Antony Flew, el ateo que creyó en Dios por su conversión al deísmo.
1.- INTRODUCCIÓN. ¿Quién es Antony Flew?
Antony Flew fue hasta su conversión al deísmo el filósofo
ateo más importante de nuestro tiempo. Durante medio siglo presentó argumentos
muy razonados sobre el ateísmo, y un buen número de filósofos ateos tuvieron en
él una firme guía y orientación en sus convicciones, hasta que llegó ese
momento crucial en su vida: la creencia en Dios, en una inteligencia fundante
del cosmos (1)[1].
El libro que vamos a comentar es, pues, un tratado que
presenta de forma muy racional el proceso que el autor siguió para dar ese
cambio en su vida intelectual y en el campo de la filosofía.
Quien lea su obra “Dios Existe” y tenga algún conocimiento de
la trayectoria del autor, quedará impresionado de la transformación intelectual
de quien escribió más de treinta libros en 50 años, muchos de ellos relacionados
con el tema del ateísmo y la religión. Su artículo “Teología y falsificación”
se convirtió en la obra más editada del siglo XX[2].
“En su libro “Dios y la filosofía” planteó que no podía
iniciarse el debate sobre la existencia de Dios, si antes no se demostraba la
coherencia del concepto de un espíritu omnipresente y omnisciente (Dios).
En otro libro “La presunción de ateísmo” considera que el
teísta está obligado a argumentar su creencia en el teísmo y que la posición de
partida no podía ser la del ateo, porque es el creyente en Dios el que debe
llevar el peso de la carga para defender lo que cree.
Resulta sorprendente su transformación, si se tiene en cuenta
los recios razonamientos que presenta en sus obras, al considerar la obligación
del creyente de justificar mediante argumentos su creencia en Dios y la
coherencia en exponer también por qué cree en un Dios omnipresente y
omnisciente. Su tesis central es que una afirmación teológica o religiosa no se
puede considerar una afirmación convincente si quien la emite o expresa no
presenta a su vez opiniones o afirmaciones que la contradigan. Resulta
insuficientemente convincente toda afirmación que se profiera sin tener en
cuenta las objeciones en contra.
2.- ¿QUÉ CONTIENE LA OBRA PARA QUE MEREZCA LA PENA INVERTIR
TIEMPO EN LEERLA?
En una época en que se piensa poco o muy poco en el problema
de Dios; tema que, sin embargo, ha recorrido toda la Historia de la Filosofía,
puede ser extraordinariamente interesante que un filósofo, paladín de la
defensa razonable del ateísmo, deje como testamento su sorprendente conversión
al deísmo. Es conveniente destacar que Flew no escribe como converso al Dios
del Cristianismo, sino al Dios de los filósofos, ser o causa hacedora del
universo y de las leyes que lo rigen. Por tanto, no llegó a creer en
Jesucristo, tampoco en dogmas ni revelaciones de las religiones tradicionales.
No pretendo con este comentario de su libro “Dios Existe” catequizar
a nadie, sino hacerme eco en estas líneas de un acontecimiento acaecido en la
etapa final de la vida de este gran filósofo del ateísmo, que transformó su
filosofía sobre Dios. Curiosamente, en nuestro país, se ha silenciado tanto el
hecho de la transformación del filósofo como el libro que escribió a
consecuencia de su sorpresivo cambio. Solo una muy digna excepción: algún
artículo y unos pocos comentarios en Internet.
Si la tensión por la verdad y el ejercicio de aproximación a
la misma, es un esfuerzo que debe realizar todo filósofo, si quiere cumplir con
su función de pensador, valgan estas líneas para transmitir tamaña aspiración,
la de nuestro autor.
3.- LA OBRA: “DIOS EXISTE”.
En esta obra “Dios Existe”, Antony Flew da sus razones de por
qué se había convertido al deísmo; algo así como su testamento intelectual, el
cual podría llamarse… “¡Ahora creo que existe Dios!”
Aclarará también que no se ha convertido por su edad y miedo
a la muerte, como le achacaban sus antiguos correligionarios ateos, sino por
una convicción personal argumentada. No niega haber tenido alguna otra modificación
en su pensamiento a lo largo de su vida, ya que dejó de creer el marxismo,
porque no estaba de acuerdo, tal como postula esta teoría filosófica y
económica, que la historia estuviera regulada por leyes iguales a las leyes de
la física, y pone el ejemplo de una de esas leyes: la lucha de clases.
3.1.- ¿CÓMO SE HIZO ATEO?
Sus primeros pasos fueron como cristiano, en una familia en
la que el padre era pastor metodista.
En este ámbito de la influencia intelectual de su padre en
él, hay una primera pista de su método de trabajo filosófico para plantear y
recibir toda la información sobre un tema. Su progenitor le dijo varias veces
que los intérpretes de la Biblia, al analizar el Antiguo Testamento, no se
conformaban con el significado de una palabra en cuestión, sino que buscaban
los usos de la palabra hebrea en registros o ejemplos contemporáneos. Este
procedimiento daba al investigador una gran información sobre el tema a tratar
y un entusiasmo muy especial por la investigación crítica. La aportación
exegética y metodológica de su padre a su acervo intelectual no le impidió
abandonar la fe paterna.
En Kingswod, participó en un club del centro: el “Socratic
Club”. Sus miembros, ateos y cristianos, debatían apasionadamente sobre Dios y
la religión. El Club estaba dirigido por un agudo apologeta cristiano C.S.
Lewis, que para Anthony Flew era el más eficaz en su especialidad en la segunda
mitad del siglo XX. En un principio el filósofo no le prestó atención, pero más
adelante consideró que la argumentación de Lewis en defensa de la revelación
cristiana era muy potente, independientemente de que se creyera o no en ella.
Mientras estudiaba en KINGSWOOD SCHOOL, Flew llegó a ser un
comunista convencido, pero le defraudó el Partido Comunista Británico, al que
consideró traidor por llamar “imperialista” la guerra contra los nazis, siguiendo
las instrucciones de Moscú, tras el pacto entre Stalin y Hitler en 1939. Más
tarde, se afilió al Partido Laborista, pero también se dio de baja en este
partido. Definitivamente, abandono el marxismo por la razón que hemos expuesto
más arriba: la historia no puede regirse por leyes permanentes como cree este
sistema de pensamiento filosófico y económico. A lo largo de su vida de
filósofo su pensamiento sufrió modificaciones, precisamente por esa apertura a
lo que pudiera presentarse en el proceso de la argumentación.
A) El problema del
mal como uno de los motivos de su conversión al ateísmo.
B) Seguimos con su biografía como
itinerario de su evolución filosófica.
Tras sus estudios en Kingswood, se matriculó
en la prestigiosa universidad de Oxford donde obtuvo el premio extraordinario
de licenciatura (first) y más tarde el Doctorado en Filosofía, una especialidad
a la que, en el pasado, no había pensado dedicarse.
