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jueves, 10 de junio de 2021

EL FILÓSOFO QUE CREYÓ EN DIOS A LA LUZ DE LA RAZÓN, NO DE LA FE.

         

               Antony Flew, el ateo que creyó en Dios por su conversión al deísmo.

1.- INTRODUCCIÓN. ¿Quién es Antony Flew?

Antony Flew fue hasta su conversión al deísmo el filósofo ateo más importante de nuestro tiempo. Durante medio siglo presentó argumentos muy razonados sobre el ateísmo, y un buen número de filósofos ateos tuvieron en él una firme guía y orientación en sus convicciones, hasta que llegó ese momento crucial en su vida: la creencia en Dios, en una inteligencia fundante del cosmos (1)[1].

El libro que vamos a comentar es, pues, un tratado que presenta de forma muy racional el proceso que el autor siguió para dar ese cambio en su vida intelectual y en el campo de la filosofía.

Quien lea su obra “Dios Existe” y tenga algún conocimiento de la trayectoria del autor, quedará impresionado de la transformación intelectual de quien escribió más de treinta libros en 50 años, muchos de ellos relacionados con el tema del ateísmo y la religión. Su artículo “Teología y falsificación” se convirtió en la obra más editada del siglo XX[2].

“En su libro “Dios y la filosofía” planteó que no podía iniciarse el debate sobre la existencia de Dios, si antes no se demostraba la coherencia del concepto de un espíritu omnipresente y omnisciente (Dios).

En otro libro “La presunción de ateísmo” considera que el teísta está obligado a argumentar su creencia en el teísmo y que la posición de partida no podía ser la del ateo, porque es el creyente en Dios el que debe llevar el peso de la carga para defender lo que cree.

Resulta sorprendente su transformación, si se tiene en cuenta los recios razonamientos que presenta en sus obras, al considerar la obligación del creyente de justificar mediante argumentos su creencia en Dios y la coherencia en exponer también por qué cree en un Dios omnipresente y omnisciente. Su tesis central es que una afirmación teológica o religiosa no se puede considerar una afirmación convincente si quien la emite o expresa no presenta a su vez opiniones o afirmaciones que la contradigan. Resulta insuficientemente convincente toda afirmación que se profiera sin tener en cuenta las objeciones en contra.

2.- ¿QUÉ CONTIENE LA OBRA PARA QUE MEREZCA LA PENA INVERTIR TIEMPO EN LEERLA?

En una época en que se piensa poco o muy poco en el problema de Dios; tema que, sin embargo, ha recorrido toda la Historia de la Filosofía, puede ser extraordinariamente interesante que un filósofo, paladín de la defensa razonable del ateísmo, deje como testamento su sorprendente conversión al deísmo. Es conveniente destacar que Flew no escribe como converso al Dios del Cristianismo, sino al Dios de los filósofos, ser o causa hacedora del universo y de las leyes que lo rigen. Por tanto, no llegó a creer en Jesucristo, tampoco en dogmas ni revelaciones de las religiones tradicionales.

No pretendo con este comentario de su libro “Dios Existe” catequizar a nadie, sino hacerme eco en estas líneas de un acontecimiento acaecido en la etapa final de la vida de este gran filósofo del ateísmo, que transformó su filosofía sobre Dios. Curiosamente, en nuestro país, se ha silenciado tanto el hecho de la transformación del filósofo como el libro que escribió a consecuencia de su sorpresivo cambio. Solo una muy digna excepción: algún artículo y unos pocos comentarios en Internet.

Si la tensión por la verdad y el ejercicio de aproximación a la misma, es un esfuerzo que debe realizar todo filósofo, si quiere cumplir con su función de pensador, valgan estas líneas para transmitir tamaña aspiración, la de nuestro autor.

3.- LA OBRA: “DIOS EXISTE”.

En esta obra “Dios Existe”, Antony Flew da sus razones de por qué se había convertido al deísmo; algo así como su testamento intelectual, el cual podría llamarse… “¡Ahora creo que existe Dios!”

Aclarará también que no se ha convertido por su edad y miedo a la muerte, como le achacaban sus antiguos correligionarios ateos, sino por una convicción personal argumentada. No niega haber tenido alguna otra   modificación en su pensamiento a lo largo de su vida, ya que dejó de creer el marxismo, porque no estaba de acuerdo, tal como postula esta teoría filosófica y económica, que la historia estuviera regulada por leyes iguales a las leyes de la física, y pone el ejemplo de una de esas leyes: la lucha de clases.

3.1.- ¿CÓMO SE HIZO ATEO?

Sus primeros pasos fueron como cristiano, en una familia en la que el padre era pastor metodista.

Estudio en el Kingswod School, cuando todavía era “un cristiano comprometido y consciente, aunque poco entusiasta…”, porque no le atraían las manifestaciones litúrgicas y literarias cristianas, tampoco las prácticas religiosas, la comunión ni los asuntos metodistas de su padre. Flew escribe en su libro   que no puede recordar cómo fue su proceso de conversión al ateísmo, aunque reconoce que heredó de su padre un fuerte afán por aprender y que él describe parafraseando a Kant: “Una avidez mental no impropia de los estudiosos”.

En este ámbito de la influencia intelectual de su padre en él, hay una primera pista de su método de trabajo filosófico para plantear y recibir toda la información sobre un tema. Su progenitor le dijo varias veces que los intérpretes de la Biblia, al analizar el Antiguo Testamento, no se conformaban con el significado de una palabra en cuestión, sino que buscaban los usos de la palabra hebrea en registros o ejemplos contemporáneos. Este procedimiento daba al investigador una gran información sobre el tema a tratar y un entusiasmo muy especial por la investigación crítica. La aportación exegética y metodológica de su padre a su acervo intelectual no le impidió abandonar la fe paterna.

