“VOLVER A JESÚS”. SEGUNDA PARTE.
¿ES TAN DIFICIL VOLVER CON AUTENTICIDAD Y RIGOR AL EVANGELIO?
En la primera parte de mi
artículo “Volver a Jesús” expuse que la
Iglesia, en vez de ser contrapunto a la corriente neoliberal imperante, se ha
dejado llevar en los asuntos internos por los renovados y nocivos vientos capitalistas, que nos han traído en los últimos años una crisis inducida del sistema: con
efectos como los numerosos
despidos de su personal laboral, desahucios, manifiesta preocupación por el
dinero y su inversión, marginación de presbíteros (sacerdotes) y laicos. Esto, en lo que se refiere al
Obispado de Cádiz, con la
implicación del equipo actual de Cáritas,
principalmente, en despidos de trabajadores y trabajadoras.
En el nivel más general, en España
y otros países, es público y notorio el escándalo
que la Iglesia está dando en los casos de pederastia y abusos sexuales y el mal tratamiento y ocultación que la jerarquía católica, a excepción del
papa Francisco y otros dignos obispos, está gestionando este gravísimo problema moral y humano, incluso inhibiéndose en la búsqueda de
soluciones. Es también muy torpe o
intencionada su indiferencia ante la cada vez más creciente violencia
machista, amparándose en su crítica a la ideología de
género, de la que acusan a los movimientos feministas. No podemos
olvidar tampoco la persecución al papa
Francisco y la descalificación que hacen de sus ideas y
ejecutoria por varios obispos de renombre y
clérigos, encabezados en España
por el cardenal Rouco Varela.
No facilita en nada la solución
de estos problemas y conflictos, que preocupan a los católicos y ciudadanía en
general, la estructura piramidal de la
Iglesia, que hace imposible internamente el diálogo
y la puesta en común ante
conclusiones que pudieran generar
acuerdos. A causa de esta falta de
cauces, los creyentes con esperanzas de
renovación ponemos toda nuestra confianza
en el papa Francisco, cargando sobre sus espaldas muchas
responsabilidades, situación agravada por la soledad en que se encuentra debida
a la desafección de un sector de la
jerarquía que lo tacha de politizar la
religión cuando se preocupa del mundo
del trabajo, de los migrantes y refugiados, y de poco respetuoso con la moral y
la fe tradicional de la Iglesia Católica por
ser comprensivo con las personas divorciadas, homosexuales, agnósticos y
ateos. Otro sector de jerarcas, clérigos y religiosos y laicos guarda
silencio a ver qué pasa, reforzando con
su omisión las palabras y actitudes de los disidentes.
Todo este panorama es visto con
desazón por muchos católicos- hombres y
mujeres, sobre todo ellas, por la indiferencia de la jerarquía ante sus
problemas. El teólogo Hans Küng afirmaba
en su libro “¿Tiene salvación la Iglesia? (2011) que 250.000 personas habían abandonado la Iglesia en Alemania y en
Austria unas 80.000 (según cálculos del cardenal Schönborn). La crisis surgió a
causa del “escandaloso encubrimiento de actos de violencia sexual”, denunciado
por el Comité Central de los Católicos Alemanes, pero los obispo no reconocieron
a este órgano creado por los fieles, ni
al movimiento “Somos Iglesia”, “una voz independiente del pueblo eclesial refrendada por más de un millón de firmas”. Finalmente, la posible investigación
“encalló”, al término de 2010 y principios de 2011.
Decía también en mi anterior
artículo que frente a todos estos males
que acaecen en la Iglesia y que nos son ajenos a la voluntad de sus
dirigentes, se dan muchas luces como la atención a toda clase de personas
necesitadas y desamparadas, el testimonio de tantos miembros de Cáritas,
militantes obreros cristianos y de comunidades, congregaciones, órdenes
religiosas, y misioneras y misioneros laicos y consagrados… Es, por
tanto, en nombre de todas esas personas
y colectivos de la Iglesia que hacen tanto bien, que resulte sorprendente
que la jerarquía no apueste por una profunda renovación que haga de la Iglesia,
en comunión con otras Iglesias
hermanas, la “Casa común del género humano”.
Para finalizar esta extensa
sinopsis, decía también que “estas y
otras preocupaciones están en la mente
de teólogos, biblistas y católicos de base, que no ven otra salida ante el
mosaico de valores y contravalores (en la Iglesia) que VOLVER A JESÚS”.
En esta línea, numerosas voces
reclaman la VUELTA A JESÚS-y este fue el tema que se me propuso y desarrollé en
el I ENCUENTRO DE CRISTIANOS Y CRISTIANAS DE LA PROVINCIA DE CÁDIZ. Así el papa Francisco declara
contundentemente: “La Iglesia ha de
llevar a Jesús: este es el centro de la Iglesia, llevar a Jesús. Si alguna vez
sucediera que la Iglesia no lleva a Jesús,
esa sería una Iglesia muerta”. Nos propone, pues, “volver a la fuente y recuperar la frescura
original del Evangelio”. Para ello nos invita a “volver al encuentro personal
con Jesucristo”. Es para el Papa un peligro
pretender ser cristiano sin
Jesús, añadiendo: “Solamente es válido
lo que lleva a Jesús y solamente
es válido lo que viene de Jesús”
Francisco destaca también en el Evangelio “su creatividad divina”,
frente a los “esquemas aburridos en que pretendemos encerrarlo”. Nos invita,
pues, a sentirnos acompañados continuamente por él como discípulos de
Jesús.