Por medio de su biografía, vamos
conociendo aún más los distintos aspectos del método filosófico de Flew. En el
periodo de estudio de su posgrado bajo la dirección del profesor Gilbert Ryle,
adquirió la costumbre de atender y contestar “persona a persona” a las
objeciones que le planteaban. No tenía reparos en “seguir la argumentación
hasta donde nos quiera que nos lleve”- escribe-, consejo que Platón atribuye a
Sócrates en “La República”. Incluso veía cómo una obligación mantener una
actitud abierta en su debate con el interlocutor.
Coincidiendo con su último curso en
Oxford, el filósofo A.I. Ayer, publicó el libro “lenguaje, verdad y lógica”. En
él, este autor desarrollaba su teoría sobre el positivismo lógico, cuya tesis
era que todas las proposiciones religiosas o afirmaciones en forma de oraciones
lingüísticas carecen de relevancia cognitiva. Esta teoría fue rechazada por
numerosos miembros del Socratic Club, entidad universitaria a la que pertenecía
Flew, pero este consideraba que su trabajo “Teología y falsificación” refutaba
suficientemente las proposiciones religiosas, y que, por tanto, era una crítica
más definitiva que las que se exponían en el Socratic. En este importante
trabajo del autor, consideraba Flew que “las mil cualificaciones” que rodean
las afirmaciones religiosas quedan en nada “si una afirmación no tiene, al
menos, un significado que excluya ciertas cosas”; así: “la afirmación de que la
tierra es redonda excluye la posibilidad de que sea plana”.
C.- La muerte de las “mil
calificaciones”.
Pero, ¿qué son
las cualificaciones? Son las afirmaciones y las explicaciones que el creyente o
el defensor de una tesis da para defender una creencia, por ejemplo, la
existencia de Dios u otra tesis cualquiera: la existencia del alma. Si a su
afirmación se presentan fenómenos que parecen contradictorios, la afirmación
puede mantenerse en pie y ser refutada más tarde. Pero si el creyente aumenta
las cualificaciones, dando cada vez nuevos argumentos, así como hechos
contradictorios, podrá decirse que la afirmación no tiene consistencia porque
está vacía de contenido. Recibe, entonces, “la muerte de las mil
cualificaciones”.
[2])Prefacio de Roy Abraham Varghese, a la obra “Dios Existe”.
José Luis Velázquez en
“Filosofía de la religión[3],
transcribe la “parábola del jardinero” de J.Wisdon en 1944, referente a las
“mil cualificaciones”, que recrea Flew y que explico aquí:
En esta parábola, dos exploradores
llegan a un claro de la selva. Ambos ven que en ese lugar crecían muchas flores
y malezas. Uno de los exploradores afirma que un jardinero (Dios) cuidaba del
lugar. El compañero disiente. Para comprobar la presencia o ausencia del
jardinero plantan las tiendas y vigilan. Al no aparecer ningún jardinero, el
explorador creyente admite la posibilidad de que sea un jardinero invisible.
Dan un paso más: electrifican la zona y pasean vigilando con perros. Pero nada:
nadie aparece electrocutado por recibir una descarga eléctrica; tampoco nadie
ha saltado por el alambre de espino que permanece inmóvil. Los perros no
ladran. No obstante, tantas pruebas que confirman la ausencia de cualquier jardinero,
el creyente no se convence. Al final, el explorador escéptico, desesperado, le
pregunta a su compañero qué era lo que quedaba de su afirmación original y qué diferencia
encontraba entre un jardinero imaginario e invisible y cualquier jardinero
real.
Ante tantos hechos que pueden
contradecir la afirmación del creyente caen por su peso las mil cualificaciones
que expone y que constituyen la muerte de su creencia.
D.- La evolución de Flew como filósofo
Su evolución como filósofo fue lenta, ya que
tardó años en madurar y fijarse en sus principio y conceptos fundamentales, debido
a su capacidad para revisar y modificar sus ideas sobre la realidad. Poseía una
gran versatilidad intelectual, pues, durante bastante tiempo, se dedicó a
reflexionar sobre los temas políticos, pasando posteriormente a dedicarse a la
filosofía en sus distintos campos. Escribió 35 libros sobre filosofía del
lenguaje, filosofía moral, filosofía política, de la ciencia, lógica y
educación. Al abandonar Oxford, estuvo destinado en universidades de Escocia,
EEUU y Canadá, enseñando filosofía.
Por encargo de la Serve New in
Ethics escribió “Ética Evolucionista”, libro en el
que quiso demostrar que la teoría darwiniana de la evolución había sido
utilizada en favor de creencias e ideas sin fundamento.
Prestó también atención al lenguaje, al estudio del uso de
las palabras, mediante los cuales accedemos a los conceptos. De esta manera,
dándole gran importancia al lenguaje, podían resolverse algunos de los
problemas que la filosofía tenía planteados en aquel momento: si se podía tener conocimiento del mundo
exterior, tesis negada por Descartes, Locke, Berkeley, Hume o Kant, ya que el
lenguaje era el punto de unión entre el pensamiento y la realidad exterior; era
el mismo pensamiento proyectado en palabras para nombrar las cosas de esa
realidad que estos filósofos negaban.
Para Flew, el conocimiento filosófico
es distinto al científico y, aunque parece que en la filosofía no hay
progresos, de tal manera que otro filósofo vienen a refutar el sistema o las
ideas de uno anterior o contemporáneo, lo importante es que la argumentación
deductiva y la metodología desvelen si los argumentos son válidos o no y si las
premisas y las conclusiones son verdaderas o falsas. Solo así se podrá orientar
el proceso del pensamiento mediante la razón a la máxima posibilidad de verdad
de la producción intelectual de un filósofo.
En 1966, publica “Dios y la
filosofía”, obra en la que afirma que los argumentos más conocidos a favor de
la existencia de Dios eran no válidos. Para Flew era necesario determinar un
“tipo específico de Dios”, si se quería identificar a ese Dios para comenzar el
debate entre creyentes/no creyentes. Se preguntaba cómo podía ser identificado
o reidentificado un concepto o tipo determinado de Dios a través del tiempo,
sin cambios en ese proceso de identificación.
Los teístas respondieron a las
afirmaciones de Flew. El historiador de la filosofía, Copleston, F llegó a
decir que no se podía exigir razonablemente a la mente humana que fuera capaz
de ensartar a Dios como una mariposa, ya que el concepto que nos hacemos de él
es el de un ser dinámico en su personal trascendencia, difícil de captar por la
razón, y solo es en este movimiento del sujeto en su búsqueda de Dios es como
Dios se convierte en una realidad para el ser humano.
E.- La presunción de ateísmo y la
carga de la prueba.
Flew considera que para un debate sobre la existencia de Dios hay que partir de la presunción de ateísmo-conjeturar o suponer la veracidad del ateísmo-, y que la carga de la prueba, principio del proceso jurídico, correspondía a los teístas que deben demostrar que el “uso teísta de la palabra Dios debe ser provisto de un significado que teóricamente pueda demostrar que corresponde a un ser real descrito por ella”. Por tanto, el teísmo ha de proporcionar “buenas razones” para su creencia en Dios; si no las tiene, no habrá por qué creer en la existencia de Dios.
Por supuesto, este principio de la
presunción del ateísmo no representaba superioridad alguna sobre la tesis rival
a refutar, sino que constituía un posicionamiento lógico del debate.