En Kingswod, participó en un club del centro: el “Socratic Club”. Sus miembros, ateos y cristianos, debatían apasionadamente sobre Dios y la religión. El Club estaba dirigido por un agudo apologeta cristiano C.S. Lewis, que para Anthony Flew era el más eficaz en su especialidad en la segunda mitad del siglo XX. En un principio el filósofo no le prestó atención, pero más adelante consideró que la argumentación de Lewis en defensa de la revelación cristiana era muy potente, independientemente de que se creyera o no en ella.

Mientras estudiaba en KINGSWOOD SCHOOL, Flew llegó a ser un comunista convencido, pero le defraudó el Partido Comunista Británico, al que consideró traidor por llamar “imperialista” la guerra contra los nazis, siguiendo las instrucciones de Moscú, tras el pacto entre Stalin y Hitler en 1939. Más tarde, se afilió al Partido Laborista, pero también se dio de baja en este partido. Definitivamente, abandono el marxismo por la razón que hemos expuesto más arriba: la historia no puede regirse por leyes permanentes como cree este sistema de pensamiento filosófico y económico. A lo largo de su vida de filósofo su pensamiento sufrió modificaciones, precisamente por esa apertura a lo que pudiera presentarse en el proceso de la argumentación.

 A) El problema del mal como uno de los motivos de su conversión al ateísmo.

Para Flew el problema del Mal fue una de las razones de su conversión al ateísmo. Tuvo una fuerte experiencia en sus viajes familiares a Alemania y Francia, antes de la Segunda Guerra Mundial. Fue testigo de las vejaciones de los nazis a los judíos con palabras y hechos, así como de los impresionantes desfiles de las SS, luciendo sus camisas pardas y gorras adornadas con calaveras, en un carnaval tétrico, anunciador de la muerte de tanta gente inocente. Todavía en su juventud, se preguntaba: ¿Cómo puede ser compatible la idea de un Dios omnipotente e infinitamente bueno con las  manifiestas imperfecciones y males de este mundo? ¡No podía ser que este mundo hubiese sido creado por un Dios infinitamente bueno y todopoderoso! Consecuentemente, tampoco admitía la vida después de la muerte.

B)     Seguimos con su biografía como itinerario de su evolución filosófica.

 Tras sus estudios en Kingswood, se matriculó en la prestigiosa universidad de Oxford donde obtuvo el premio extraordinario de licenciatura (first) y más tarde el Doctorado en Filosofía, una especialidad a la que, en el pasado, no había pensado dedicarse.

Por medio de su biografía, vamos conociendo aún más los distintos aspectos del método filosófico de Flew. En el periodo de estudio de su posgrado bajo la dirección del profesor Gilbert Ryle, adquirió la costumbre de atender y contestar “persona a persona” a las objeciones que le planteaban. No tenía reparos en “seguir la argumentación hasta donde nos quiera que nos lleve”- escribe-, consejo que Platón atribuye a Sócrates en “La República”. Incluso veía cómo una obligación mantener una actitud abierta en su debate con el interlocutor.

Coincidiendo con su último curso en Oxford, el filósofo A.I. Ayer, publicó el libro “lenguaje, verdad y lógica”. En él, este autor desarrollaba su teoría sobre el positivismo lógico, cuya tesis era que todas las proposiciones religiosas o afirmaciones en forma de oraciones lingüísticas carecen de relevancia cognitiva. Esta teoría fue rechazada por numerosos miembros del Socratic Club, entidad universitaria a la que pertenecía Flew, pero este consideraba que su trabajo “Teología y falsificación” refutaba suficientemente las proposiciones religiosas, y que, por tanto, era una crítica más definitiva que las que se exponían en el Socratic. En este importante trabajo del autor, consideraba Flew que “las mil cualificaciones” que rodean las afirmaciones religiosas quedan en nada “si una afirmación no tiene, al menos, un significado que excluya ciertas cosas”; así: “la afirmación de que la tierra es redonda excluye la posibilidad de que sea plana”.

C.- La muerte de las “mil calificaciones”.

      Pero, ¿qué son las cualificaciones? Son las afirmaciones y las explicaciones que el creyente o el defensor de una tesis da para defender una creencia, por ejemplo, la existencia de Dios u otra tesis cualquiera: la existencia del alma. Si a su afirmación se presentan fenómenos que parecen contradictorios, la afirmación puede mantenerse en pie y ser refutada más tarde. Pero si el creyente aumenta las cualificaciones, dando cada vez nuevos argumentos, así como hechos contradictorios, podrá decirse que la afirmación no tiene consistencia porque está vacía de contenido. Recibe, entonces, “la muerte de las mil cualificaciones”.



[1]) Francisco Soler Gil, prólogo a la edición española de “Dios Existe”. Antony Flew. Trotta, 2012

[2])Prefacio de Roy Abraham Varghese, a la obra “Dios Existe”.    


 José Luis Velázquez en “Filosofía de la religión[3], transcribe la “parábola del jardinero” de J.Wisdon en 1944, referente a las “mil cualificaciones”, que recrea Flew y que explico aquí:

En esta parábola, dos exploradores llegan a un claro de la selva. Ambos ven que en ese lugar crecían muchas flores y malezas. Uno de los exploradores afirma que un jardinero (Dios) cuidaba del lugar. El compañero disiente. Para comprobar la presencia o ausencia del jardinero plantan las tiendas y vigilan. Al no aparecer ningún jardinero, el explorador creyente admite la posibilidad de que sea un jardinero invisible. Dan un paso más: electrifican la zona y pasean vigilando con perros. Pero nada: nadie aparece electrocutado por recibir una descarga eléctrica; tampoco nadie ha saltado por el alambre de espino que permanece inmóvil. Los perros no ladran. No obstante, tantas pruebas que confirman la ausencia de cualquier jardinero, el creyente no se convence. Al final, el explorador escéptico, desesperado, le pregunta a su compañero qué era lo que quedaba de su afirmación original y qué diferencia encontraba entre un jardinero imaginario e invisible y cualquier jardinero real.

