decir para tranquilidad de quienes me escuchan que tales problemas materiales, sociales y morales queden ahí, sujetos en sus consecuencias más o menos inmediatas, porque la precariedad, la temporalidad, el paro, la economía sumergida, las malas condiciones de trabajo, la subcontratación, etc., provocan desestructuración personal y familiar, problemas de alcohol, drogas, prostitución, delincuencia y aislamiento social, entre otros indeseables efectos. Quizás, nos podrá parecer exagerada esta descripción de deficiencias en nuestra sociedad, pero, si es así, ¿a qué responde nuestra inquietud y preocupación cuando en el barrio en que vivimos o visitamos advertimos las señales de deterioro urbano por falta de servicios públicos, infraestructuras, congestión de familias viviendo en espacios limitados y carencia de espacios culturales y de ocio. La mayoría de estos barrios a los que nos referimos son obreros que han perdido su cultura más genuina, el planteamiento de proyectos vecinales concretos, que están adheridos al consumismo, que padecen una acusada falta de habilidades sociales, que sufren o provocan, en ocasiones, la violencia y acusan en sus niños y jóvenes cifras alarmantes de absentismo y retraso escolar. . No es extraño, por tanto, que en los jardines de nuestras poblaciones, en los bancos de las plazas o en las puertas de las entidades bancarias, veamos, cada vez a más mendigos que pasan el día o duermen en tales lugares, como mudas víctimas del egoísmo humano y de un sistema competitivo que arroja a la cuneta al que no es capaz de integrarse en la sociedad. Sin embargo, junto a este panorama de desequilibrio laboral y social, podemos ver a no a muchos metros más allá a grupos de personas que comen opíparamente en un restaurante, se desplazan en automóviles caros o de lujo, celebran por todo lo alto la Primera Comunión de sus chicos, aunque para ello hayan tenido que entramparse hasta las cejas para cubrir el expediente de la celebración. Y estos son el tipo de personas que viven de su salario y van tirando como pueden. Qué decir, por tanto, de esa otra nueva clase económica que se ha instalado en el país, que vive de la especulación inmobiliaria y financiera, de la explotación laboral a nativos e inmigrantes, el tráfico de drogas, la extorsión y la depredación de fondos públicos en ayuntamientos y en otras instituciones públicas. Con esta crítica veraz y contundente, no queremos negar algunas evidencias: 1º) Que hay personas honradas de todo estado y condición, que trabajan en nuestra sociedad con ejemplaridad, pagan puntualmente sus impuestos y cumplen rigurosamente con sus obligaciones ciudadanas. 3º) Que estamos ante un mundo obrero cada vez más fragmentado en subclases y sectores debido a los múltiples problemas que le aquejan y a las divisiones que crea el sistema capitalista 2º) Que este oscuro e incierto “paisaje” dibujado aquí no pretende ocultar los innegables avances económicos, sociales, políticos y culturales de nuestra sociedad democrática