En este itinerario intelectual, Flew
reconoce que había escrito mucho sobre filosofía de la religión y estaba
abierto a cualquier crítica que se le hiciera. Su carrera filosófica se la pasó
discutiendo y debatiendo con quienes disentían y debatían con él sobre los
temas candentes de la filosofía: filosofía social, los problemas cuerpo-mente,
libertad-determinismo y el problema de Dios.
En esos diálogos hubo de todo, hasta
una tabla de convicciones ateas: la no existencia de Dios, la infinitud del
universo, la creencia en la evolución de los seres vivos desde la materia
orgánica…
Con el filósofo cristiano Plantinga
discutió acerca de a quién correspondía la presunción de veracidad lógica si al
ateísmo o al teísmo. Al contrario que Flew, aquel opinaba que el teísmo no
tenía nada que demostrar. Nuestro filósofo mantuvo muchos debates con filósofos
evangélicos y teístas en torno a una primera causa infinita, eterna o única,
causante de otras: Dios. Estos consideraban que la mejor explicación para el
origen del universo y su complejidad era la aceptación de la existencia de
Dios. Por su parte, Flew pensaba que antes del Bing-Bang no había nada y que el
ser humano y otras entidades del universo eran el efecto de fuerzas mecánicas
inconscientes. A veces, los debates no
llevaban a ninguna parte porque filósofos creyentes y no creyentes mantenían
posturas irreductibles en sus tesis.
4.-IRRUMPE EN NEW YORK COMO CONVERSO
En 2004, Antony Flew irrumpe en la
Universidad de Nueva York, en lo que llamo: “Mi estreno en New York”, en su
último debate público con personajes de prestigio como el científico israelí
Gerald Schroeder y el filósofo escocés John Haldane.
En el acto de lo que pudo ser un
debate y no lo fue porque los otros intervinientes eran creyentes y Flew se
presentó como converso. Hizo mención de una “inteligencia creativa”, capaz de
crear una estructura tan compleja como el ADN. Expuso que solo la inteligencia
podía ordenar y ensamblar elementos enormemente diversos para producir vida.
Por tanto, tenía que ser una inteligencia superior.
Richard Dawson es biólogo
evolucionista, apasionado activista ateo y académico que dedica sus esfuerzos a
demostrar la incompatibilidad entre la evolución natural y la creencia en Dios.
Por esta razón, es un furibundo enemigo de la fe del creyente; la compara con
un virus y toda clase de enfermedades, considerándola “uno de los grandes males
del mundo”.
Dawson señala tres argumentos para rechazar
la creencia en Dios: 1) la evolución es suficiente para explicar la complejidad
biológica y la vida, sin la necesidad de un Dios. 2) La religión es irracional.3)
El gran daño causado por la religión. Estas pinceladas sobre Dawson son
suficientes para darnos cuenta del rival que Flew tenía enfrente. Pasó, pues,
de ser un correligionario a constituirse en el más duro y crítico oponente, al considerar
que la “caverna cristiana” había convertido al filósofo en su vejez. Pero Flew
no le fue a la zaga en su oposición a Dawson, en polémicas por escrito y en sus
libros.
Antes de su conversión, Flew se
oponía a la teoría del “gen egoísta” de Dawson, que el biólogo/zoólogo publicó
en su obra del mismo título en 1976, y que defendía que el ADN interviene
activamente en nosotros “creando un mundo de salvaje competencia, tiranía,
explotación ilegal y trampas biológicas con la única finalidad de prevalecer. A
lo largo de la escala evolutiva, los seres humanos no son más que otras de las
máquinas que usa el ADN para propagarse”[5].Para
Dawson, los organismos son el modo de reproducirse de los genes, es decir, los
organismos son la manera o forma de reproducirse de los genes.[6]
Ante esta catastrofista atribución de
cualidades de Dawson, Flew no estaba de acuerdo con que la evolución produjera
algo positivo: positivo en el sentido de capacidad para la acción o realización
de algo. Pensaba que en la evolución se tiende a eliminar lo que no es
competitivo. Para Flew el gen egoísta de Dawson era un craso error porque
borraba el carácter específico y diferencial del ser humano respecto a otras
especies y atribuía, además, características a los genes propias de los seres
humanos, considerando que son máquinas creadas por nuestros genes, que compiten
encarnizadamente unos con otros.
4] “¿Cómo habla Dios? La evidencia científica de la fe. Francis S. Collins, Ariel 2007
[5] “Bioinformática.uab.es> treballs 00-01”
[6] Blog del COBCM, blog oficial del colegio Oficial de Biólogos de la Comunidad de Madrid, 7/08/2019
6.- EL CAMINO DE FLEW PARA DESCUBRIR LO DIVINO
En su descubrimiento de lo divino, Flew realiza lo que él denomina “una peregrinación de la razón”. Para nuestro filósofo las teorías no pueden conformar los datos de la observación y la experiencia, sino que, por el contrario, primero hay que tener en cuenta aquellos y luego exponer la tesis. Este principio lo explica intuitivamente con la parábola del teléfono. Las olas llevan un móvil a la playa de una isla lejana. Los nativos oyen unas voces humanas y creen que los sonidos son propios del aparato. El brujo de la tribu consigue marcar al azar y acierta la serie de números que hacen que las voces vuelvan a oírse.
Pero el sabio del poblado llega a la conclusión de que las
voces que les llegan son de personas en virtud de una misteriosa comunicación.
Los científicos de la tribu se ríen de él y, para confirmar su opinión, parten
a golpe el aparato y hacen ver que, al no haber ya sonidos, estos eran ruidos
propios del móvil. Las ideas preconcebidas erradas se imponen a la tozuda
realidad de las voces humanas.
El sabio que estudió el móvil sometió la cuestión a debate y
llegó a la evidencia de que aquellos sonidos que salían del aparato eran voces
humanas, pero los científicos negaron la evidencia destruyendo el móvil. Para
Flew, a sus excompañeros ateos les ocurría algo parecido
Con este
ejemplo, critica la postura intelectual del ateísmo que da como verdaderas
afirmaciones tales como que el universo está aquí; existe, y nada más.
Simplemente. Se formó por azar. No se necesitan explicaciones, pues, sobre su
origen. Aquí se elimina la posibilidad de argumentar a favor o en contra del
origen causado o no causado del universo. Sin hilo argumental es imposible
defender o atacar una tesis, porque hacer una argumentación racional implica necesariamente
proporcionar razones que la sustenten.
Para
oponerse a tales afirmaciones, nos da otra de sus reglas que consiste en que
para argumentar racionalmente solo hay que
proporcionar razones científicas y filosóficas que las fundamenten. En
el caso de que no haya una razón a favor de la tesis expuesta hay que
abandonarla, después de haber analizado posibles opciones en contra.
En este
sentido, Flew echa de menos que sus compañeros ateos no se hagan preguntas
acerca de la posibilidad de la existencia de una mente superior. Nuestro
filósofo es taxativo cuando dice: “Creo ahora que el universo fue traído a la
existencia por una inteligencia infinita”; así como que las leyes que lo rigen
manifiestan esta mente divina y que la vida y su reproducción tiene su origen
en ella. A estas afirmaciones llega por el camino que le había llevado su
argumentación, como proponía Platón en “La República”, inspirándose en su
maestro Sócrates.