Ante tantos hechos que pueden contradecir la afirmación del creyente caen por su peso las mil cualificaciones que expone y que constituyen la muerte de su creencia.

D.- La evolución de Flew como filósofo

  Su evolución como filósofo fue lenta, ya que tardó años en madurar y fijarse en sus principio y conceptos fundamentales, debido a su capacidad para revisar y modificar sus ideas sobre la realidad. Poseía una gran versatilidad intelectual, pues, durante bastante tiempo, se dedicó a reflexionar sobre los temas políticos, pasando posteriormente a dedicarse a la filosofía en sus distintos campos. Escribió 35 libros sobre filosofía del lenguaje, filosofía moral, filosofía política, de la ciencia, lógica y educación. Al abandonar Oxford, estuvo destinado en universidades de Escocia, EEUU y Canadá, enseñando filosofía.

Por encargo de la Serve New in Ethics   escribió “Ética Evolucionista”, libro en el que quiso demostrar que la teoría darwiniana de la evolución había sido utilizada en favor de creencias e ideas sin fundamento.

En su obra “Introducción a la filosofía occidental” se opuso al idealismo del filósofo irlandés George Berkeley que negaba la realidad del   mundo por la imposibilidad de demostrar su existencia, ya que según los idealistas todo es mental y las cosas que consideramos reales están en la mente. Frente a los que creían que el acto de percibir un objeto reside únicamente en el cerebro, defendió que la percepción del objeto necesita de los sentidos, de lo sensorial.

Prestó también atención al lenguaje, al estudio del uso de las palabras, mediante los cuales accedemos a los conceptos. De esta manera, dándole gran importancia al lenguaje, podían resolverse algunos de los problemas que la filosofía tenía planteados en aquel momento:  si se podía tener conocimiento del mundo exterior, tesis negada por Descartes, Locke, Berkeley, Hume o Kant, ya que el lenguaje era el punto de unión entre el pensamiento y la realidad exterior; era el mismo pensamiento proyectado en palabras para nombrar las cosas de esa realidad que estos filósofos negaban.

Para Flew, el conocimiento filosófico es distinto al científico y, aunque parece que en la filosofía no hay progresos, de tal manera que otro filósofo vienen a refutar el sistema o las ideas de uno anterior o contemporáneo, lo importante es que la argumentación deductiva y la metodología desvelen si los argumentos son válidos o no y si las premisas y las conclusiones son verdaderas o falsas. Solo así se podrá orientar el proceso del pensamiento mediante la razón a la máxima posibilidad de verdad de la producción intelectual de un filósofo.

En 1966, publica “Dios y la filosofía”, obra en la que afirma que los argumentos más conocidos a favor de la existencia de Dios eran no válidos. Para Flew era necesario determinar un “tipo específico de Dios”, si se quería identificar a ese Dios para comenzar el debate entre creyentes/no creyentes. Se preguntaba cómo podía ser identificado o reidentificado un concepto o tipo determinado de Dios a través del tiempo, sin cambios en ese proceso de identificación.

Los teístas respondieron a las afirmaciones de Flew. El historiador de la filosofía, Copleston, F llegó a decir que no se podía exigir razonablemente a la mente humana que fuera capaz de ensartar a Dios como una mariposa, ya que el concepto que nos hacemos de él es el de un ser dinámico en su personal trascendencia, difícil de captar por la razón, y solo es en este movimiento del sujeto en su búsqueda de Dios es como Dios se convierte en una realidad para el ser humano.

E.- La presunción de ateísmo y la carga de la prueba.

Flew considera que para un debate sobre la existencia de Dios hay que partir de la presunción de ateísmo-conjeturar o suponer la veracidad del ateísmo-, y que la carga de la prueba, principio del proceso jurídico, correspondía a los teístas que deben demostrar que el “uso teísta de la palabra Dios debe ser provisto de un significado que teóricamente pueda demostrar que corresponde a un ser real descrito por ella”. Por tanto, el teísmo ha de proporcionar “buenas razones” para su creencia en Dios; si no las tiene, no habrá por qué creer en la existencia de Dios.

Por supuesto, este principio de la presunción del ateísmo no representaba superioridad alguna sobre la tesis rival a refutar, sino que constituía un posicionamiento lógico del debate.

En este itinerario intelectual, Flew reconoce que había escrito mucho sobre filosofía de la religión y estaba abierto a cualquier crítica que se le hiciera. Su carrera filosófica se la pasó discutiendo y debatiendo con quienes disentían y debatían con él sobre los temas candentes de la filosofía: filosofía social, los problemas cuerpo-mente, libertad-determinismo y el problema de Dios.

En esos diálogos hubo de todo, hasta una tabla de convicciones ateas: la no existencia de Dios, la infinitud del universo, la creencia en la evolución de los seres vivos desde la materia orgánica…

Con el filósofo cristiano Plantinga discutió acerca de a quién correspondía la presunción de veracidad lógica si al ateísmo o al teísmo. Al contrario que Flew, aquel opinaba que el teísmo no tenía nada que demostrar. Nuestro filósofo mantuvo muchos debates con filósofos evangélicos y teístas en torno a una primera causa infinita, eterna o única, causante de otras: Dios. Estos consideraban que la mejor explicación para el origen del universo y su complejidad era la aceptación de la existencia de Dios. Por su parte, Flew pensaba que antes del Bing-Bang no había nada y que el ser humano y otras entidades del universo eran el efecto de fuerzas mecánicas inconscientes.  A veces, los debates no llevaban a ninguna parte porque filósofos creyentes y no creyentes mantenían posturas irreductibles en sus tesis.

