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jueves, 4 de agosto de 2016

JESÚS DE NAZARET ANUNCIA REPETIDAS VECES SU PASIÓN Y MUERTE.



            JESÚS DE NAZARET  ANUNCIA REPETIDAS  VECES   SU PASIÓN Y MUERTE.

   Siempre que se habla  de Jesús lo primero que se afirma es que vino a libarnos del pecado, pues salvo biblistas  muy comprometidos en  la exégesis del Evangelio y su difusión entre el público interesado en la actividad y misión de Jesús, son pocos los teólogos oficiales y miembros de la Jerarquía que siguen su rastro a través de los evangelios y se  dejan interpelar por el Jesús más humano, que, sin embargo, no dejaba  de predicar en medio de los acontecimientos que él era el enviado del Padre y que hacía exactamente lo que éste le pedía.

  Por esta razón, me embarco en plasmar por escrito mis reflexiones, fruto continuado de las lecturas del Evangelio del Día, a pesar de que no soy realmente un teólogo o biblista titulado. Mis estudios de religión han sido  y son, sin dejar de ser modestos, constantes desde mis años de Magisterio, la carrera en la que más se estudiaban los contenidos religiosos después de la eclesiástica. También cursé por el CENIEC (Centro Nacional de la Iglesia para la orientación y promoción de la educación cristiana)  los estudios de Teología  y estudios y prácticas  de Pedagogía Catequética prescritos para la docencia religiosa, algunos créditos en el Instituto Diocesano de Teología y Pastoral de Cádiz, y los distintos planes y cursillos  de formación de la HOAC para sus militantes. He leído  obras de teólogos como Hans Kung, González Faus, Leonardo Boff, José Mª Castillo, François Bovon,  Fco Javier  Vitoria y de mi profesor de Filosofía de la Religión en la UNED, Manuel Fraijó, entre otros.

  He de aclarar, sin embargo, que no soy  un investigador  ya que me faltan  entre otros fundamentos los necesarios conocimientos en lengua aramea y hebrea   y una orientación universitaria teológica y bíblica. Por tanto, dadas mis limitaciones, sólo pretendo exponer las reflexiones que he ido realizando en la lectura y contemplación del Evangelio por si puede venir bien a quienes modestos como yo nos esforzamos en el seguimiento de Jesús de Nazaret,  Jesucristo, el Cristo de los cristianos y cristianas que, aún hoy tiene mucho que decirnos a esta sociedad tan avanzada, pero también tan angustiada, en la que vivimos.

  Esta  primera reflexión la he titulado: “Jesús de Nazaret anuncia repetidas veces  su pasión y muerte”, porque fue precisamente la lectura de Mc 10, 32-45 la que me impulsó a poner por escrito mis pensamientos, influido por el dramatismo de este pasaje evangélico. El inicio de la narración es muy realista. Camino de Jerusalén, el desconcierto y el miedo reinaban en el ambiente; se barruntaba la tragedia que Jesús había anunciado en numerosas ocasiones. Jesús se les adelantaba. Quizá para justificar su agitación, los aparta y les describe  cómo va a ser su pasión y el fatal desenlace: “(…) lo condenarán a muerte; lo entregarán a los gentiles; se burlarán de él; lo azotarán y lo matarán”.   En otros pasajes  evangélicos insiste también en su Pasión (Mc  8,31; Lc 9, 22; 9, 43; 12, 9; 14, 27; 24, 46-52; Mt 17,22),  y en  el Evangelio de San Juan anuncia su partida al Padre.  Se entiende por estos avisos que los discípulos tenían suficiente información sobre la suerte que iba a correr su Maestro. Sin embargo, me vuelve a impresionar y, sobre todo, a sorprender,  en la  escena de Mc 10, 32-45, cargada de negros nubarrones, que presagia  la Pasión,  la petición  que los hijos del Zebedeo, Santiago y Juan, hacen a Jesús de sentarse a su derecha y a su izquierda cuando estén en su Gloria. Jesús es consciente de que no han entendido nada de lo que se les había predicado y testimoniado,  y  de las tentaciones de poder de estos  discípulos. Parecen indiferentes  a  los sufrimientos y muerte  que le espera a Jesús y que él les había anunciado,  ya que  aspiran nada menos que a sentarse a la derecha e izquierda del Maestro en el Reino de los Cielos.  Haciendo, pues, pedagogía del caso, los invita a no tiranizar a los demás como hacen los jefes de las naciones. Así Lucas escribe en 22, 24-26: “Los reyes de las naciones se portan como dueños de ellas, y en el momento en que las oprimen se hacen llamar bienhechores” ¡Qué verdad aún hoy!  Y Jesús prosigue con su consejo: “Ustedes no deben ser así. Al contrario, el más importante  entre ustedes se portará como si fuera el último y el que manda como el que sirve” (Mc 10, 43-44; Mt 20,20). Remata su intervención diciendo que él está entre ellos como el que sirve ( Lc  22, 27). Para Jesús de Nazaret su misión y  la de sus discípulos no pueden  estar motivada  por el afán de poder y dominio que caracteriza a los jefes de este mundo. Es más, por el contenido subversivo de su mensaje adelanta que los discípulos  serán perseguidos. “Fíjense que los envío como ovejas en medio de lobos…” (Mt 10, 16) “   (…) “los arrastrarán ante las autoridades y los azotarán en las sinagogas”. “Por mi causa, ustedes serán llevados  ante los gobernantes y los reyes…” (Mt 10, 17-18). Corriendo la misma suerte, el Maestro hará suyas las palabras de la Escritura: “Lo tratarán como a un delincuente. Todo lo que se refiere a mí llega a su fin” (Lc 22, 37).  Frente al afán de honor y gloria de Santiago y Juan, Jesús corta por lo sano. No se hace ilusiones, y el desenlace de su corta vida le dio la razón. Como otros grandes personajes luchadores por la justicia y los derechos de las personas, de los que se deshacen los poderes religiosos y políticos por ser molestos a sus intereses, Jesús fue perseguido por los sumos sacerdotes y los letrados, y asesinado por   el sistema teocrático, aliado al imperialismo  romano  de su época; sólo que él refirió toda su misión en favor de los hermanos a los designios de Dios, su Padre.

  Las palabras de Jesús a Santiago y a Juan advirtiéndoles de que no tiranicen a los demás, sirven también hoy, veintiún siglo después como aviso a quienes dirigen los destinos de nuestras sociedades- políticos, empresarios y clérigos- en ocasiones, no poco numerosos, seducidos por el poder y el dinero. Es verdad, que no todos estos dirigentes son así, pero hay, como hemos podido comprobar en estos años, un numeroso grupo que entorpece con su egoísmo y codicia el avance  hacia una sociedad más justa, igualitaria y  servicial.