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miércoles, 23 de agosto de 2023

¿QUEREMOS IR EN EL TRAMO FINAL DE NUESTRAS VIDAS A UNA RESIDENCIA DE MAYORES, FUERA DE CÁDIZ CAPITAL, Y ALEJADOS DE NUESTRO ENTORNO FAMILIAR?

 

¿QUEREMOS IR EN EL TRAMO FINAL DE NUESTRAS VIDAS A UNA RESIDENCIA DE MAYORES, FUERA DE CÁDIZ CAPITAL, Y ALEJADOS DE NUESTRO ENTORNO FAMILIAR?

Por supuesto que esta pregunta es pertinente para personas que viven en la ciudad de Cádiz y que les preocupa dónde van a terminar sus días. Además de esta aclaración, para nadie es un secreto la necesidad apremiante de plazas públicas en residencias de mayores de nuestra ciudad.


De acuerdo con los datos presentados por el portavoz de “Justicia Social”, Lorenzo Jiménez, en el Pleno municipal de 27 de julio, en el año 2022 la población toral de Cádiz capital era de 113.000 habitantes, de los cuales más de 28.380 superaban los 65 años, lo que suponía el 25,1% de la población, un alto porcentaje de personas mayores. la OMS (Organización Mundial de la Salud) determina la necesidad de que en cada ciudad haya plazas suficientes para atender al 5% de personas mayores, por lo que teniendo en cuenta la población citada de 28.380 personas de la tercera edad, se necesitarían en Cádiz 1419 plazas. Si comparamos las que hay disponibles: 634 plazas cubiertas, de las cuales 535 son privadas y solo 99 públicas, podemos considerar que el déficit es manifiesto y elevado.


Por otro lado, y siguiendo con los cálculos expuestos al alcalde y corporación municipal, si se tiene en cuenta que una residencia como la “Micaela Aramburu” dispone de 120 plazas, se necesitarían en Cádiz 6’5 residencias de este tipo.


 Estos datos responden a la realidad frustrante de muchas personas mayores que se ven obligadas a ser atendidas en una residencia, porque están enfermas, viven solas, precariamente o en la pobreza. Al no disponer la ciudad de suficientes plazas públicas, la Junta de Andalucía, antes con el PSOE y ahora con el PP, envía a estas personas a pueblos y ciudades de la provincia, algunos tan alejados de la capital como Olvera, Villamartín o Algodonales, con las consiguientes dificultades de sus familias, muchas de ellas modestas, para visitarlas periódicamente. La situación se agrava cuando los mayores trasladados a residencias de esas y otras poblaciones enferman y son enviados para su atención médica a hospitales como los de Ronda o Villamartín.


 Por tanto, Se priva además a nuestros mayores de vivir en la ciudad que nacieron o residieron muchos años; de recibir visitas frecuentes de familiares, vecinos y amistades.


Por otra parte, y para añadir más datos que resultan escandalosos: en la “Micaela Aramburu” solo hay 10 plazas concertadas  por el Ayuntamiento de Cádiz, mientras que las ciento diez restantes están ocupadas por personas pudientes que pagan altas mensualidades por una habitación de ocupación  simple o doble; una residencia cuya construcción costó más de ocho millones  de euros al ayuntamiento gaditano, es decir, un centro de mayores pagado con fondos públicos se entregó a una empresa privada para que lo negociara y administrara.


De las personas preocupadas por este problema es conocida la tensión entre el PP local de aquel entonces, presidido por Teófila Martínez y la Junta de Andalucía, cogobernada por el PSOE, en el asunto del concierto de las noventa plazas de la Residencia “Micaela Aramburu” y la construcción de una residencia en una parcela del llamado “Huerto del Cura”, en la barriada de la Paz” Era una época de recortes, entre otros, del Gobierno de Mariano Rajoy a la ley de Dependencia, con la que se podía haber financiado hasta el 70% o más de las plazas concertadas que se solicitaban. La Junta alegaba tales recortes para no concertar, aunque si pagó deudas sociales en otras provincias. El capítulo final fue y ha sido más de lo mismo durante los gobiernos de “Por Cádiz si se puede” y “Adelante Cádiz”. El balance, después de dieciséis años es nulo, pues no se han concertado plazas para mayores y la parcela del Huerto del Cura” permanece como un solar más de la ciudad sin utilización alguna.

 ¿Es mucho pedir, para bien de nuestras personas mayores, que se concierten plazas suficientes y que se construya una residencia pública y de gestión directa en Cádiz, aunque no se llegue por ahora al 5% que determina la Organización Mundial de la Salud como mínimo suficiente de atención a mayores en residencias?