7.-
FILOSOFÍA Y CIENCIA.
En este
marco filosófico de relación, y apertura a la posibilidad de cambio, Flew
debate con otros colegas sobre lo divino y lo humano y se convence del Dios de
Aristóteles por las ideas de David Conway. Ambos pensadores coinciden en que se
puede llegar al convencimiento de la existencia del Dios de Aristóteles
mediante el razonamiento, como hizo la teología natural, disciplina independiente
de las revelaciones religiosas. Es, pues, por medio de la razón y no por la fe
como Flew llega a creer en la existencia de Dios.
En este adentrarse en el campo de la ciencia, contempla las
leyes de la naturaleza: La de Boyle, referente a la constante de temperatura de
un gas ideal; la primera ley de Newton sobre el movimiento y la ley de la
conservación de la energía. A partir de la consideración de que el filósofo
puede extraer de datos científicos consecuencias filosóficas, como hemos visto
antes, reflexiona sobre el carácter regular de estas leyes; sobre el hecho de
que son matemáticamente precisas y universales, y llega a la conclusión de que
una inteligencia superior está detrás de ellas. La misma conclusión deduce
Einstein que se refiere con admiración a la sorprendente racionalidad de la
existencia y del universo, reflejada en esas leyes naturales y racionales. Las
palabras del gran físico son recogidas textualmente por Flew en el libro que
comentamos. Son rotundas y convincentes: “Todo el que se implica seriamente en
la investigación científica termina convencido de que las leyes de la
naturaleza manifiestan la existencia de un espíritu enormemente superior al del
hombre; un espíritu frente al cual nosotros, con nuestras modestas capacidades,
debemos sentirnos humildes”[7].
Es la misma sensación de humildad y debilidad que Flew sentía hacia ese
espíritu infinitamente superior” y su emoción ante “la presencia de un poder
razonador superior (…)”, afirmaciones con las que definía a Dios.
Erwin Schrödinger que pensaba en “una gran Unidad” a la que
pertenecemos y que se suele denominar “Dios”.[9]
Marx Planck no veía oposición real entre la religión y la
ciencia, ya que las consideraba complementarias. Ambas luchan sin desmayo
contra el escepticismo, el dogmatismo, increencia y superstición, y, por tanto,
exclamaba: “¡Adelante Dios!”.[10]
Sigo con Flew la
relación de citas de científicos insignes sobre la plausibilidad de la
existencia de Dios, y que no me resisto a exponerlas en este modesto trabajo:
Paul A.M. Dirac: “Dios es un matemático de muy alto nivel, y
usó las matemáticas superiores al construir el universo”.[11]
Paul Davies, Premio Templeton: “La ciencia solo puede avanzar
si el científico adopta una visión del mundo esencialmente teológica”. Davies
no cree que las leyes que rigen el universo sean invención humana, sino
regulaciones fijas que el científico debe descubrir, no inventar. Concluye que
parece que estas leyes estaban ahí para recibirnos.[12]
En definitiva, las teorías de estos científicos y otros
elegidos por Flew apuntan a la existencia de un Legislador Universal, una Mente
Superior, autor de leyes universales.
7) Max Jammer, Einstein and Religion, pág 93, cuyo texto y referencia aparece en “Dios Existe, páginas 95 y 96.
[8] Werner Heisenberg, Phisycs and Beyond, cita en Dios
Existe, p. 97.
[9]Erwing schrödinger, My Miew ofthe World,, cita
en Dios Existe, p. 97.
[10]Max Plank, Where is Science Going?, texto y cita
en Dios Existe, páginas 97 y 98.
[11] Paul A.M.Dirac, “The Evolution of the Physicst’s
Picture of Nature. Texto y cita en Dios Existe, p. 98.
[12] Paul Davies, “Templeton Prize Addres”, texto en
páginas 98 y 99 y cita en p.99 de Dios Existe.
8.- ¿ESTABA EL UNIVERSO PREPARADO PARA RECIBIRNOS?
Como hemos visto anteriormente, Anthony Flew se hace acompañar por las opiniones de científicos y físicos cuánticos y llega a la conclusión de que existen unas leyes racionales de la naturaleza que gobiernan el universo.[13] Se pregunta, entonces: ¿Quién escribió estas leyes de la naturaleza? Con su alma de filósofo que razona a partir de los conocimientos y experiencias de los científicos, responde rotundamente: “Dios, el legislador divino”, y plantea una nueva y sugerente pregunta: “¿Sabía el universo que nosotros veníamos?”. ¿Por qué plantea semejante pregunta? Flew se basa en la afirmación del físico Freeman J, Dyson que afirmaba que, cuando más estudiaba, con detalles el universo, este sabía, en algún sentido, que íbamos a venir. Es decir, que el universo está regulado de tal manera que si no fuera así, hoy, no estaríamos en el mundo.Ciertas evidencias científicas parecen corroborar la
afirmación anterior: bastaría que las constantes de la velocidad de la luz y la
masa de un electrón hubieran sido
diferentes para que, en concreto, nuestro planeta no hubiese tenido las
condiciones necesarias que “permitiesen la evolución de la vida. A este
razonamiento se le llama “argumento de ajuste fino”, basado en el principio
antrópico que determina que algo está ahí y que es fundamentalmente necesario
para que se produzca una realidad. Ese “algo” son unas condiciones, unas leyes
reguladoras, sin las cuales no habría sido posible la vida, tal como la
concebimos y experimentamos. Por esta razón, dicen Flew y Freeman Dyson que el
universo y nuestro planeta, en concreto, estaban preparados, finamente
ajustado, para recibirnos.
Al hilo de esta argumentación sobre un universo ordenado por
leyes racionales de la naturaleza, cuyo autor es una mente superior, nos
preguntamos qué solución habría que dar a la controversia evolución-diseño
divino, que enfrenta a evolucionistas y creacionistas. ¿Se pueden articular
estos dos conceptos en una síntesis, con todas las afirmaciones contradictorias
que representan?
En su duelo con el biólogo ateo, Richard Dawkins, al que me
he referido anteriormente, Flew, incluso todavía en su periodo de ateísmo,
afirma que la evolución ha sido mal interpretada por aquel, ya que piensa que
esta tiende a la conservación natural de la especie y no a la selección natural
de los individuos y a la supervivencia de los más aptos. Enemigo del diseño como
Dawkins, al convertirse al deísmo, ve en el diseño “debidamente formulado” un
excelente argumento para entender que detrás de las leyes que rigen la
naturaleza y el universo esta esa Mente Superior, a la que llamamos Dios.
¿Pero cuáles son esas leyes a las que se refiere Flew,
algunas de las cuales enuncia siguiendo el pensamiento del cosmólogo
especulativo, John Leslie en su obra “Mentes Infinitas? Estas leyes y otras
rigen el universo y se mantienen constantes. Tienen identidad por sí mismas;
han sido descubiertas por el hombre, pero no las ha inventado, tal como
desmiente Flew a científicos que creen que son producto de la mente humana.