4.-IRRUMPE EN NEW YORK COMO CONVERSO

En 2004, Antony Flew irrumpe en la Universidad de Nueva York, en lo que llamo: “Mi estreno en New York”, en su último debate público con personajes de prestigio como el científico israelí Gerald Schroeder y el filósofo escocés John Haldane.

En el acto de lo que pudo ser un debate y no lo fue porque los otros intervinientes eran creyentes y Flew se presentó como converso. Hizo mención de una “inteligencia creativa”, capaz de crear una estructura tan compleja como el ADN. Expuso que solo la inteligencia podía ordenar y ensamblar elementos enormemente diversos para producir vida. Por tanto, tenía que ser una inteligencia superior.



[3] “Las parábolas de Oxford II”; “El desafío de Anthony Flew, en Filosofía de la religión, edición de Manuel Fraijo, págs. 542,543 y 544.


5.- FLEW FRENTE A RICHARD DAWSON[4]

Richard Dawson es biólogo evolucionista, apasionado activista ateo y académico que dedica sus esfuerzos a demostrar la incompatibilidad entre la evolución natural y la creencia en Dios. Por esta razón, es un furibundo enemigo de la fe del creyente; la compara con un virus y toda clase de enfermedades, considerándola “uno de los grandes males del mundo”.

Dawson señala tres argumentos para rechazar la creencia en Dios: 1) la evolución es suficiente para explicar la complejidad biológica y la vida, sin la necesidad de un Dios. 2) La religión es irracional.3) El gran daño causado por la religión. Estas pinceladas sobre Dawson son suficientes para darnos cuenta del rival que Flew tenía enfrente. Pasó, pues, de ser un correligionario a constituirse en el más duro y crítico oponente, al considerar que la “caverna cristiana” había convertido al filósofo en su vejez. Pero Flew no le fue a la zaga en su oposición a Dawson, en polémicas por escrito y en sus libros.

Antes de su conversión, Flew se oponía a la teoría del “gen egoísta” de Dawson, que el biólogo/zoólogo publicó en su obra del mismo título en 1976, y que defendía que el ADN interviene activamente en nosotros “creando un mundo de salvaje competencia, tiranía, explotación ilegal y trampas biológicas con la única finalidad de prevalecer. A lo largo de la escala evolutiva, los seres humanos no son más que otras de las máquinas que usa el ADN para propagarse”[5].Para Dawson, los organismos son el modo de reproducirse de los genes, es decir, los organismos son la manera o forma de reproducirse de los genes.[6]

Ante esta catastrofista atribución de cualidades de Dawson, Flew no estaba de acuerdo con que la evolución produjera algo positivo: positivo en el sentido de capacidad para la acción o realización de algo. Pensaba que en la evolución se tiende a eliminar lo que no es competitivo. Para Flew el gen egoísta de Dawson era un craso error porque borraba el carácter específico y diferencial del ser humano respecto a otras especies y atribuía, además, características a los genes propias de los seres humanos, considerando que son máquinas creadas por nuestros genes, que compiten encarnizadamente unos con otros.


4] “¿Cómo habla Dios? La evidencia científica de la fe. Francis S. Collins, Ariel 2007

[5] “Bioinformática.uab.es> treballs 00-01”

[6]  Blog del COBCM, blog oficial del colegio Oficial de Biólogos de la Comunidad de Madrid, 7/08/2019 


6.- EL CAMINO DE FLEW PARA DESCUBRIR LO DIVINO

En su descubrimiento de lo divino, Flew realiza lo que él denomina “una peregrinación de la razón”. Para nuestro filósofo las teorías no pueden conformar los datos de la observación y la experiencia, sino que, por el   contrario, primero hay que tener en cuenta aquellos y luego exponer la tesis. Este principio lo explica intuitivamente con la parábola del teléfono. Las olas llevan un móvil a la playa de una isla lejana. Los nativos oyen unas voces humanas y creen que los sonidos son propios del aparato. El brujo de la tribu consigue marcar al azar y acierta la serie de números que hacen que las voces vuelvan a oírse.

Pero el sabio del poblado llega a la conclusión de que las voces que les llegan son de personas en virtud de una misteriosa comunicación. Los científicos de la tribu se ríen de él y, para confirmar su opinión, parten a golpe el aparato y hacen ver que, al no haber ya sonidos, estos eran ruidos propios del móvil. Las ideas preconcebidas erradas se imponen a la tozuda realidad de las voces humanas.

El sabio que estudió el móvil sometió la cuestión a debate y llegó a la evidencia de que aquellos sonidos que salían del aparato eran voces humanas, pero los científicos negaron la evidencia destruyendo el móvil. Para Flew, a sus excompañeros ateos les ocurría algo parecido

Con este ejemplo, critica la postura intelectual del ateísmo que da como verdaderas afirmaciones tales como que el universo está aquí; existe, y nada más. Simplemente. Se formó por azar. No se necesitan explicaciones, pues, sobre su origen. Aquí se elimina la posibilidad de argumentar a favor o en contra del origen causado o no causado del universo. Sin hilo argumental es imposible defender o atacar una tesis, porque hacer una argumentación racional implica   necesariamente proporcionar razones que la sustenten.