  El nuevo alcalde, Bruno García, ha presentado a los medios con prontitud su primer plan de acción de gobierno, pero no he podido leer que se haya referido al concierto de plazas y que se construya una residencia pública de personas mayores en la ciudad, ni siquiera como declaración de intenciones. Por lo que pienso que el problema de la acogida de mayores en nuestra ciudad no va a estar en el apartado de urgencias del alcalde.


Ante esta falta de plazas concertadas para residentes de la tercera edad y de residencias públicas en Cádiz, y a la vista de que el alcalde de la ciudad ni siquiera se ha pronunciado sobre este grave problema, que necesita soluciones urgentes, creo que es pertinente la pregunta que hacía al principio, dirigida a la ciudadanía de esta ciudad: ¿QUEREMOS IR EN EL TRAMO FINAL DE NUESTRAS VIDAS A UNA RESIDENCIA DE MAYORES, FUERA DE CÁDIZ CAPITAL,Y ALEJADOS DE NUESTRO ENTORNO FAMILIAR? Y añadiría: JOVEN, ¿TE RESIGNARÍAS A QUE TUS PADRES Y ABUELOS TUVIERAN QUE PASAR LOS ÚLTIMOS DÍAS DE SUS VIDAS DISTANCIADOS DE SU FAMILIA?

 

 

Paco González Álvarez.

 

domingo, 6 de agosto de 2023

DESDE MI VENTANA: MIENTRAS LAS TEMPERATURAS SUBEN DE FORMA INQUIETANTE, NUESTROS COMPORTAMIENTOS NO CAMBIAN.

 

             

    DESDE MI VENTANA:

     MIENTRAS LAS TEMPERATURAS SUBEN DE FORMA INQUIETANTE, NUESTROS COMPORTAMIENTOS NO CAMBIAN


   Cuando escribo estas líneas, estamos a 6 de agosto, con 33º de temperatura. Desde mi ventana veo pasar vehículos y más vehículos. Pienso que somos capaces de sacrificar el futuro de nuestros, hijos, nietos  y del planeta en general por la flor de un día: el deseo convulso de desplazamientos continuos, la mayor parte de las veces por el disfrute del momento presente, pero también para huir  del medio físico diario donde se desenvuelven nuestras vidas, monótonas a causa del déficit de espiritualidad consciente y activa que padecemos. Desde esta manera, solo percibimos la realidad ambiente  con sus atractivos y llamadas materiales, sin más reflexión.

  Manifiesto un sincero pesimismo,  porque veo que no se escucha debidamente a los profetas laicos defensores del medioambiente y la naturaleza. El símbolo mágico de nuestra civilización es el dinero y en torno a él se mueve la especie humana. Me lo dicen algunos conocidos míos, neoliberales ellos: "Mira, Paco, yo soy materialista y creo como liberal económico que el dinero lo mueve todo. El sistema capitalista es el modelo económico que más progreso ha proporcionado a la Humanidad". Y cuando les pregunto: "¿Pero que hacemos con tanta pobreza como  hay en el mundo, creada por la desigualdad del sistema y la devastación ecológica causada por el calentamiento global y sus nefasta consecuencia el cambio climático?" A la primera parte de la pregunta me responden, con cierta displicencia y resignación, que se va haciendo lo que se puede, como si reconocieran las limitaciones del sistema y no quisieran salir de la lógica del dinero y su rentabilidad, pues, según me dicen, "el dinero no cae del cielo, y solo hay el que hay". A la segunda parte, que el cambio climático es un proceso natural, pero que tal como hoy se plantea- que el humano sea la causa eficiente más poderosa de los efectos indeseable de este fenómeno- es un invento de la izquierda, de los ecologistas y  de quienes viven del negocio de las renovables.

¿Habrán pensado alguna vez mis interlocutores negacionistas del cambio climático y sus efectos en los "daños colaterales", que es el precio que se paga para que unos podamos mantener nuestro tren de vida al que nos aboca el capitalismo neoliberal y que otros sean las víctimas de este desorden de cosas?

Finalmente, y sin querer cargar solo la responsabilidades en la ciudadanía, pues los poderes económicos y políticos tienen mucha culpa por su desidia en la solución de este problema, y a la vista de las teorías de mis interlocutores  neoliberales,  me pregunto si los usuarios de tanto coche y tanta moto no actúan como ellos, aunque no se planteen los argumentos  de  aquellos que defienden a capa y espada el modelo neoliberal capitalista?