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viernes, 18 de diciembre de 2009

RELATO DE UNA MANIFESTACIÓN

RELATO DE UNA MANIFESTACIÓN

Había estado lloviendo todo el día, pero, como si la naturaleza se hubiese aliado con la Plataforma de Parados Gaditanos(PPG), organizadora de la manifestación del pasado 16 de diciembre, dejó de llover a las seis de la tarde, y a las siete menos diez nos dispusimos a marchar desde la Plaza Asdrúbal hasta la de San Juan de Dios. Con cierto temor a la lluvia, ya que unos grises nubarrones barruntaban agua, y la impresión que podía causar en la opinión pública la presencia en la manifestación de sólo sesenta o setenta personas, tomamos el carril derecho de la Avenida en dirección a las Puertas de Tierra. Encabezaba la manifestación una pancarta de la Plataforma de Parados, reclamando trabajo digno. Detrás, un grupo de militantes de la CNT, venidos de Rota, exhibían los colores rojo y negro de sus banderas .Se dejaban ver también las del sindicato CGT, una pancarta de la organización “Cádiz Rebelde”, reivindicando el derecho al trabajo de la “clase obrera”; miembros de las asociaciones integradas en la Plataforma de Cádiz contra la crisis económica, y, sobre todo, los parados, que hace unos meses protagonizaron un encierro ejemplar en el Convento de Santo Domingo, sorprendiendo por su espontaneidad y capacidad de resolución a la ciudadanía gaditana y a los responsables políticos locales y provinciales. Con la misma dignidad que les caracterizó en aquel gesto, han constituido ahora la Plataforma, porque, como ellos mismos dicen, no saben lo que puede pasar cuando se terminen los tres meses de talleres de formación y el año de actividad laboral, conseguidos gracias a su insistencia en la lucha, la unión del grupo y su confianza en que podían alcanzar el objetivo propuesto: lograr un puesto de trabajo que les permita a ellos y a sus familias vivir dignamente. Consideran, además, que su iniciativa puede servir a otras personas desempleadas que quieran organizarse
Especialmente conmovedora al menos, para mí fue la parada forzosa ante el edificio de los sindicatos, debida a las maniobras de la policía con el fin de dar fluidez al tráfico. Comprendí perfectamente los motivos de los manifestantes al gritar recriminando a U. G. T y a C.C.O.O su pasividad y connivencia con el poder. Hemos de reconocer que las organizaciones sindicales mayoritarias no estuvieron finas a la hora de tratar a los encerrados, ya que ni siquiera se dignaron visitarlos mientras estuvieron recluidos. Por otra parte, Los desempleados perciben que la excesiva prudencia sindical no es creíble mientras las cifras del paro suben escandalosamente. Todo estos argumentos no impidieron que me sintiera triste ante esta división del mundo obrero, causada por los distintos intereses, niveles económicos y la diversidad de estrategias sectoriales de los trabajadores y trabajadoras. En este juego de oportunidades e intervenciones sindicales no tienen cabida los más empobrecidos del sistema.
Mientras andaba yo dándole vueltas a estos pensamientos, llegamos a San Juan de Dios, centro neurálgico de tantas reivindicaciones de los grupos más conscientes del pueblo de Cádiz; y tras unas palabras de agradecimiento y despedida de los convocantes, la manifestación se disolvió y yo me perdí en la masa de personas que distendidamente paseaban o entraban en los comercios a comprar los primeros regalos navideños. Como me viene ocurriendo en los últimos años, me sentí extraño en medio de la gente. Era como si dos mundos, el de los paseantes y el de los manifestantes, confluyeran en un mismo espacio, pero sin tener nada que ver. Interpelado por el contraste, me preguntaba por qué, a mi edad, tenía que meterme en tales “berenjenales”. ¿Dónde estaban tantos militantes de partidos, sindicatos, voluntarios de asociaciones, de ONGS y cristianos de base? ¿Qué impide a la gente, principalmente a la más comprometida dedicar un rato de sus vidas a actos en solidaridad con el Mundo Obrero, y ser, de esta manera, más coherentes con sus ideas o creencias? Sin respuestas, experimenté un cierto desánimo. A pesar de todo, no me preocupé demasiado por ello; estaba seguro que, movido por mi conciencia, la próxima vez que me convocaran también acudiría con alegría a esos banquetes de solidaridad que son las manifestaciones en favor de causas justas.

Francisco González.

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