Para oponerse a tales afirmaciones, nos da otra de sus reglas que consiste en que para argumentar racionalmente solo hay que    proporcionar razones científicas y filosóficas que las fundamenten. En el caso de que no haya una razón a favor de la tesis expuesta hay que abandonarla, después de haber analizado posibles opciones en contra.

En este sentido, Flew echa de menos que sus compañeros ateos no se hagan preguntas acerca de la posibilidad de la existencia de una mente superior. Nuestro filósofo es taxativo cuando dice: “Creo ahora que el universo fue traído a la existencia por una inteligencia infinita”; así como que las leyes que lo rigen manifiestan esta mente divina y que la vida y su reproducción tiene su origen en ella. A estas afirmaciones llega por el camino que le había llevado su argumentación, como proponía Platón en “La República”, inspirándose en su maestro Sócrates.

7.- FILOSOFÍA Y CIENCIA.

Flew se adentra en el campo de la ciencia y establece una relación entre los cambios y diferentes disposiciones en la naturaleza y los cambios que se producen en el pensamiento humano. Partir de la ciencia, adquirir sus conocimientos y sacar conclusiones es propio del filósofo. De aquí que él establezca la relación entre la naturaleza y el pensamiento, que no es cometido del científico. Porque el científico que estudia la materia como objeto de su dedicación no puede explicar el origen de la vida a partir de aquella. En cambio, el filósofo estudia la vida y su relación con el conjunto   de conocimientos genéticos y químicos como un todo.

En este marco filosófico de relación, y apertura a la posibilidad de cambio, Flew debate con otros colegas sobre lo divino y lo humano y se convence del Dios de Aristóteles por las ideas de David Conway. Ambos pensadores coinciden en que se puede llegar al convencimiento de la existencia del Dios de Aristóteles mediante el razonamiento, como hizo la teología natural, disciplina independiente de las revelaciones religiosas. Es, pues, por medio de la razón y no por la fe como Flew llega a creer en la existencia de Dios.

En este adentrarse en el campo de la ciencia, contempla las leyes de la naturaleza: La de Boyle, referente a la constante de temperatura de un gas ideal; la primera ley de Newton sobre el movimiento y la ley de la conservación de la energía. A partir de la consideración de que el filósofo puede extraer de datos científicos consecuencias filosóficas, como hemos visto antes, reflexiona sobre el carácter regular de estas leyes; sobre el hecho de que son matemáticamente precisas y universales, y llega a la conclusión de que una inteligencia superior está detrás de ellas. La misma conclusión deduce Einstein que se refiere con admiración a la sorprendente racionalidad de la existencia y del universo, reflejada en esas leyes naturales y racionales. Las palabras del gran físico son recogidas textualmente por Flew en el libro que comentamos. Son rotundas y convincentes: “Todo el que se implica seriamente en la investigación científica termina convencido de que las leyes de la naturaleza manifiestan la existencia de un espíritu enormemente superior al del hombre; un espíritu frente al cual nosotros, con nuestras modestas capacidades, debemos sentirnos humildes”[7]. Es la misma sensación de humildad y debilidad que Flew sentía hacia ese espíritu infinitamente superior” y su emoción ante “la presencia de un poder razonador superior (…)”, afirmaciones con las que definía a Dios.

No se queda aquí nuestro filósofo, sino que se adentra en lo que llama el “salto cuántico hacia Dios” y hace una breve incursión en las afirmaciones de importantes científicos de la física cuántica: Werner Heisenberg, que no dudaba de los objetivos de la ciencia y de la religión y que tampoco podía dudar de un “orden central” y de una brújula guiada por una fuerza magnética, la de ese orden central, sin el cual ocurrirían cosas terribles a la humanidad[8].

Erwin Schrödinger que pensaba en “una gran Unidad” a la que pertenecemos y que se suele denominar “Dios”.[9]

Marx Planck no veía oposición real entre la religión y la ciencia, ya que las consideraba complementarias. Ambas luchan sin desmayo contra el escepticismo, el dogmatismo, increencia y superstición, y, por tanto, exclamaba: “¡Adelante Dios!”.[10]

 Sigo con Flew la relación de citas de científicos insignes sobre la plausibilidad de la existencia de Dios, y que no me resisto a exponerlas en este modesto trabajo:

Paul A.M. Dirac: “Dios es un matemático de muy alto nivel, y usó las matemáticas superiores al construir el universo”.[11]

Paul Davies, Premio Templeton: “La ciencia solo puede avanzar si el científico adopta una visión del mundo esencialmente teológica”. Davies no cree que las leyes que rigen el universo sean invención humana, sino regulaciones fijas que el científico debe descubrir, no inventar. Concluye que parece que estas leyes estaban ahí para recibirnos.[12]

En definitiva, las teorías de estos científicos y otros elegidos por Flew apuntan a la existencia de un Legislador Universal, una Mente Superior, autor de leyes universales.

7) Max Jammer, Einstein and Religion, pág 93, cuyo texto y referencia aparece en “Dios Existe, páginas 95 y 96.

[8] Werner Heisenberg, Phisycs and Beyond, cita en Dios Existe, p. 97.

[9]Erwing schrödinger, My Miew ofthe World,, cita en Dios Existe, p. 97.

[10]Max Plank, Where is Science Going?, texto y cita en Dios Existe, páginas 97 y 98.

[11] Paul A.M.Dirac, “The Evolution of the Physicst’s Picture of Nature. Texto y cita en Dios Existe, p. 98.

[12] Paul Davies, “Templeton Prize Addres”, texto en páginas 98 y 99 y cita en p.99 de Dios Existe.


 8.- ¿ESTABA EL UNIVERSO PREPARADO PARA RECIBIRNOS?

