Buscar este blog por entradas laterales de otros textos

martes, 12 de marzo de 2013

DARVINISMO SOCIAL Y EMPOBRECIMIENTO



Cuando se habla o escribe que hay que seguir haciendo esfuerzos para reducir aún más el déficit y enjugar una deuda billonaria que aumenta extraordinariamente con los intereses, no se tienen suficientemente en cuenta las enormes dificultades por las que están pasando muchos europeos, en particular, las clases medias, trabajador@s y personas pobres.
En esta opinión de periodistas, economistas y políticos al servicio del capital financiero, lo que prevalece principalmente es el afán de equilibrar una y otra vez el sistema capitalista y los beneficios de los grupos de presión que están detrás de los mercados, personas y colectivos -banqueros, grandes empresarios, inversores y especuladores- situados en lugares de la pirámide económica y social  que les permite beneficiarse  de un  sistema que  succiona sin piedad, con medidas politicas al efecto, los salarios de los funcionarios, trabajador@s de la administración, de los sectores productivos y de los servicios, las ganancias de las pequeñas y medianas empresas, los fondos del estado destinados al bienestar social de la población y las ayudas sociales a los colectivos más necesitados-parados, enfermos, ancianos, pobres y excluidos-.No les importa que, como consecuencia de estas políticas que favorecen sus intereses, un preocupante número de personas que se han quedado en paro  pierdan sus viviendas por impagos, o que algunas se suiciden por no poder aceptar la pérdida del techo que los cobija. Tampoco prestan mucha atención a la angustias y enfermedades mentales y físicas derivadas de la situación permanente de desempleo o de la repentina pérdida  del puesto de trabajo, causa de la disminución paulatina o desaparición inmediata del poder adquisitivo, con la consiguiente caída, en algunos casos, en la pobreza y la exclusión social.  A juicio de los privilegiados, son daños colaterales no buscados, aunque una buena parte del dinero que damos los ciudadanos, vaya a estas minorías sin escrúpulos por indemnizaciones, jubilaciones y ganancias de finalización de ejercicios económicos y, si hay ocasión y ningún escrúpulo, encuentren facilidades para poner  el producto de las ganancias fraudulentas a buen recaudo en paraísos fiscales, evadiendo de esta manera  los correspondientes   impuestos.

Mientras, nuestros políticos piden sacrificios a la población en aras de los intereses generales del país. Gran falacia porque esos intereses generales poco tienen que ver con el bien común que exige un reparto equitativo para todos, respetando así el destino universal de los bienes. Si los pobres y menos favorecidos de la sociedad no están en el centro de las atenciones sociales, difícilmente  se podrá practicar  una política social y económica equilibrada, que evite beneficiar a los que más tienen y dejar en la necesidad o indigencia al resto. Que le pregunten a quienes están en los lugares más bajos de la escala económica si están dispuestos a pasar unos  años de sacrificio a riesgo de su empobrecimiento y exclusión social. Estamos seguros que responderían con un rotundo no.
Resulta, por tanto, intolerable para cualquier persona con sentido común y afán de justicia que la nación o un sistema político, social o económico tenga que  ser salvado  para beneficio de una minoría privilegiada a costa de la mayoría. Es lo que el premio Nobel de economía Joseph Stiglitz ha denominado, dando título a un libro, "El precio de la desigualdad", que el 1% de la población tenga lo que el 99% necesita. Una cínica aceptación por parte de ese uno por ciento de un verdadero darwinismo social, tendenciosa doctrina que aplica de forma inapropiada y oculta  la Teoría de la Evolución de Darwin: para que la sociedad avance, es necesaria la libre competitividad y si, en el proceso, alguien se queda atrás es responsabilidad suya porque no ha sabido luchar en el reñido escenario de la vida. Incluso, una vez en el abismo, qué derecho tiene a pedir ayuda.  Si  la empresa y los ejecutivos no son hermanitas de la caridad,  por qué han  de sufragar con"su" dinero las debilidades de otros- denuncian   tales privilegiados.
Desde instancia neoliberales se postula veladamente esta teoría, abandonada por las ciencias sociales en el siglo XIX. En la práctica, se niega la dignidad de la persona, considerada como mero individuo. El "homo sapiens" pasa a convertirse en el "homo economicus", que piensa y actúa movido por el valor material y el beneficio de las cosas. Abraza una forma de vida que es eficaz instrumento  al servicio de los poderes financieros y económicos monopolistas y son un serio obstáculo al desarrollo de políticas que favorezcan a la ciudadanía,  y, en ella, a los sectores más débiles de la sociedad. El noble arte de la política es prostituido al transformarse en un hábil y mortífero instrumento, fundamentado en el darwinismo social que salva y premia a los ricos y más ricos en la cruel competición por la vida y sus recursos y condena a la precariedad y pobreza a la mayoría de la población.
Como conclusión, nos permitimos decir, basando nuestro juicio en los argumentos anteriormente desarrollados, que incurren en una grave responsabilidad moral y ética aquellos políticos, empresarios, banqueros, inversores y directivos que, en virtud de su poder  económico personal y colectivo, opinan y actúan para que el injusto sistema  que los beneficia se perpetúe con el consiguiente  perjuicio para  la vida de las personas.