1. La situación de desigualdad que padece la mujer en el trabajo y en la sociedad.
Me ha parecido importante introducir también este problema por el papel que la mujer desempeña en estos momentos en la sociedad como parte muy dinámica de la misma, tanto en el seno de la actividad laboral como en sus reivindicaciones sociales. Así cualquier proyecto social, económico o evangélico que queramos llevar cabo ha de tener muy en cuenta la dignidad y la situación de la mujer en los distintos ámbitos de la vida.
No obstante, esta percepción sobre la importancia de la problemática de la mujer aparece desfigurada por los estereotipos que contra las mujeres provocan discriminación en el acceso laboral y promoción profesional. Los varones siguen ocupando los puestos de responsabilidad en empresas y organismo y cuando una mujer accede a un puesto de dirección ha de demostrar más sus capacidades y actitudes por el hecho de serlo. Suelen tener dificultades para encontrar un empleo si están embrazadas o si son madres de niños pequeños. Entre las más jóvenes las hay que, por haber abandonado pronto la escuela y carecer de una formación adecuada, aceptan sumisas el desempeño de actividades laborales mal remuneradas; otras lo hacen obligadas por sus incipientes cargas familiares como madres solteras separadas o esposas y compañeras de varones en paro, al ser ellas las que propician la única entrada de dinero en el hogar. La situación de estas mujeres del mundo obrero se agrava porque los Estatutos y Leyes laborales no se cumplen en relación con sus derechos. Las empleadas de hogar son víctimas de la economía sumergida y no reciben una pensión en caso de accidentes y enfermedad. Es muy difícil que consigan un subsidio de empleo o pensión de jubilación sin tener que superar determinados obstáculos. Finalmente, a las que se les reconoce el derecho a la jubilación se las retribuye con pensiones de mucha menor cuantía que a sus compañeros varones, tal es el caso de limpiadoras, trabajadoras de mantenimiento y otros servicios.
No menos sensibilizadas están las mujeres a la doble jornada laboral que vienen padeciendo muchas de ellas por tener que compaginar las faenas de la casa, la atención y cuidado de los hijos con las obligaciones en el trabajo. Son víctimas de un sistema productivo que tiene muy poco en cuenta a la familia y de un régimen doméstico que le exige la jornada completa, porque los miembros de la unidad familiar no comparten con sus mujeres tantas obligaciones como se crean día a día en el seno de la vida doméstica, así, por destacar quizás lo más significativo, cada vez más mujeres se encargan de atender a los familiares enfermos y ancianos. Se reproducen de esta manera pautas culturales indeseables que desvaloran el trabajo de la mujer dentro y fuera de casa, que hace creer a numerosos varones que ella está al servicio de sus familiares sin compensación alguna en la colaboración necesaria entre todos para llevar adelante la vida familiar; que le piden resignación y entrega hasta niveles de condicionamiento y desconsideración afectiva inconcebibles, desembocando muchas veces en violencia doméstica o más concretamente en la violencia de género, que tanto hace sufrir a las mujeres y provoca la muerte de tantas mujeres. Cuando se prepara esta ponencia las estadísticas elevan 40 el número de asesinadas a manos de varones. De este dolor y de la muerte tampoco se libran los hijos, acompañantes de sus madres en tan macabro viaje.
Como otras lacras, la pobreza aumenta sin parar entre las mujeres, principalmente en los Países del Sur, pero, en nuestro mundo rico también son significativos los índices de pobreza que les afecta. Tal es su incremento que los sociólogos llaman a este fenómeno la feminización de la pobreza. Sus secuelas, enfermedades físicas y psíquicas, deterioro de la salud reproductiva, inciden negativamente en su rendimiento en la vida familiar y en el trabajo. La falta de reconocimiento de las enfermedades profesionales completan este amargo cuadro, angustiando visiblemente a las trabajadoras.
Como en el apartado anterior, no queremos dejar de reconocer la lucha de las mujeres por su promoción y liberación de trabas en los distintos ámbitos de la vida, el progresivo reconocimiento de su importante papel social y las iniciativas gubernamentales propiciando leyes a favor de sus derechos: valoramos la aprobación en el Parlamento de la recientemente promulgada Ley contra la violencia de género y otros proyectos.
.3. Sin justicia no puede haber paz: breve análisis de los problemas de la violencia y la pobreza.
Podríamos decir que la Paz y la Justicia se besan, mientras que la violencia y la pobreza son la otra cara de la moneda en negativo de nuestra realidad. Desgraciadamente, en muchas partes del mundo se da más este binomio en negativo que el beso fecundo de la paz y la justicia. Lo sorprendente es que en esta zona del mundo que nos ha tocado vivir, ensangrentada por guerras civiles y mundiales no hace mucho, en las décadas de los treinta y los cuarenta, nos hemos acostumbrado vivir con noticias de crueles asesinatos, enfrentamientos armados, actos de genocidio y guerras interminables. En los últimos años hemos visto con toda suerte de detalles en nuestras pantallas de televisión algunas de estas guerras: la primera guerra del Golfo, las de la ex -Yugoslavia, las guerras de Afganistán e Irak, como si fueran verdaderos espectáculos en los que mueren miles de personas inocentes por los terribles efectos de todo tipo de bombas. La guerra de Irak y los atentados del 11-M estuvieron rodeados de disputas políticas, posiblemente sin ir al fondo de los problemas que habían creado estos bárbaros episodios y ante el estupor de los familiares de la víctimas en el caso de los atentados del 11-M y los ciudadanos, hombres y mujeres que salieron a la calle para protestar por una falsa guerra preventiva en su naturaleza y en sus causas, tras la que se vislumbraban los intereses de las naciones ocupantes y el fuerte olor a petróleo que los acompañaban. Me atrevo a decir al hilo de los juicios anteriores, que en estos últimos