Para Francisco el verdadero motor
de la Iglesia es el Evangelio de Jesús y llega a decir que “la verdadera
renovación de la Iglesia sólo es posible
impulsarla “dese el corazón del Evangelio”. Es también un medio de
recuperar las fuerzas perdidas del espíritu, porque “el Evangelio responde a las necesidades más profundas de las personas”. Invita, por tanto, a
escuchar la Palabra, contemplarla, descansar en Jesús y adorarlo”.
No olvida tampoco Francisco que
el proyecto de Jesús es instaurar el Reino de Dios, ámbito de fraternidad, de justicia,
de paz, de dignidad para todos en la vida social (EG). Para Jesús, los últimos
fueron los primeros (cautivos, ciegos, pobres, oprimidos, enfermos y mujeres en
dificultad), invirtiendo de este modo el
sentido de la historia (Lucas, 4, 16-22).
Por consiguiente, como es mucho
lo que nos jugamos, hemos de “volver a Jesús”, convertirnos a su Espíritu en lo
personal, en lo social y en la
estructural eclesial, sin miedo a
ciertas reformas, “a despedir a lo que ya no vale en la evangelización y
abrir caminos nuevos al Evangelio de Jesús”.
Para el Papa, la Iglesia se ha hecho vieja por su adhesión doctrinal y rigurosa a las normas,
exigiendo determinados cumplimientos,
que proporcionan “seguridad y satisfacción de las necesidades religiosas,
ajenas a l proyecto del reino de Dios”.
Critica que se “encierre en sí misma y
se autorreferencie como una identidad
absoluta”. Quiere una Iglesia en salida y que vaya las periferias del mundo y
de las necesidades.
Otra insistente voz que clama por
la vuelta a Jesús es José Antonio Pagola, teólogo, biblista y profesor que ha
sido de Cristología en la Facultad
Teológica del Norte de España. Ha escrito abundantemente sobre Jesús de
Nazaret. He leído dos libros preciosos de él: “JESÚS, Aproximación histórica
y “Volver a Jesús”, además de
comentarios suyos sobre el evangelio en “Fe Adulta”. Por medio de sus
publicaciones y conferencias pregona
constantemente “volver a Jesús”,
porque es de la opinión que si no se promueve en nuestras parroquias y
comunidades “un clima de conversión
humilde y gozosa a Jesús” veremos
cómo nuestra fe se irá apagando, quedando reducida a “formas religiosas cada vez más decadentes y
sectarias, alejadas de lo que verdaderamente significa el evangelio de Jesús”.
Ante el hecho constatado de que nuestras iglesias se vacían y la gente se aleja
de la fe, propone una “conversión en el
nivel más profundo” yendo a las “raíces en un clima más evangélico”,
actualizando de alguna manera la “experiencia fundante” de los inicios con
Jesús. Para Pagola no basta con “poner orden en la Iglesia”, sino
recuperar al interior de la misma el Espíritu
del Nazareno.
Otra ilustre voz es la de José
María Castillo, Doctor y profesor en Teología Dogmática y Doctor Honoris Causa
por la Universidad de Granada. Nos ilustra y aconseja en sus más de treinta
libros escritos y publicados, entre ellos, la trilogía de su Teología Popular,
“Jesús de Nazaret, aproximación histórica”, “La religión de Jesús”, comentario
al Evangelio diario, “La laicidad del Evangelio” y recientemente “El Evangelio
marginado”, que presentó recientemente
en la Facultad Ciencias Económicas y Empresariales, invitado por el Grupo
Cristiano de Reflexión y Acción, el Comité “Óscar Romero” y la colaboración de
la Universidad de Cádiz
Frecuentemente dice Castillo que el Evangelio no es un libro
de religión sino un conjunto de relatos protagonizados por Jesús, en los que
con insistencia habla de su relación
con Dios, el Padre, sin intermediarios: sacerdotes, rituales y ceremonias.
Jesús anuncia un Dios bondadoso y misericordioso, que quiere que nos amemos los
unos a los otros. El Evangelio de Jesús
es, pues, para este teólogo, “el proyecto ideal para mejorar este mundo…” y ha
de ser el centro de la vida cristiana y de la Iglesia.
Por último, no quiero olvidar a
Xavier Picaza cuyo libro “La novedad de Jesús de Jesús: Aportación y legado”,
he leído recientemente. Es una obra
densa, fruto de una gran investigación
sobre el Antiguo Testamento; Jesús, testigo de Dios; evangelio y Hechos
de los Apóstoles, Pablo y su escuela: misión universal, comunidades, sacerdocio
y el camino posterior de los ministerios.
Centrándonos en el tema de Jesús,
que es el que nos interesa ahora, dice que Jesús es buena nueva de Dios, que
hace posible que los hombres sean y se hagan divinos. Abrió además la esperanza
israelita, en calidad de judío, a los excluidos sociales, promoviendo un
movimiento de liberación de los descartados del sistema. De origen campesino,
fue profeta, además de ser obrero marginal, que trabajó en diversos oficios,
principalmente como “texton” o hijo de texton (artesano). Tras su bautismo por
Juan, del cual pudo ser discípulo, según el autor, Jesús pasa de profeta a
Jesús- Hijo, el Hijo amado de Padre.
Picaza considera el camino de Jesús como sorprendente, lo que convierte en
lógica y funesta la postura de la Iglesia posterior que lo ha desandadado. Por
tanto, resulta muy fuerte a la institución eclesial adherirse a ese movimiento
igualitario, que pone en el centro del banquete de la vida a los excluidos,
“sin diferencias de sexos ni ministerios”.
Cómo consecuencias de mi exposición,
inspirada en las enseñanzas tan autorizadas como las del papa Francisco, José
María Castillo y Xavier Picaza, saqué unas conclusiones que me parecieron
interesantes para los que me escuchaban, cuya relación haría todavía más
extenso este artículo, por lo que las dejo para otra ocasión.
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