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martes, 9 de junio de 2020

La muerte de Goerge Floid: miseria moral y violencia del sistema de orden autoridad de los Estados Unidos.



           
El ASESINATO DE GEORGE FLOID: MISERIA MORAL Y VIOLENCIA DEL SISTEMA DE ORDEN Y AUTORIDAD DE LOS ESTADOS UNIDOS



Cualquier asesinato es cruel, pero el de George Floid   tiene unas características   especiales: la   fuerza con que la rodilla del policía asesino   presionaba   sobre la cara   de la víctima, hasta el punto de dejarlo sin respiración, fue directamente proporcional al odio y al racismo que presuntamente   el agente   del llamado “orden público” tiene a las personas de raza negra.  Los hechos reflejan una realidad que solo tiene una doble cara:  la violencia y la   impunidad.



Es verdad que la escena grabada por un vecino de la calle donde   ocurrió   la  tragedia, no necesita   más explicación: era lo suficientemente plástica y contundentemente   violenta   para que   el hecho nos hable por sí solo: el cuerpo pesado de un agente de policía aplasta con su rodilla la cara de un ciudadano de raza negra, sin miramientos y, por tanto, sin sentimiento alguno de piedad hacia el agredido. Es la fuerza de un hombre brutal, que no tuvo ni siquiera una palabra de oposición de sus compañeros agentes de este “orden injusto” al hecho deleznable que estaba realizando. No hubo de  parte de ellos  un solo gesto que disuadiera a su compañero de las graves consecuencia que podía derivarse de su bárbaro acto.



¡Pobre y desgraciado el país en que se dan estos hechos! ¡Dónde queda el patriotismo de la mano en el pecho, mientras se canta el himno nacional y se adora a la bandera de sus amores! ¿Qué personas tienen derecho a integrar ese país, a juicio de supremacistas y racistas asesinos sin conciencia? ¿Solo los blancos, a criterio del más puro y selectivo nazismo? ¿De qué tipo de autoridad están investidos muchos de los policías estadounidenses, que dan palizas, torturan y matan a personas, a las que consideran diferentes y e inferiores?  ¿Qué valores pueden    significar   unos   asesinos    que, en vez de defender a los ciudadanos, de velar   por   su   seguridad,  los  agrede  y  mata.  ¿Cómo puede la ciudadanía   reconocer al agente, representante de una autoridad que emana de poderes xenófobos y racistas, o indiferentes, como el caso del presidente Trump, que solo se ha referido a los disturbios y destrozos, estos últimos obra de desaprensivos; pero no ha tocado  siquiera de paso el nudo de la cuestión: el asesinato de Floid y de tantos otros ciudadanos negros a manos de un importante número de policías que tratan  peor que  a perros a unos ciudadanos  de los que Trump debería ser un presidente objetivo, imparcial y justo.



A la vista de tanta injusticia e impunidad, el pueblo pierde la confianza en sus mezquinos dirigentes y se echa a la calle, buscando en la muchedumbre la fuerza, autoridad colectiva y el respaldo que le falta; asideros que le han sido negados día tras día, año tras año, porque hace tiempo que el problema se ha enquistado en Estados Unidos, después de una época de cierto progreso gracias a las luchas, principalmente pacíficas, de activistas con Martin Luther King.



En una época de subjetividad como la que vivimos, las instituciones y políticos españoles, salvo honrosas excepciones, han guardado    un   irresponsable   silencio ante el amo imperialista norteamericano. Es posible     que si   hubiese   habido un presidente estadounidense   con distinta   altura   de miras y   actitud más equitativa, se habrían enviado mensajes   de pesar y condena del hecho; pero, en las circunstancias actuales, ¿qué dolor ha podido sentir Trump, tan indiferente a los acontecimientos, para aceptar las condolencias de las autoridades y organizaciones políticas españolas?



A pesar de este gran inconveniente, no es justificado el silencio ante un crimen como el perpetrado por el policía, debido a  intereses económicos y sumisión política al gigante americano; sobre todo de aquellos que nos recuerdan constantemente la situación política de Venezuela, como si fuera el único país con graves problemas políticos, económicos y sociales.



Una vez más, el conflicto racial de EEUU y sus secuelas de atentado a la vida y de injusticias ha dejado al descubierto a la opinión publica internacional la miseria y despiadada violencia del sistema de orden y autoridad del país norteamericano.


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