 Como hemos visto anteriormente, Anthony Flew se hace acompañar por las opiniones de científicos y físicos cuánticos y llega a la conclusión de que existen unas leyes racionales de la naturaleza que gobiernan el universo.[13] Se pregunta, entonces: ¿Quién escribió estas leyes de la naturaleza? Con su alma de filósofo que razona a partir de los conocimientos y experiencias de los científicos, responde rotundamente: “Dios, el legislador divino”, y plantea una nueva y sugerente pregunta: “¿Sabía el universo que nosotros veníamos?”. ¿Por qué plantea semejante pregunta? Flew se basa en la afirmación del físico Freeman J, Dyson que afirmaba que, cuando más estudiaba, con detalles el universo, este sabía, en algún sentido, que íbamos a venir. Es decir, que el universo está regulado de tal manera que si no fuera así, hoy, no estaríamos en el mundo.

Ciertas evidencias científicas parecen corroborar la afirmación anterior: bastaría que las constantes de la velocidad de la luz y la masa de un electrón hubieran    sido diferentes para que, en concreto, nuestro planeta no hubiese tenido las condiciones necesarias que “permitiesen la evolución de la vida. A este razonamiento se le llama “argumento de ajuste fino”, basado en el principio antrópico que determina que algo está ahí y que es fundamentalmente necesario para que se produzca una realidad. Ese “algo” son unas condiciones, unas leyes reguladoras, sin las cuales no habría sido posible la vida, tal como la concebimos y experimentamos. Por esta razón, dicen Flew y Freeman Dyson que el universo y nuestro planeta, en concreto, estaban preparados, finamente ajustado, para recibirnos.

Al hilo de esta argumentación sobre un universo ordenado por leyes racionales de la naturaleza, cuyo autor es una mente superior, nos preguntamos qué solución habría que dar a la controversia evolución-diseño divino, que enfrenta a evolucionistas y creacionistas. ¿Se pueden articular estos dos conceptos en una síntesis, con todas las afirmaciones contradictorias que representan?

En su duelo con el biólogo ateo, Richard Dawkins, al que me he referido anteriormente, Flew, incluso todavía en su periodo de ateísmo, afirma que la evolución ha sido mal interpretada por aquel, ya que piensa que esta tiende a la conservación natural de la especie y no a la selección natural de los individuos y a la supervivencia de los más aptos. Enemigo del diseño como Dawkins, al convertirse al deísmo, ve en el diseño “debidamente formulado” un excelente argumento para entender que detrás de las leyes que rigen la naturaleza y el universo esta esa Mente Superior, a la que llamamos Dios.

¿Pero cuáles son esas leyes a las que se refiere Flew, algunas de las cuales enuncia siguiendo el pensamiento del cosmólogo especulativo, John Leslie en su obra “Mentes Infinitas? Estas leyes y otras rigen el universo y se mantienen constantes. Tienen identidad por sí mismas; han sido descubiertas por el hombre, pero no las ha inventado, tal como desmiente Flew a científicos que creen que son producto de la mente humana. Aquí expongo los tres ejemplos que aparecen en este capítulo del libro y alguno más que pueden completar el estudio de las mismas:

En la primera, de acuerdo con la ley de la relatividad, las fuerzas electromagnéticas se mantienen invariables, aunque ejerzan sus efectos en dirección perpendicular a cuerpos en movimientos. Se me ocurre pensar también en la regularidad de la velocidad de la luz. Einstein asoció el principio de la relatividad, postulando su universalidad, con la constancia de la velocidad de la luz en el vacío, independientemente de su fuente de emisión.[14]

Un ejemplo aclarará el significado de esta imperiosa ley que hace que la velocidad de la luz no pueda ser disminuida ni acelerada en su promedio general. Cuando la luz se encuentra una placa de cristal en su camino y la atraviesa, la velocidad disminuye porque en el cristal es menor, pero, al salir de la placa, la luz recuperará su impresionante velocidad independientemente de los obstáculos encontrados en su trayectoria.[15]

 Volvamos de nuevo a Flew y a la segunda ley a la que hace alusión. Dice así: “Las leyes cuánticas impiden que los electrones colapsen en el núcleo del átomo”. La pregunta obligada es: ¿Por qué el átomo es estable y sus electrones no van al núcleo del átomo, no chocan o no se estrellan contra él?

El principio está claro: los electrones no chocan contra el núcleo del átomo; ahora bien, las hipótesis sobre la causa dividen a los científicos que plantean distintos tipos de átomos para adecuar la teoría a la ley.[16]

En mecánica cuántica, Niels Bohr imaginó un nuevo tipo de átomo en el que   los electrones no orbitaban alrededor del núcleo como ocurre con los planetas. Bohr introdujo el principio de indeterminación o de incertidumbre del físico teórico Werner Heisemberg, que afirma que es imposible determinar la posición y el momento lineal (cantidad de un movimiento de un objeto). Este principio se refiere, por ejemplo, a la posición de un electrón, a su velocidad y su masa. Si elegimos la posición del electrón se alterará la masa o su velocidad, produciendo una traslación. Por esta razón, eligió Bohr el principio de incertidumbre, que permitía explicar una teoría que se adecuaba a la ley. Ya no eran necesarias tener en cuenta las órbitas. También, por la dinámica que presenta este principio, los átomos tienen un bajo nivel de energía y sus electrones no chocan contra el núcleo, porque su precipitación depende del nivel de energía del electrón.