meses hemos asistido a una ceremonia de confusión, con la que algunos políticos han querido marear la perdiz para valorar como buena una guerra que todavía no ha terminado, que ha dejado al país en peor situación que antes y al área geográfica en que se ubica en un estado de inestabilidad alarmante. Creo que no debo extenderme más en estos pormenores de todos conocidos por las continuas polémicas en los medios de comunicación entre políticos de uno y otro signo, pero sí me gustaría puntualizar tres cosas que necesitamos para ahondar en las causas profundas de las guerras: la primera, que detrás de toda guerra hay un interés económico. La segunda, que las informaciones interesadas y construidas de una guerra, véase, por ejemplo, la guerra de Irak, ocultan noticias sobre otros conflictos que no interesan a EEUU y a otras potencias. De este modo, la mayoría de los conflictos permanecen ordinariamente en el anonimato: Sudán, República Centroafricana, Burundi, Chechenia, los dos Congos, etc. .La tercera es que cuando intervienen en conflicto los países del Norte se suavizan sus actuaciones denominándolas “intervenciones armadas u operaciones de restablecimiento de la paz y el orden. Y nosotros nos lo creemos, imbuidos de los sacrosantos medios de comunicación siempre al servicio de empresas que apoyan determinadas líneas ideológicas casadas con intereses económicos. Quizás, nuestra conclusión debería ser que toda guerra es causa de pobreza y muerte, aunque también puede ser consecuencia del empobrecimiento de sectores importantes de la población mundial, frente al enriquecimiento de un numero limitado de personas independientemente de las opiniones sesgadas con las que ciertos articulistas de opinión pretenden influirnos. Quién podrá negar este juicio sobre la guerra si conoce, por ejemplo, que en la República Democrática del Congo han muerto tres millones de personas a causa de conflictos bélicos, mientras empresas multinacionales extraen recursos minerales, sin que la opinión mundial se entere porque es una guerra que no interesa.
Antes nos hemos referido también a la pobreza, otro gravísimo problema de la Humanidad, que afecta no sólo a los Tercer Mundo Países del Sur o, sino también a los países desarrollados y que denominamos Cuarto Mundo. A este último nos hemos referido al tratar los problemas del paro, el empobrecimiento y la exclusión social. En los Países del Sur el fenómeno de la pobreza toma cada día que pasa dimensiones más alarmantes tal como en su momento denunció la Plataforma “Pobreza Cero, cinco años después de que 189 jefes de Estado firmaran la Declaración del Milenio, en el marco de la Asamblea General de las Naciones Unidas, como punto de partida de l compromiso para erradicar en el plazo de 15 años la pobreza en el mundo. Transcurrido pues un periodo de seis años en el momento en que se escriben estas líneas, las cosas siguen igual: ochocientos millones de personas no tienen acceso a la cantidad mínima de alimentos, porque cien mil millones no puede disponer ni siquiera de un euro al día. En el mundo hay cincuenta millones de personas que se encuentran enfermos de sida, sin que la mayoría reciba tratamiento alguno ni atención médica.. Si no lo evitamos, podrían morir 10 millones de niños menores de cinco años. Siete de cada diez mujeres son pobres. En definitiva, vivimos en un mundo donde la riqueza está mal repartida, porque el 10 de la población detenta el 70% de la riqueza.¿ Y cómo atajar este enorme problema en el que se ven inmersos las dos terceras partes de la humanidad, unos 1.200 millones de personas? Un paso eficaz y conveniente sería condonar la deuda a los países pobres como demanda la campaña “Sin duda, sin deuda”, promovida por Cáritas, Justicia y Paz, Manos Unidas, CONFER, que ya organizaron una campaña anterior, más 43 ONGD católicas aglutinadas en la entidad REDES y en coordinación con la campaña “Pobreza Cero”promovida por la CONGDE pues, en el tiempo transcurrido desde que establecieron los Objetivos del Milenio más de 70 países empobrecidos y de renta media no pueden invertir lo preciso en las necesidades básicas de la población, porque han de destinar entre el 15% y el 40% de su presupuesto anual para pagar la deuda externa. Ésta deuda va seguir creciendo con el consiguiente empobrecimiento de los países deudores y el aumento del número de dificultades para el cumplimiento de los Objetivos del Milenio Como ejemplo de lo afirmado anteriormente podemos poner el del año 2000, en el que la deuda externa ascendía mundialmente a 80 mil millones de dólares. Un año después, el dinero que afluyó a los países adeudados desde los países empobrecidos para pagar la deuda fue de 382.000 millones de dólares. Por tanto, cancelar estas deudas es un compromiso de justicia si queremos acabar con la pobreza.
Para no extenderme más, querría sólo mencionar otros dos problemas muy correlacionados con la pobreza y el despilfarro del sistema de producción de nuestro mundo: La inmigración y el deterioro del medio ambiente, que sólo relaciono para recordarlos en una exposición más detallada si hay tiempo.
CAUSAS DE ESTAS SITUACIONES PROBLEMÁTICAS:
1. El neoliberalismo económico que tiene como motor de la historia al egoísmo como actitud y la máxima rentabilidad como objetivo económico.
2. El incumplimiento de su función social por parte de las empresas.
3. La presión patronal, la contratación arbitraria la aceptación de condiciones laborales precarias por parte de los trabajadores y trabajadoras.
4. La nuevas tecnologías y las reconversiones industriales que ha arrojado al paro a millones de trabajadores.
5. La subcontratación y la privatización.
6. La pobreza: el paro, la precariedad laboral, la economía sumergida, la desestructuración personal, social y familiar, etc.
7. La escasa valoración del trabajo de la mujer.
8. El relegar a la mujer dentro del sistema capitalista a funciones meramente reproductivas y de atención a personas.
9. El armamentismo y su compraventa como negocio.
10. La falta de un espacio para el comercio justo
11. La globalización de la producción.
12. La pérdida de valores.

