LA APERTURA AL OTRO: UN PRINCIPIO
FUNDAMENTAL DE FILOSOFÍA PRÁCTICA Y
EXISTENCIAL.
Uno de los principios que mueven
mi pensamiento y mi conducta social es comprender al otro, pero para llegar a
ese acto de comprensión en profundidad
es preciso que entienda a mi interlocutor; que me ponga en su lugar; que lo
escuche- oír con atención- , hasta “el fondo”, como hace tiempo le oí decir a unos amigos muy preocupados por
el prójimo. En este “viaje” hacia mi interlocutor necesito unas herramientas
fundamentales: 1º) Conocer algo de su vida, de su origen y de su historia
personal y, si puede ser, familiar. Saber, por tanto, cuáles han sido algunas
de las vicisitudes por las que ha pasado.
Captar, además, dónde pone el acento de sus alegrías, motivaciones,
expectativas, tristezas y sufrimientos. 2º) Prestar atención a su lenguaje:
expresión gestual y verbal, ya que son signos externos de conceptos y vivencias
del sujeto, que expresan su personalidad, su inteligencia, las ideas fuerza que
mueven su voluntad para pensar y actuar, nivel cultural , experiencias y
capacidad para la bondad y la generosidad.
Por tanto, su comunicación
conmigo me abre a una parte importante
de lo que es y piensa esa persona- el otro, la otra-; en definitiva, mi
interlocutor o interlocutora. Aunque siempre queden en la oscuridad y en el
silencio aspectos de su vida que solo a
él o a ella le pertenecen.
Desde los elementos conceptuales
y vitales que me desvela en su conversación conmigo, puedo acercarme a lo que
esa persona y yo tenemos en común y, a
partir de ahí, iniciar el peregrinaje de acuerdos y desacuerdos, intentando,
con el mayor respeto a sus opiniones, establecer coincidencias y discrepancias,
que representan la originalidad personal e incontrovertible de cada persona, de cada sujeto. Finalmente,
si es posible, llegar a unas conclusiones que podamos compartir y que sean, por
tanto, el resultado efectivo de nuestra conversación.
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