Flew expone el tercer ejemplo de Leslie, que escribo literalmente: “La fuerza electromagnética es de tal intensidad que permite que tengan lugar muchos procesos clave: hace posible que las estrellas ardan establemente durante miles de millones de años; permite la síntesis del carbono en las estrellas; garantiza que los leptones no sustituyan a los quarks, lo cual habría hecho imposibles la existencia de los átomos. Es responsable de que los protones no decaigan

demasiado rápido y que no se repelan con demasiada fuerza, lo cual habría hecho imposible la química”. Después de relacionar estas regularidades del universo, se pregunta que cómo es suficiente que la intensidad de una misma fuerza permita responder a estos procesos cuando la razón nos dice que serían necesarias intensidades diferentes.

Creo que, para entender todo lo expuesto en este ejemplo, convendría aclarar algunos conceptos para quienes no estamos familiarizados con la electrodinámica cuántica, por ejemplo, la definición de leptón, una partícula electrodinámica que se caracteriza por pesar poco y no estar afectado por la “Fuerza fuerte”[17], por oposición al hadrón, que sí manifiesta interacciones fuertes. Los electrones y los neutrones- con carga y sin carga respectivamente- son leptones[18]. Los leptones se encuentran al final del átomo[19]. Los quarks están provistos de una fuerza atractiva y debe haber un campo de fuerza que los mantenga unidos en los hadrones. Es la “interacción fuerte” provocada por la fuerzan fuerte o fuerza nuclear fuerte.

Al atraerse, los quarks interactúan fuertemente por el efecto de esa fuerza electromagnética. Tal cohesión permite la existencia de los átomos, al formar la materia nuclear y los hadrones. Su sustitución por una partícula débil, el leptón, habría hecho imposible la existencia de los átomos.[20]

La exposición de principios y leyes que regulan el desenvolvimiento del universo, y sus ejemplos prácticos de aplicación parecen demostrar la tesis de Anthony Flew de que detrás de tales principios y leyes racionales hay una mente superior, que es su autora. Esta mente superior es a la que llamamos Dios.

[13] Freeman J, Dyson. Disturbing the Ubivese. Harper&Row. Nueva York, 1979, texto en pág 250 y cita en Dios Existe, pág 104.

[14] Historia de la Ciencia. Carlos Solís y Manuel Selles. Espasa, 2004-2005, página 837

[15] ¿Qué es la teoría de la relatividad? Lev Landau y Yuri Rumer. Akal/Básica de bolsillo, página 32.

[16] CPAN.INGENIO 2000.

[17] Historia de la ciencia. Carlos Solís y Manuel Sellés, Espasa 2004-2005; páginas 1089-1090.

[18] WIKIPEDIA. ¿Qué es un leptón?

[19] La física de Marcos Antonio Moreira. Los quarks y la epistemología. Instituto de Física de la UFRGS. WWW. If.ifrgs.bR-morerira.

[20] Idem.

9.- PREGUNTAS Y DISENSIONES CIENTÍFICAS Y FILOSÓFICAS ACERCA DE CÓMO SURGIÓ LA VIDA?

En un paso más de su andadura filosófica, creo que A. Flew tuvo que plantearse esta pregunta: ¿surgió la vida de la materia inerte cuando la materia viva estaba ya capacitada para reproducirse genéticamente? Él siempre estuvo abierto a responder a esta pregunta esperando que los avances de los científicos le permitieran aceptar tal sucesión de la materia, pero sus argumentaciones le llevaron a las siguientes consideraciones: 

1º) Que la posible respuesta de la pregunta anterior conducía a plantearse   un nuevo planteamiento del diseño; es decir, un diseño en condiciones diferentes a las del diseño como teoría tradicional.

2º) Que no había respuestas para la argumentación materialista planteada en la pregunta: que la materia viva surgió de la materia inerte.

3º) Por un estudio reciente, en las fechas en que se escribió “Dios Existe”, constató que la edad del Universo no era suficiente para que hubiese habido una evolución de la materia viva primigenia necesaria para que se cumpliesen las teorías materialistas.

“¿Cómo puede un universo hecho de materia no pensante producir seres dotados de fines intrínsecos, con capacidad de autorreplicación y una química codificada?” Insiste Flew, en una pregunta pertinente, la cual, con su   hipotética respuesta, constituye un problema filosófico y no biológico, como pretenden algunos científicos. Pasa a continuación a desarrollar su argumentación en tres aspectos que considero fundamentales para dar cumplida respuesta a su pregunta:

1º) En el primer aspecto, afirma que la materia viva tiene unas características de organización teleológica- orientada a fines y propósitos que justifican su existencia-. Esta teoría hunde sus raíces en la causa final de Aristóteles, que es un cambio o movimiento de una cosa o ser para ser lo que es. Para Aristóteles, los seres vivos tienen una finalidad, que es el objetivo al que se orienta un ser. Por tanto-según Flew- la materia viva no puede proceder de la inerte, porque esta no tiene la propiedad de organización teleológica, sin la cual, los seres vivos no habrían podido existir.

2º) Su segundo y tercer aspectos son importantes para entender cómo llegó a existir la vida. Sin la organización teleológica es imposible la autorreplicación que permite la aparición de los seres vivos debida a su capacidad de reproducirse.

El mecanismo de autorreplicación lo explica Flew en el tercer aspecto de la argumentación. En todas las formas de vida el ADN se autorreplica. A continuación, es copiado por el ARN. El mensaje de este se transmite a secuencias de aminoácidos, y finalmente los aminoácidos se unen formando las proteínas.  Tales estructuras constituyen el código genético universal. Este conjunto de reglas que permite todo un proceso de traducción no está fundamentado en un principio físico fundamental. Por tanto, ¿cómo ha podido surgir toda una colección de moléculas ciegas, sin finalidad o propósito?

La respuesta es complicada porque supone toda una revolución conceptual.