JUICIO CRISTIANO: Vamos a realizar nuestro discernimiento cristiano en relación con los problemas descritos anteriormente, basándonos en pasajes de la Biblia y en la Doctrina Social de la Iglesia. Veamos algunos:
A)
“No ofenderá a los pobres: “No explotarás al jornalero humilde y pobre.
Los emigrantes, Le darás cada día su salario...
Los extranjeros, No torcerás el derecho del extranjero
Los huérfanos (Dt24,14-18)
Y las viudas” (Ex 22,20-23) .
El pueblo de Israel oye las recomendaciones de su Dios que le pide repetidamente solidaridad con los pobres y los débiles, sólo de esta forma podrán construir una sociedad en igualdad y justicia.

También los profetas, portavoces de Dios pregonan a los cuatro vientos sus mandatos para con su pueblo, a fin de que puedan reinar la preferencia por los pobres y la práctica de la justicia.

“Practicad el derecho y la justicia,
librad al oprimido de manos del opresor,
y al forastero, al huérfano
y a la viuda no atropelléis” (Jer 22,3)

Si se colabora en el cumplimiento de las preferencias de Dios para con los humildes, se espera un mundo de paz y justicia

“Forjarán de sus espadas azadones
y de sus lanzas podaderas.
No levantará espada nación contra nación(Is 2,4)

(Los obreros)..edificarán casas y las habitarán
plantarán viñas y comerán sus frutos”( Is 65,21)

Jesús anuncia el Reino de Dios como centro de su predicación. No es algo lejano que está por venir, sino que ha irrumpido ya en la historia humana, Es un Reino de paz, justicia y esperanza, abierto a los pobres y a los problemas de la sociedad de su tiempo.