Aquí expongo los tres ejemplos que aparecen en este capítulo del libro y alguno
más que pueden completar el estudio de las mismas:
En la primera, de acuerdo con la ley de la relatividad, las
fuerzas electromagnéticas se mantienen invariables, aunque ejerzan sus efectos
en dirección perpendicular a cuerpos en movimientos.
Un ejemplo aclarará el significado de esta imperiosa ley que
hace que la velocidad de la luz no pueda ser disminuida ni acelerada en su
promedio general. Cuando la luz se encuentra una placa de cristal en su camino
y la atraviesa, la velocidad disminuye porque en el cristal es menor, pero, al
salir de la placa, la luz recuperará su impresionante velocidad
independientemente de los obstáculos encontrados en su trayectoria.[15]
Volvamos de nuevo a
Flew y a la segunda ley a la que hace alusión. Dice así: “Las leyes cuánticas
impiden que los electrones colapsen en el núcleo del átomo”. La pregunta
obligada es: ¿Por qué el átomo es estable y sus electrones no van al núcleo del
átomo, no chocan o no se estrellan contra él?
El principio está claro: los electrones no chocan contra el
núcleo del átomo; ahora bien, las hipótesis sobre la causa dividen a los
científicos que plantean distintos tipos de átomos para adecuar la teoría a la
ley.[16]
En mecánica cuántica, Niels Bohr imaginó un nuevo tipo de átomo
en el que los electrones no orbitaban alrededor del
núcleo como ocurre con los planetas. Bohr introdujo el principio de
indeterminación o de incertidumbre del físico teórico Werner Heisemberg, que
afirma que es imposible determinar la posición y el momento lineal (cantidad de
un movimiento de un objeto). Este principio se refiere, por ejemplo, a la
posición de un electrón, a su velocidad y su masa. Si elegimos la posición del
electrón se alterará la masa o su velocidad, produciendo una traslación. Por
esta razón, eligió Bohr el principio de incertidumbre, que permitía explicar
una teoría que se adecuaba a la ley. Ya no eran necesarias tener en cuenta las
órbitas. También, por la dinámica que presenta este principio, los átomos
tienen un bajo nivel de energía y sus electrones no chocan contra el núcleo,
porque su precipitación depende del nivel de energía del electrón.
demasiado rápido y que no se repelan con demasiada fuerza, lo
cual habría hecho imposible la química”. Después de relacionar estas
regularidades del universo, se pregunta que cómo es suficiente que la
intensidad de una misma fuerza permita responder a estos procesos cuando la
razón nos dice que serían necesarias intensidades diferentes.
Creo que, para entender todo lo expuesto en este ejemplo,
convendría aclarar algunos conceptos para quienes no estamos familiarizados con
la electrodinámica cuántica, por ejemplo, la definición de leptón, una
partícula electrodinámica que se caracteriza por pesar poco y no estar afectado
por la “Fuerza fuerte”[17],
por oposición al hadrón, que sí manifiesta interacciones fuertes. Los
electrones y los neutrones- con carga y sin carga respectivamente- son leptones[18].
Los leptones se encuentran al final del átomo[19].
Los quarks están provistos de una fuerza atractiva y debe haber un campo de
fuerza que los mantenga unidos en los hadrones. Es la “interacción fuerte”
provocada por la fuerzan fuerte o fuerza nuclear fuerte.
Al atraerse, los quarks interactúan fuertemente por el efecto
de esa fuerza electromagnética. Tal cohesión permite la existencia de los
átomos, al formar la materia nuclear y los hadrones. Su sustitución por una
partícula débil, el leptón, habría hecho imposible la existencia de los átomos.[20]
La exposición de principios y leyes que regulan el
desenvolvimiento del universo, y sus ejemplos prácticos de aplicación parecen
demostrar la tesis de Anthony Flew de que detrás de tales principios y leyes
racionales hay una mente superior, que es su autora. Esta mente superior es a la
que llamamos Dios.
[13] Freeman J, Dyson. Disturbing the Ubivese. Harper&Row.
Nueva York, 1979, texto en pág 250 y cita en Dios Existe, pág 104.
[14] Historia de la Ciencia. Carlos Solís y Manuel Selles.
Espasa, 2004-2005, página 837
[15] ¿Qué es la teoría de la relatividad? Lev Landau y Yuri
Rumer. Akal/Básica de bolsillo, página 32.
[16] CPAN.INGENIO 2000.
[17] Historia de la ciencia. Carlos Solís y Manuel Sellés, Espasa 2004-2005; páginas 1089-1090.
[18] WIKIPEDIA. ¿Qué es un leptón?
[19] La física de Marcos Antonio Moreira. Los quarks y la epistemología. Instituto de Física de la UFRGS. WWW. If.ifrgs.bR-morerira.
[20] Idem.
9.- PREGUNTAS Y DISENSIONES CIENTÍFICAS Y FILOSÓFICAS ACERCA DE CÓMO SURGIÓ LA VIDA?
En un paso más de su andadura filosófica, creo que A. Flew tuvo que plantearse esta pregunta: ¿surgió la vida de la materia inerte cuando la materia viva estaba ya capacitada para reproducirse genéticamente? Él siempre estuvo abierto a responder a esta pregunta esperando que los avances de los científicos le permitieran aceptar tal sucesión de la materia, pero sus argumentaciones le llevaron a las siguientes consideraciones:
1º) Que la posible respuesta de la pregunta anterior conducía a plantearse un nuevo planteamiento del diseño; es decir, un diseño en condiciones diferentes a las del diseño como teoría tradicional.
2º) Que no había respuestas para la argumentación
materialista planteada en la pregunta: que la materia viva surgió de la materia
inerte.
3º) Por un estudio reciente, en las fechas en que se escribió
“Dios Existe”, constató que la edad del Universo no era suficiente para que
hubiese habido una evolución de la materia viva primigenia necesaria para que
se cumpliesen las teorías materialistas.
“¿Cómo puede un universo hecho de materia no pensante
producir seres dotados de fines intrínsecos, con capacidad de autorreplicación
y una química codificada?” Insiste Flew, en una pregunta pertinente, la cual,
con su hipotética respuesta, constituye
un problema filosófico y no biológico, como pretenden algunos científicos. Pasa
a continuación a desarrollar su argumentación en tres aspectos que considero
fundamentales para dar cumplida respuesta a su pregunta:
1º) En el primer aspecto, afirma que la materia viva tiene
unas características de organización teleológica- orientada a fines y
propósitos que justifican su existencia-. Esta teoría hunde sus raíces en la
causa final de Aristóteles, que es un cambio o movimiento de una cosa o ser
para ser lo que es. Para Aristóteles, los seres vivos tienen una finalidad, que
es el objetivo al que se orienta un ser. Por tanto-según Flew- la materia viva
no puede proceder de la inerte, porque esta no tiene la propiedad de
organización teleológica, sin la cual, los seres vivos no habrían podido
existir.
