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martes, 2 de julio de 2019

DESDE MI VENTANA


DESDE MI VENTANA:

“MI  VECINA  LA PALMERA”

  Cuando medito o trabajo en el ordenador, observo la palmera  que está frente a mi casa.
Desde la ventana de mi escritorio, la veo y admiro su esbeltez. No es frondosa, pero si grácil y alta, más alta que sus dos vecinas que conviven con ella, soportando el calor, el frío y el viento gaditano, sobre los jardines de la avenida.

  En este momento, once de enero de 2019, sus ramas están  verdes y se mueven gracias a un viento ligeramente suave. A veces, este temblor que produce, cosa rara en Cádiz, el casi imperceptible movimiento se acelera por el cambio en la intensidad del viento, pareciéndome sus ramas hilillos iluminados  por el sol de la mañana.

  He sentido una gran alegría al comprobar que mi vecina, la palmera, ha vuelto a recobrar su espléndido verdor después  de la sequedad del verano. Puedo decir, por tanto, que ella es el instrumento natural que me permite conocer los cambios en la fuerza del viento, la mayor o menor iluminación del sol y el paso de una estación a otra. Es un heraldo permanente que capta mis observaciones  y un elemento de constante presencia en el decorado de esta avenida de Cádiz, moderna y urbana, que nos atosiga con su tráfico de vehículos,  convertida, ahora,  en  mini-autopista debido al acceso del nuevo puente, garganta que vomita día y noche vehículos de todas clases en veloz dirección al centro y puerto de Cádiz.

 Gracias, palmera, fiel vecina,  por ponerme en contacto con lo que queda de naturaleza a  este lado de la  zona; el otro, es el mar, nos siempre amable en tiempos revueltos
       

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