Esta es su carta de presentación:
“Para anunciar la buena nueva
del Reino de Dios
he sido enviado (Lc 4,43)

“ Para abrir los ojos a los ciegos,
liberar a los oprimidos y
decir a los pobres que Dios les ama(Lc 4,18-19)

Se solidariza con los marginados:
-los niños (Mc 10,13-16)
-las prostitutas ( Lc 7,37-38)
-los extranjeros y los de otra cultura (Lc 10, 30-37)
-los pecadores públicos (Lc 19,1-10)
los enfermos (Lc 13,10-13)

. Además, Jesús comparte (Mc 8,1-9) y quita valor a las riquezas (Lc 18,18-23)

B) Doctrina Social de la Iglesia:
“La acción a favor de la justicia y la participación en la transformación del mundo se nos presenta claramente como una dimensión constitutiva de la predicación del evangelio, es decir, de la misión de la Iglesia para la redención del género humano y la liberación de toda situación opresiva” (Justicia en el Mundo, intr.f)

“La lucha por el bien y el mal, el avance o retroceso de los planes de Dios, que siempre van unidos al desarrollo o la destrucción de la humanidad, no se juegan sólo en el corazón del hombre o en los ámbitos más reducidos de la vida personal, familiar e interpersonal. Las fuerzas del bien y del mal actúan también en la vida social y pública, por medio de nuestras actuaciones sociales y de las mismas instituciones, favoreciendo o dificultando la paz, el crecimiento y la felicidad de los hombres. (Cristianos en la Vida Pública,57)

“Impera en nuestra sociedad un juicio negativo contra toda actividad pública y aún contra quienes a ella se dedican. Nosotros queremos subrayar aquí la nobleza y dignidad moral del compromiso social y político...” (Cristianos en la Vida Pública,63).

Conviene meditar estos textos de la Doctrina Social de la Iglesia y consultar algunos de las citas bíblicas que se proponen, siempre con espíritu de oración y conversión, y contestar luego a las siguientes preguntas, como itinerario para hacer un juicio cristiano de las situaciones descritas anteriormente por el ponente.

C) C.1) ¿ De las situaciones negativas descritas, cuál o cuáles le llama(n) más la atención?. Ponlas por escrito.
C.2. ¿Qué juicio humano y social hace de las situaciones negativas que has citado en la pregunta anterior?
C.3.- A la luz de los textos bíblicos, de los de la Doctrina Social de la Iglesia leídos más arriba, y del comportamiento de Jesús para con su prójimo, ¿qué juicio cristiano haría de las situaciones que ha destacado?
C.4) ¿Qué actitudes y comportamientos deberíamos potenciar para salir al paso de estas situaciones(las elegidas por usted anteriormente) ¿Cómo le implica a usted esta reflexión? ¿Cree que en su compromiso evangelizador da cabida a la dimensión social de la fe?
C.4.¿Cree que la actuación social, pública o política de los cristianos constituye un deber derivado de su fe en Jesucristo y del amor que se ha de profesar a los hermanos?
C.5.- ¿Conoce la Doctrina Social de la Iglesia? Si es así, ¿la considera un medio útil para aportarnos principios y criterios de actuación en la tarea de liberación y evangelización de nuestra sociedad?

ACTUAR:: Si “evangelizar es actuar” tal como dicen nuestros Obispos, no puede faltar en una revisión de nuestras vidas un actuar que complete el ver de la exposición y el juzgar a la luz del conocimiento humano y de las fuentes evangélicas y eclesiales. El actuar nos compromete personalmente como reto para cambiar las actitudes y comportamientos e influir con criterios evangélicos en la familia, en los ambientes y en las instituciones, de las que somos miembros o sujetos activos., revisando y oponiéndonos a todo aquello que por injusto atente contra la dignidad de las personas.

ACTUAR-1. ¿A qué me comprometo o nos comprometemos para intentar cambiar alguna de estas realidades negativas expuestas? Posiblemente, se esté trabajando en ello y lo que se necesita es cambiar o .potenciar algo.

ACTUAR-2.-(ambiental) ¿ Qué puedo o podemos hacer en nuestro trabajo, hermanas en la fe, grupo de acción, etc.,(Se elige uno de estos lugares) para potenciar la dimensión social dela fe o para que haya una mayor preocupación por alguna de estas situaciones sociales negativas( paro ,precariedad, pobreza, situación de la mujer, inmigrantes, etc.( Se elige una).