2º) Su segundo y tercer aspectos son importantes para
entender cómo llegó a existir la vida. Sin la organización teleológica es
imposible la autorreplicación que permite la aparición de los seres vivos
debida a su capacidad de reproducirse.
El mecanismo de autorreplicación lo explica Flew en el tercer
aspecto de la argumentación. En todas las formas de vida el ADN se
autorreplica. A continuación, es copiado por el ARN. El mensaje de este se
transmite a secuencias de aminoácidos, y finalmente los aminoácidos se unen
formando las proteínas. Tales
estructuras constituyen el código genético universal. Este conjunto de reglas
que permite todo un proceso de traducción no está fundamentado en un principio
físico fundamental. Por tanto, ¿cómo ha podido surgir toda una colección de moléculas
ciegas, sin finalidad o propósito?
La respuesta es complicada porque supone toda una revolución
conceptual.
Está claro para nuestro filósofo que una materia
simple como la que carece de vida no puede ser la productora de los procesos
complejos. También se refiere a esta
complejidad del código ADN Francis S. Collins. Es un sistema que necesita “muchísimo
tiempo mucha prueba de acierto y error, para clasificar unas cuantas letras del
código humano genético[21].
Estas “cuantas letras” es una expresión de Collins que se refiere en su libro,
tras el descubrimiento de la secuenciación, a los “tres mil cien millones de
letras del código de ADN distribuidos a lo largo de veinticuatro cromosomas…”[22]
En definitiva, y para cerrar este tema, un hecho es cierto:
que la generación de la vida se produjo por un código genético universal capaz
de almacenar, copiar y trasmitir vida a los descendientes; pero no se sabe cómo
funcionó la primera maquinaria genética (Lazcano). Es un problema no resuelto.
Pero Flew está con el premio Nóbel de Medicina George Wald, que supone que la
inteligencia no es una capacidad o potencia que surgió a lo largo del proceso
evolutivo, sino que estuvo ahí desde su principio, llegando a reconocer que la
sustancia de la que está hecha la realidad es sustancia mental, capaz de
generar criaturas. Para el autor de “Dios Existe” la única salida es que esta
vida está caracterizada por fines y propósitos, tiene su origen en una Mente
infinitamente inteligente.
Casi al final de su libro, y con el numeroso material
científico del que se ha pertrechado, se pregunta: “¿Salió algo de la nada? ¿Es
una pregunta metodológica, ya respondida,
si tenemos en cuenta toda su
argumentación anterior? Lo vamos a comprobar en el siguiente apartado.
[21] Francis S. Collins. “¿Cómo habla Dios? “La evidencia
científica de la fe”. Ariel (2016), páginas 120,121 y siguientes. F.S. Collins
es uno de los genetistas más importantes del mundo. Dirigió el Instituto
Nacional de Investigación del Genoma Humano, liderando este proyecto para
cartografiar y representar el genoma. Consideró en su momento la importancia la
secuenciación del genoma completo, que comprende tres mil millones de letras
(pares). Siguiendo el pensamiento de Flew, podemos preguntarnos qué golpe de azar
pudo crear y organizar, aunque fuera potencialmente en su origen, un sistema
tan complejo como el genoma.
[22] Idem, página 136.
10.- ¿SALIÓ ALGO DE LA NADA?
Para Flew, la naturaleza de esta pregunta responde a un
problema de la cosmología. Comenta que en su libro “La presunción de ateísmo”
planteó que, al analizar o estudiar la sucesión de hechos, con la intención de
remontarse al punto de partida del origen del universo y de la vida, este punto
inicial no podía explicarse por argumentos dentro del sistema. Por esta razón,
su rotunda afirmación de pensador ateo era que lo que ocurre en una determinada
secuencia ocurre porque sí. Pensaba que cualquier cosa no tenía por qué apuntar
a nada trascendental o principio creador, que pudiera estar detrás de lo que
tenemos como mundo o realidad visible. Desde este punto de vista no tenía
dificultad alguna en considerar el universo como realidad última, sin más
complicaciones.
Sin embargo, al ser de inteligencia siempre abierta adonde pudieran llevarle la evidencia de los hechos, se sintió interpelado por los argumentos de científicos que planteaban nuevas preguntas a partir de la información sobre el bin-bang. La irrupción de esta teoría en el campo de la ciencia hacía presuponer que el universo tenía un principio y que, por tanto, tendría un fin.” Mientras no se conoció la teoría-escribe Flew- fue muy fácil responder negativamente a la pregunta de si tuvo el universo un comienzo y final. Pero, una vez conocida, pensó que los creyentes tenían a su favor poder afirmar que el universo tuvo un principio, un fin y un creador, Dios”.
10.- DEL PROBLEMA FILOSÓFICO DE ACEPTACIÓN DE LA CAUSA Y
PRINCIPIO DE CAUSALIDAD “A ALGO DEMASIADO GRANDE PARA SER EXPLICADO POR LA
CIENCIA”.
El problema filosófico de aceptación/negación de la causa y del
principio de causalidad está detrás de la aceptación o no del argumento sobre
la existencia de Dios. Las demostraciones filosóficas y teológicas de la
existencia de un ser divino creador perdieron vigencia a la vez que la
explicación causal y el principio de causalidad dejaron de ser plausibles en
los siglos XVII y XVIII. Las causas aristotélicas- final, material y formal-
que tanto éxito alcanzaron en la Antigüedad, en la Edad Media y principios de
la Edad Moderna, fueron desapareciendo. La causa eficiente se siguió aplicando
en el mecanicismo, pero las investigaciones en física cuántica de partículas
subatómicas, en el principio de indeterminación de Heisenberg y el de
complementariedad para las partículas elementales dieron al traste con la
teoría mecanicista.
Importante por su crítica al argumento cosmológico sobre la
existencia de Dios fue el filósofo empirista David Hume, que, al negar la
relación causa- efecto, consideró que no hacía falta creer en Dios como creador
del universo, ya que este se entendía en sí mismo, sin necesidad de un autor
exterior.
Anthony Flew estuvo en un principio de acuerdo con Hume, pero
empezó a no estarlo en lo referente a la metodología humeana, ya que descubrió
errores cruciales como que la relación causa – efecto era un producto de la
inteligencia humana para interpretar el mundo exterior y no una evidencia.
Para Hume, dos elementos sucesivos en el tiempo son distintos
entre sí, como lo son, a su entender, las dos ideas de causa y efecto. Además,
“la causa” (antecedente) no puede percibirse empíricamente como tal y tampoco
como que tiene una implicación necesaria en “el efecto” (consecuente).
Para nuestro filósofo, objeto de este estudio, el concepto de
causalidad y el conocimiento causal reside en nuestras numerosas y
constantes experiencias a lo largo de
la vida como seres corpóreos que nos movemos en un ámbito de actividad
independiente de nuestra mente. Para Hume, esto es imposible porque niega los
significados de causa y “ley de la naturaleza”.
