OBITUARIO.
HA FALLECIDO ANDRÉS AVELINO, NUESTRO HERMANO EN LA FE, CURA Y
AMIGO.
Hoy, 21 de septiembre, he recibido de mis amigos y amigas de compromisos
militantes la triste noticia del fallecimiento de Andrés Avelino, el cura de
“Pescadores”. Procedente de Burgos, su tierra natal, arraigó en nuestra
Diócesis de Cádiz y Ceuta, concretamente, en esa puerta abierta al Estrecho de
Gibraltar que es la ciudad de Algeciras.
Conocí a Andrés
Avelino en la HOAC, de la que fue durante años su consiliario diocesano. Su
sola presencia daba una fuerte impresión de acogida. Destacaba por su buen
humor, sus abrazos de bienvenida, a la vez que saludaba con algunas de sus
palabras características: “¿Cómo estás, tio grande?”
Me impresionaba su convencimiento en el seguimiento de Jesús
de Nazaret, profundamente enraizado en el compromiso con los pobres, las
personas sin hogar e inmigrantes. La iglesia de “Pescadores” y dependencias
estaban abiertas a toda aquella persona necesitada de la ayuda y servicio de
Andrés. Más de una vez tuvo que declarar en comisaría por acoger a inmigrantes
“sin papeles”. Sin embargo, a pesar de las dificultades y amenazas de la
policía, seguía comprometido con los sin voz, con los necesitados.
Su colaboradores y colaboradoras en las diversas tareas
solidarias que llevaba entre manos y que formaban parte de las comunidades que
él mismo alentaba, no comprendían, a veces, de dónde sacaba las fuerzas para
continuar con una lucha que llevaba a cabo en el proceloso mar de la
precariedad, la pobreza, la injusticia y la ilegalidad hipócrita que convierte
a las personas vulnerables en sospechosos y, en ocasiones, en delincuentes sin
serlo. Para Andrés, todas las personas y principalmente las afectadas por los
embates dolorosos de la vida eran hijos del Dios Padre-Madre, que gratuitamente
reparte los dones y bienes de la vida, y
que algunos, no pocos, acaparan en su afán desmedido de lucro. Con
convicción repetía frecuentemente la palabra: “Gratuidad”, que para quienes le
oían significaba trabajar por el Reino de Dios y los pobres a cambio de nada.
Sorprendía también su sencillez, la amistad con los amigos y
amigas del barrio, su ser cura sin parecerlo, sus sentidas y creativas homilías
y eucaristías; su libertad a la hora de interpretar las actuaciones en el seno
de la Iglesia. Cuando nos centrábamos en la crítica, nos decía que el “tinglaillo,
refiriéndose a la Iglesia, había que cambiarlo para que se pareciera cada vez
más a la comunidad de creyentes que quería Jesús de Nazaret.
Un día, cuando los síntomas de la enfermedad empezaban a
hacerse presentes, se sobresaltó al ver que un grupo de vecinos se acercaron a
la parroquia mostrándole un periódico, en el que aparecía su cese como párroco,
sin haber recibido comunicación de la decisión tomada por el obispo diocesano,
Mons. Zornoza. Esta actitud del prelado sentó muy mal a Andrés que repetía con
frecuencia: “Por la forma en que el obispo me ha despedido sin previo aviso, no
sé si ya soy cura o bombero”. Se percibía vacío en sus funciones de cura y
párroco de su barrio; como si no se le hubiese considerado su dignidad de
persona y sacerdote. En esta delicada situación, sus amigos de la comunidad y
parroquianos no le abandonaron hasta que ya no fue posible cualquier ayuda.
Se nos ha ido el amigo, el cura militante y solidario, que
abrió caminos en la forma de entender su ministerio. Los que le conocieron y
trataron dicen de él que “vivió el Evangelio de manera radical- una radicalidad
que molestaba-, con la palabra y su ejemplo de vida”. “Los inmigrantes siempre
lo recordarán. Un hombre bueno- la bondad hecha persona- ya está gozando de una
vida nueva”. “Se ha ido- comenta otro compañero- un hermano, un amigo (…), uno
más del pueblo. “Se ha ido uno de los grandes de la solidaridad, ejemplo de
creyentes y no creyentes”. Y esta relación de comentarios termina con una
afirmación: “No te olvidaremos”.
Querido Andrés, ya gozas de la bondad infinita del
Padre-Madre, como te gustaba nombrar a Dios. Termino con unas palabras de una
buena amiga: “Descansa en Paz, amigo Andrés. Cuida de nosotros”. Así sea.
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