ACTUAR-3 (institucional) ¿Qué puedo hacer/ podemos hacer en la Iglesia diocesana, la Congregación, la Parroquia, el compromiso social... para que se desarrolle la preocupación por algunos de estos problemas mediante( el debate, la denuncia profética o los planes de actuación de la institución a la que pertenezco o pertenecemos?

martes, 2 de diciembre de 2008

FAMILIA Y TRABAJO

FAMILIA Y TRABAJO. Nuestra sociedad ofrece un conjunto de posibilidades para que las personas y las familias puedan vivir dignamente. Sin embargo, se dan también en ella numerosas deficiencias, tales como el paro, la precariedad, los salarios bajos y variables, el aumento de las familias endeudadas, la angustia y ansiedad que producen los contratos basura, la separación familiar por causa del trabajo, la disparidad de horarios laborales de sus miembros y las dificultades económicas para acceder a una vivienda digna. Todo ello pone en peligro las relaciones humanas, el arraigo cultural, la autonomía personal y la seguridad económica familiar. Se ha constituido así una forma de organizar el trabajo que ignora la diversidad de cada persona y de sus familias, presuponiendo que todos los seres humanos somos homogéneos y que las circunstancias que concurren en la vida de cada uno – embarazos, maternidad, paternidad, necesidades económicas, sociales y culturales- son iguales a la de los demás. Consecuencia de esta concepción del sistema económico es que cada vez más empresas ponen dificultades a que se incorporen a su puesto de trabajo a mujeres embarazadas o que han tenido un hijo. No se tiene en cuenta por parte de los empleadores que, cuando se contrata a un trabajador o trabajadora, en realidad, se está haciendo lo mismo con su familia. Este hecho no ha sido visible hasta que la mujer se ha incorporado al trabajo asalariado, tras muchos años de trabajo oculto en casa. La organización laboral capitalista supone además que la vida de la persona que trabaja se compone de un solo tiempo y que todos los demás tiempos de dedicación personal, familiar o social han de ignorarse o deben ser sacrificados al tiempo de trabajo. Por otra parte, la propaganda incita a la familia a comprar permanentemente durante el tiempo de ocio y a consumir en abundancia, por lo que esta institución va quedando cada vez más reducida a una unidad de producción y consumo. Para la concepción cristiana de la familia, ésta cumple unas funciones de sustento, cuidados a sus miembros, relación social, formación cultural y en la fe que son incompatibles con la reducción económica a que el capitalismo la somete. La Doctrina Social de la Iglesia considera que el trabajo debe subordinarse a la persona y a la familia, siendo éste un derecho fundamental y condición para la existencia de una familia estable y equilibrada, que ha de estar abierta y comprometida con la realidad social. No son tolerables, por tanto, las situaciones de desempleo, precariedad y falta de calidad de vida que padecen muchos hombres y mujeres del trabajo en la Diócesis de Cádiz y Ceuta y de las que se hace eco nuestro Obispo diocesano en su reciente Carta Pastoral de 1º de Mayo. No obstante, la cruda realidad que describe en la Carta citada, D. Antonio Ceballos invita a los laicos a “comprometerse, en primera fila, a resolver los gravísimos problemas de la creciente desocupación”(Juan Pablo II) y a “ la oración confiada”, llamando a todos los diocesanos a la esperanza en Cristo Resucitado para seguir trabajando “sin desfallecer” en la lucha por la justicia en el mundo” y, más concretamente a favor de las familias pobres.

JUSTICIA PARA NUESTROS ENFERMOS

SECCIÓN DECARTAS A LA DIRECTORA.