Flew está de acuerdo con el filósofo analítico Richard Swinburne cuando . escribe en su libro
“The Existence of Good” que la cadena de la serie de elementos llegaría a ser infinita, si no hay un elemento que este
fuera de la sucesión. Sería, pues, imposible explicar la existencia del
universo a “lo largo de un tiempo infinito”, ya que “será un hecho bruto
inexplicable”. Swinburne termina afirmando lapidariamente: “La existencia de un
universo físico complejo a la largo de un tiempo finito o infinito es demasiado
grande para ser explicado por la ciencia”.
Sigue también a David Conway, filosofo liberal inglés, en su
libro “The Rediscovery of Wisdom”. Este
filósofo se opone a Hume en su formulación de la “causa suficiente del universo
en su conjunto”, constituida por la suma de todos los elementos físicos en una
serie sin comienzo. Conway niega que la serie de partes de una totalidad puedan
sumarse para ser “una explicación global de la totalidad”. Los entes que la
compone necesitan para este filósofo de “una explicación causal”.
Flew cree que, con los argumentos de los filósofos anteriores
y su propia argumentación, queda desmontada la teoría humeana de la ausencia de
la explicación de la causa y del principio de causalidad. Por tanto, se está
preparado para introducir, con las correcciones debidas, el argumento
cosmológico de acuerdo con la visión de la cosmología moderna. Así, para
Swinburne, los estados de cosas se explican por estados de cosas, porque las
leyes no explican tales estados de cosas; por tanto, si al principio del
universo no había un estado de cosas previo, no podríamos explicar el origen de
aquel. Contrariamente a lo que dicen algunos científicos, este filósofo de la
ciencia afirma que ningún modelo cosmológico puede eliminar la posibilidad de
la existencia de Dios.
Para John Leslie, de amplios intereses en las distintas
disciplinas filosóficas, como la filosofía de la religión, de la ciencia y de
la metafísica, entre otras, el origen del universo no se puede explicar por un
número infinito de causas, sin límites.
A la vista de las aportaciones anteriores, A, Flew considera que la teoría del argumento
cosmológico es correcta y que el universo necesita de una explicación si
queremos comprenderlo de alguna manera. Y como dice Richard Swinburne es, por
tanto, racional admitir la existencia de un Dios que dé sentido a un universo
complejo e infinito.
11.- ¿QUÉ LUGAR OCUPA DIOS EN EL UNIVERSO?
Sabemos por su itinerario filosófico que, en un momento de su
historia como filósofo ateo, Flew se planteó la idea de un ser que no podía
verse, incorpóreo. Esta idea dificultaba sumamente la evidencia de la
existencia de Dios, y era para él una prueba fehaciente de que no se podía
admitir, como creían los cristianos, que existiera un espíritu incorpóreo y a
la vez omnipotente y omnipresente. Por supuesto que su posición tenía lógica,
porque era lo propio de un filósofo que estaba “empeñado en seguir la evidencia
adonde quiera que conduzca”, y en ese momento de la historia de su pensamiento
la evidencia le revelaba que era “absurdo”, que no era posible considerar
persona a una “entidad no física”. En
sus debates con el profesor de Oxford, Briann Leftow, advirtió que este
relacionaba la teoría de la relatividad espacial de Albert Einstein con la
existencia de un Dios fuera del espacio-tiempo. Consecuentemente, si todo lo
que está en el tiempo, está también en el espacio, y los creyentes piensan que
Dios no está en un espacio determinado, tampoco estará en el tiempo. Por tanto,
el conocimiento es un atributo o cualidad de Dios que está fuera del tiempo. A
esta cualidad, Flew añade la intencionalidad.
De acuerdo con las argumentaciones filosóficas anteriores, se
podría pensar que Dios crea el universo en un solo acto, y en el que están
integradas todas las fases que luego se despliegan en el espacio-tiempo.
La causalidad del universo, que tiene su origen en Dios, no
se da en el tiempo, por lo que Flew no la considera analizable porque forma
parte del “mobiliario real del mundo”. Este razonamiento de una causalidad
fuera del tiempo me lleva a preguntarme si es posible, por tanto, que Dios haya
estado acompañado de su creación, como ente esencial y original, la cual
irrumpió y evolucionó en el “continuum” espacio-tiempo.
12.- ¿DIOS, UN SER INTENCIONAL E INCORPÓREO?
Lo mismo que el autor recorre opiniones, argumentaciones y
teorías de científicos que afirman o niegan la existencia, para concluir en su
afirmación racional de una Mente Superior, causa de la vida y del universo,
también se deja acompañar por filósofos que responden a sus preguntas sobre
cómo un ser incorpóreo puede ser persona y cómo un ser trascendente, que
suponemos fuera del espacio y el tiempo puede crear/actuar en la realidad
espacio tiempo.
Toda persona es un agente intencional; es un agente corpóreo,
pero su conformación no es dual sino unitaria: es una realidad psicofísica.
Esto parece demostrar que un ser no necesita un cuerpo para ser un agente
intencional. Dios sería entonces un agente intencional sin materia corpórea,
capaz de realizar una actividad intencional.
Para el filósofo Thomas. F, Tracy, autor de libros como Dios,
la acción y la corporeidad y el Dios que actúa, que contestó a las
preguntas de Flew, y es autor
del argumento que hemos desarrollado anteriormente, Dios es un sujeto
que realiza acciones intencionales desde el punto de vista de su Ser persona.
Sus poderes y acciones son distintas al resto de sujetos humanos, además de
personales e intransferibles. Tracy piensa que Dios es pues un ser único, “autocreativo”,
cuyo modo de vida y poderes son radicalmente diferentes a los nuestros; ya sea
su amor, su paciencia y sabiduría.
13.- ¿CÓMO PUEDE UN SER INCORPÓREO- AL QUE NO LE AFECTA EL
ESPACIO Y EL TIEMPO- ACTUAR EN ESTAS DIMENSIONES?
Todavía A Flew planteó una segunda pregunta en este debate
filosófico de altura: “Si Dios está fuera del espacio y el tiempo, ¿cómo podía
actuar en esas dimensiones limitantes? Quizá, se podría hacer la pregunta de
otra manera, evitando el uso del verbo “estar”, por su significación de verbo
de estado: ¿Si a Dios no le afecta el espacio y el tiempo, como puede actuar en
las dimensiones del espacio y el tiempo? Para encontrar una respuesta a esta
pregunta, el filósofo debate con el profesor de Oxford, Brian Leftow, que trató
estos temas en su libro Dios y la eternidad.
En el debate, Leftow afirmó que Dios esté fuera del espacio y
del tiempo es coherente con la teoría de la relatividad espacial. Si todo lo
que está en el tiempo está también en el espacio, y Dios está fuera del espacio,
también lo está del tiempo. Pero, ¿puede existir un ser personal fuera del
tiempo? Se da pues en la discusión intelectual una pregunta tras otra, al hilo
de las respuestas.
Leftow contesta a esta pregunta diciendo que Dios está fuera
del tiempo, por cuya afirmación no tiene pasado y tampoco puede dejar de hacer
un algo, precisamente por no tenerlo. Todo esto nos lleva a pensar que no se
pueden aplicar ya a Dios ciertos atributos que se le asignaban anteriormente.
Sin embargo. Si hay una cosa o realidad que podemos
atribuirle es el conocimiento, que se puede abstraer del tiempo y la
intencionalidad que es un estado disposicional para realizar algo.
Otra consideración a tener en cuenta es la causación
espacio-temporal y su relación con un ser intemporal como es Dios, según las
argumentaciones anteriores. Si se piensa que la causa es una cosa o realidad
vinculada esencialmente al tiempo, difícilmente podemos explicar la relación
anterior entre el ser atemporal y la causación espacio-temporal, pero si se juzga que la causalidad no está vinculada esencialmente a la temporalidad,
entonces “el concepto de causa no es analizable-sigue explicando Lewton- y
pertenece a la estructura “primitiva” del universo, al “mobiliario real del
mundo” Por tanto, sería posible en
origen “una conexión causal primitiva entre un Dios temporal y la totalidad del
tiempo”(Leftow).
Flew concluye este capítulo afirmando que los estudios de
Tracy y Leftow demuestran que no es
contradictorio pensar en un Inteligencia o Espíritu fuera del espacio tiempo
que solo ejecuta sus designios en el continuum espacio-tiempo. Aboga por que
los filósofos vuelvan, por tanto, a estudiar la cuestión sobre Dios, como se
hacía tradicionalmente, ya que los argumentos anteriores, sin son ciertos,
generan una sabiduría que explica el origen del universo en Dios.
14.- ABIERTO A LA OMNIPOTENCIA.
A lo largo de libro “Dios Existe, Flew ha venido tratando
tres problemas que constituyen el armazón de la estructura objetiva y
filosófica del universo: 1) Las leyes de la naturaleza; 2) La vida con su
organización teleológica y 3ª) la existencia del universo.
Es cierto que la ciencia no puede demostrar la existencia de
Dios, pero los tres problemas o cuestiones que plantea en su libro pueden
explicar la necesidad de un Dios creador que permita una comprensión cabal de
esa realidad compleja que es el universo.
Esta posibilidad de explicación de la necesidad de un Dios
creador plantea aún una pregunta: ¿Cómo se puede explicar la necesidad de un
Dios creador si no podemos argumentar su existencia?
Según el pensamiento de Flew, en primer lugar, hemos de
determinar las estructuras de ese universo, no por medio de experimentos de
ecuaciones, sino por la comprensión de las estructuras que lo conforman y que
las ecuaciones y experimentos “desvelan y cartografían”. Para llegar a este
conocimiento y desvelar la existencia de Dios, hay que valerse de la sola
razón.
Desde el punto de vista filosófico y científico parece que la
tesis es coherente, independientemente de los criterios con que el lector
acometa la cuestión de Dios en relación con la causalidad del universo, pero
hay un problema que siempre resulta espinoso para la filosofía y especialmente
para la teología y que el autor de Dios Existe no obvia ni ignora: el
problema del mal y el sufrimiento humano, que no asocia a Dios, porque una
naturaleza imperfecta no nos dice nada de un Ser Creador o Fuente Divina.
Expone las dos teorías actualmente existentes sobre el
problema del mal, la providencia de Dios y la libre determinación humana:
1º) la explicación de la filosofía griega de un Dios que, una
vez que ha creado el mundo, se desentiende de su desarrollo posterior, sometido
como está a las leyes naturales que lo rigen, aunque puede en algún momento,
“de forma distante y comprometida” confirmar los principios fundamentales.
2ª) La explicación por el libre albedrío, por el que el ser
humano se desenvuelve en libertad y autonomía en la toma de decisiones,
incluso, aceptando o no algo que se presenta en forma de valor. Pero este
concepto del libre albedrío, según Flew, necesita antes aceptar la revelación
divina, y se entraría en problemas teológicos que no son objeto de la
filosofía.
15.- APERTURA A UN HORIZONTE DE CONOCIMIENTO.
Pleno de un espíritu de apertura al ser divino, A.Flew quiere
aprender más de la realidad desde la lógica de la razón y las leyes e historia
de la naturaleza.
El libro termina con unos apéndices relacionados con la
revelación divina y cristiana que no voy a tratar ahora, dejando reposar
finalmente mi interpretación en el pensamiento puramente filosófico.
Esta primera parte,
fundamental, de la obra termina con una vuelta a la parábola del teléfono móvil
con que se tropieza una tribu que vive en una isla. Pero esta vez el episodio
no termina con las burlas que los científicos hacen al mago de la tribu por
creer que la voz que se oye en el teléfono es humana y no un ruido cualquiera.
Supone Flew que los científicos aceptan la tesis del brujo; que el teléfono
forma parte de una red de donde hablan seres humanos, y que esos seres
inteligentes están ahí fuera. Me sugiere este final de feliz la comparación con
otro episodio, el de la caverna de Platón, cuyo desenlace fue todo lo
contrario: el habitante de la cueva, que logra
salir al exterior, vuelve gozoso para
comunicar a sus compañeros que la realidad está ahí fuera y no dentro; pero
paga con su vida el descubrimiento, debido a la incredulidad de sus compañeros,
que consideran una impostura su afirmación.
Para el filósofo, las leyes de la naturaleza, la estructura
del universo, es la red telefónica de la parábola, y por medio de ella,
filósofos, científicos y otros intelectuales han llegado a aceptar la
existencia de un agente creador o fuente divina del universo. Antes de fallecer
desgraciadamente en 2010, nuestro autor no había perdido la esperanza de poder
oír una voz que le dijera: “¿Me oyes, ahora?” No sabemos, si al partir de este
mundo, escuchó ciertamente la voz y respondió a su pregunta.
16.-RECAPITULACIÓN Y CONCLUSIÓN:
Como he dicho anteriormente, el interés que me ha llevado a
comentar “Dios existe”, reside precisamente en el tema nuclear de la misma:
Dios. Durante mucho tiempo, fue el objeto de estudio de numerosos filósofos,
hasta que el empirismo de Hume, las limitaciones a la razón de Kant, la
decadencia de la metafísica, los argumentos de los pensadores de la sospecha-
Marx, Nietzsche y Freud- y las distintas clases de materialismo oscurecieron la
posibilidad del estudio y debate filosófico sobre su existencia. Kant abrió una
vía a través de la ética, pero, con la evolución del pensamiento, el
neo-pragmatismo ha sustituido al racionalismo crítico, que profesaba “una
confianza inquebrantable en la fuerza emancipadora de la razón”, y que, desde
la misma razón, se podrían corregir el rumbo de la historia, en la que los
defectos y errores de la razón todo poderosa eran muy perceptibles[23],
Finalmente, la ética fue dada de lado, en nombre de la racionalidad
instrumental, corriente positivista que solo reconocía racionalidad a la verificación
científica, y lo que no se podía verificar lo consideraba irracional y, por
supuesto, nada científico. Sin embargo, como conclusión, podemos decir, a la
luz de la razón, que A, Flew nos ha devuelto, al menos, al Dios de los filósofos,
y ha abierto el debate sobre el problema de su existencia
[23] Reyes Mate, Religión y Socialismo, “más allá de la política”, citado en “La democracia más allá de los ídolos”, Cuadernos CJ, Josep Vives, mayo 2004, nº125.
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