“JUSTICIA PARA NUESTROS ENFERMOS”

El éxito de la manifestación del pasado día 3 de octubre, convocada por el comité de empresa del Hospital “Puerta del Mar”y secundada por más de 3.000 personas, entre trabajadores y trabajadoras, usuarios y familiares de este centro hospitalario gaditano, ha puesto en evidencia sus carencias de organización y funcionamiento.
Durante años, sus responsables han venido realizando una precaria política laboral y de recursos, mediante el sistema de contratos eventuales de hasta un día de duración, reducción creciente de personal, recortes presupuestarios en servicios y cierre de 300 camas.
Todas estas deficiencias vienen perjudicando constantemente a los enfermos por el deterioro de las atenciones sanitarias, traslados a observaciones de urgencias, ubicación en pasillos y desplazamientos de las personas mayores a centros privados de la capital.
Por si esto fuera poco, como consecuencia de las intensas lluvias caídas en septiembre y octubre, se ha venido derivando enfermos de diálisis al Clínico de P. Real, al Hospital del SAS de Jerez y al “Periférico”(Centro hemodiálisis”Playa Victoria”) de Cádiz. Al estar en obras este último, los pacientes han de esperar su turno, a la intemperie, en la entrada del edificio. Han de compartir además las instalaciones con las personas que son atendidas normalmente en este centro, de tal manera, que hay enfermos que empiezan las sesiones de diálisis a las 20:30 y terminan entre la 1:30 y 2 de la madrugada. Los que han desplazarse desde poblaciones de la provincia, pueden tardar una hora en regresar a sus domicilios. Durante este último turno, no hay un medico que pase a ver a los enfermos, que han de esperar, en caso de emergencia, a que llegue una ambulancia que los traslade al “Puerta del Mar”.
Ante este caos de funcionamiento, se me ocurren varias preguntas:
¿Cuándo se van a acondicionar las cubiertas superiores del edificio, para que el agua de lluvia no caiga en cascada en los pisos inferiores, invadiendo las habitaciones de los enfermos, la unidad de diálisis y otros servicios?
¿Cuándo se van a terminar los sobresaltos, traslados y molestias que sólo van en detrimento de la salud de los pacientes?
¿Cuándo se va a efectuar el regreso al Hospital “Puerta del Mar” de los enfermos de la unidad de diálisis, que sólo reciben la callada por respuesta a sus preguntas, y ni siquiera son avisados de si tienen que seguir cada día en el “Periférico” o volver a su hospital de origen?
¿Son conscientes los responsables de la sanidad andaluza y del Hospital “Puerta del Mar” de que de su gestión depende la salud e incluso la vida de los usuarios?
¿Creen que con su política de supresiones de personal y recortes presupuestarios van aliviar el dolor de tantas personas postradas por una enfermedad?
Desde estas líneas, por justicia a nuestros enfermos, reclamo soluciones urgentes a los problemas planteados.

Francisco González Álvarez.

El TRABAJO ES PARA LA VIDA

El TRABAJO ES PARA LA VIDA.


Si las estadísticas están bien elaboradas y provienen de fuentes solventes, no mienten. Tal es el caso de las que publica periódicamente
el Ministerio de Trabajo e Inmigración sobre la incidencia de accidentes laborales en nuestro país. Durante el período comprendido entre enero y octubre de 2.008, han ocurrido en España 640.138 accidentes, de los cuales,767 con resultado de muerte. Andalucía ocupa el segundo lugar de esta negra lista, entre las Comunidades autónomas, con 110.234 accidentes, siendo 129 mortales y 11.471 “in itínere”, es decir, producidos en desplazamientos laborales o desde el lugar de trabajo al domicilio del trabajador o trabajadora. Por su parte, nuestra provincia de Cádiz no se queda atrás con 16.565,---1.718 “in itínere”-- que han ocasionado un total de 20 fallecidos, .
Habría que añadir además otros datos de más difícil acceso como es el número de trabajadores que enferman por motivos de su actividad laboral. Para que nos hagamos una idea de este problema, bastaría recordar un estudio realizado en 2004, “Ocultación sistemática del riesgo”, que calculaba que de los aproximadamente 16 millones de productos químicos existentes en la UE, 30.000 eran empleados habitualmente en las empresas,desconociéndose la toxicidad de 20.000 de ellos.
Como las estadísticas son frías, a pesar del carácter significativo que tienen en presentar la dimensión del problema, es esencial pensar que detrás de ellas hay personas concretas que han perdido la vida o se encuentran en un estado de discapacidad total o parcial. Un accidente laboral rompe o anula el proyecto de vida personal y familiar, provoca un grado de sufrimiento imposible de cuantificar, y tras la información sobre la incidencia, normalmente sobria y puntual de los medios de comunicación, las víctimas pasan a un estado de invisibilidad que acrecienta aún más el dolor por la pérdida del ser querido o su postración en caso de superviviencia. De puertas para dentro, han de afrontar necesariamente todo un proceso burocrático y de investigación, mientras, seguirán preguntándose por los pormenores del accidente y sus causas, ahogando, no sólo sus penas, sino esa tendencia natural de todo ser humano en situaciones dolorosas como éstas a denunciar que no vuelva a ocurrir, que es preciso prevenir y exigir a quien corresponda más controles y concienciación en las empresas. Consciente de esta situación de anonimato e impotencia, la HOAC, movimiento obrero cristiano, ha iniciado en Andalucía una campaña contra la siniestralidad laboral, fundamentada en la convicción de que “el trabajo es para la vida” y que no debe haber un muerto más por accidente laboral, y dirigida a visibilizar la presencia de las víctimas, implicarse en su sufrimiento, crear ámbitos ciudadanos de concienciación y pedir a los responsables políticos de nuestra Comunidad Autónoma profundicen en la gestión política de prevención que han venido realizando. Para ello, la Hoac ha iniciado una recogida de firmas hasta conseguir al menos las 500.000 que se necesitan a fin de presentar una iniciativa popular ante el Parlamento de Andalucía. Si los ciudadanos así lo quieren, y parece ser que sí por la acogida dada a la iniciativa, el 28 de abril de 2009, “Día Internacional de la Salud y Seguridad en el Trabajo”,se hará entrega de las firmas a la Presidenta del Parlamento, Sra. Fuensanta Coves, para que haciéndose cargo del considerable aumento de los accidentes laborales, urja a nuestros representantes a tomar las medidas necesarias que erradiquen definitivamente esta lacra social. Con este proceder, la HOAC no pretende arrogarse la función de un sindicato sino la de colaborar subsidiariamente con éstos en la labor que vienen realizando de forma decidida y continuada.

Ante la situación descrita, es urgente que todos los sectores sociales se conciencien de la necesidad de una cultura de la prevención, que empieza en la familia, en la escuela, en el taller o en la universidad, implicando en esta tarea a padres, profesores, responsables políticos y ciudadanos en general. Es totalmente necesario que se amplíen las plantillas de inspectores de trabajo, se dote este servicio con los medios económicos y humanos adecuados. No importa lo que pueda costar materialmente, si con ello, se ahorran vidas. La Consejería y Delegaciones provinciales de empleo deben velar por el cumplimiento de la ley. En esta llamada a la implicación colectiva, los empresarios no deben olvidar que son responsables de sus empresas y de la vida de los trabajadores a su cargo. Por tanto, han de cumplir y hacer cumplir las normas vigentes. Los trabajadores y trabajadoras son también responsables de su seguridad y de su vida. No deben exponerla a pesar de la presión que ejercen sobre ellos las precarias condiciones de trabajo del sistema laboral actual(horarios excesivos, movilidad, flexibilidad, contratos precarios, vulneración del derecho a la sindicación...) Se han de valorar sin reparos los esfuerzos de empresas que asistidas rigurosamente por delegados de seguridad e higiene en el trabajo cumplen con la normativa. Pero han de ser perseguidas aquellas que dan trabajo con escasa temporalidad o sin contrato que impide al trabajador tener la experiencia y la formación suficiente para realizar correctamente su cometido. Hay que facilitar a los delegados de seguridad los medios para el cumplimiento de su misión, por parte de ciertos empresarios, más preocupados en cumplir con los requisitos burocráticos que en asegurar la vida de los trabajadores.. No debemos, olvidar, como conclusión que detrás de muchos accidentes están unas condiciones precarias de trabajo que atentan a la integridad física y mental de las personas trabajadoras.

Todas estas aspiraciones y algunas más esperamos sean debidamente atendidas cuando las firmas se entreguen a la Presidenta del Parlamento, fecha en la que ya habrá brotado la luminosa primavera de nuestra tierra, como símbolo de vida, cuyo derecho, por dignidad, le corresponde al mundo obrero.