Está claro para nuestro filósofo que una materia simple como la que carece de vida no puede ser la productora de los procesos complejos.  También se refiere a esta complejidad del código ADN Francis S. Collins. Es un sistema que necesita “muchísimo tiempo mucha prueba de acierto y error, para clasificar unas cuantas letras del código humano genético[21]. Estas “cuantas letras” es una expresión de Collins que se refiere en su libro, tras el descubrimiento de la secuenciación, a los “tres mil cien millones de letras del código de ADN distribuidos a lo largo de veinticuatro cromosomas…”[22]

En definitiva, y para cerrar este tema, un hecho es cierto: que la generación de la vida se produjo por un código genético universal capaz de almacenar, copiar y trasmitir vida a los descendientes; pero no se sabe cómo funcionó la primera maquinaria genética (Lazcano). Es un problema no resuelto. Pero Flew está con el premio Nóbel de Medicina George Wald, que supone que la inteligencia no es una capacidad o potencia que surgió a lo largo del proceso evolutivo, sino que estuvo ahí desde su principio, llegando a reconocer que la sustancia de la que está hecha la realidad es sustancia mental, capaz de generar criaturas. Para el autor de “Dios Existe” la única salida es que esta vida está caracterizada por fines y propósitos, tiene su origen en una Mente infinitamente inteligente.

Casi al final de su libro, y con el numeroso material científico del que se ha pertrechado, se pregunta: “¿Salió algo de la nada? ¿Es una pregunta   metodológica, ya respondida, si tenemos en cuenta toda su   argumentación anterior? Lo vamos a comprobar en el siguiente apartado.

[21] Francis S. Collins. “¿Cómo habla Dios? “La evidencia científica de la fe”. Ariel (2016), páginas 120,121 y siguientes. F.S. Collins es uno de los genetistas más importantes del mundo. Dirigió el Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano, liderando este proyecto para cartografiar y representar el genoma. Consideró en su momento la importancia la secuenciación del genoma completo, que comprende tres mil millones de letras (pares). Siguiendo el pensamiento de  Flew, podemos preguntarnos qué golpe de azar pudo crear y organizar, aunque fuera potencialmente en su origen, un sistema tan complejo como  el genoma.

[22] Idem, página 136.

10.- ¿SALIÓ ALGO DE LA NADA?

Para Flew, la naturaleza de esta pregunta responde a un problema de la cosmología. Comenta que en su libro “La presunción de ateísmo” planteó que, al analizar o estudiar la sucesión de hechos, con la intención de remontarse al punto de partida del origen del universo y de la vida, este punto inicial no podía explicarse por argumentos dentro del sistema. Por esta razón, su rotunda afirmación de pensador ateo era que lo que ocurre en una determinada secuencia ocurre porque sí. Pensaba que cualquier cosa no tenía por qué apuntar a nada trascendental o principio creador, que pudiera estar detrás de lo que tenemos como mundo o realidad visible. Desde este punto de vista no tenía dificultad alguna en considerar el universo como realidad última, sin más complicaciones.

Sin embargo, al ser de inteligencia siempre abierta adonde pudieran llevarle la evidencia de los hechos, se sintió interpelado por los argumentos de científicos que planteaban nuevas preguntas a partir de la información sobre el bin-bang. La irrupción de esta teoría en el campo de la ciencia hacía presuponer que el universo tenía un principio y que, por tanto, tendría un fin.” Mientras no se conoció la teoría-escribe Flew- fue muy fácil responder   negativamente a la pregunta de si tuvo el universo un comienzo y final. Pero, una vez conocida, pensó que los creyentes tenían a su favor poder afirmar que el universo tuvo un principio, un fin y un creador, Dios”.

10.- DEL PROBLEMA FILOSÓFICO DE ACEPTACIÓN DE LA CAUSA Y PRINCIPIO DE CAUSALIDAD “A ALGO DEMASIADO GRANDE PARA SER EXPLICADO POR LA CIENCIA”.

El problema filosófico de aceptación/negación de la causa y del principio de causalidad está detrás de la aceptación o no del argumento sobre la existencia de Dios. Las demostraciones filosóficas y teológicas de la existencia de un ser divino creador perdieron vigencia a la vez que la explicación causal y el principio de causalidad dejaron de ser plausibles en los siglos XVII y XVIII. Las causas aristotélicas- final, material y formal- que tanto éxito alcanzaron en la Antigüedad, en la Edad Media y principios de la Edad Moderna, fueron desapareciendo. La causa eficiente se siguió aplicando en el mecanicismo, pero las investigaciones en física cuántica de partículas subatómicas, en el principio de indeterminación de Heisenberg y el de complementariedad para las partículas elementales dieron al traste con la teoría mecanicista.

Importante por su crítica al argumento cosmológico sobre la existencia de Dios fue el filósofo empirista David Hume, que, al negar la relación causa- efecto, consideró que no hacía falta creer en Dios como creador del universo, ya que este se entendía en sí mismo, sin necesidad de un autor exterior.

Anthony Flew estuvo en un principio de acuerdo con Hume, pero empezó a no estarlo en lo referente a la metodología humeana, ya que descubrió errores cruciales como que la relación causa – efecto era un producto de la inteligencia humana para interpretar el mundo exterior y no una evidencia.

Para Hume, dos elementos sucesivos en el tiempo son distintos entre sí, como lo son, a su entender, las dos ideas de causa y efecto. Además, “la causa” (antecedente) no puede percibirse empíricamente como tal y tampoco como que tiene una implicación necesaria en “el efecto” (consecuente).

Para nuestro filósofo, objeto de este estudio, el concepto de causalidad y el conocimiento causal reside en nuestras numerosas y constantes   experiencias a lo largo de la vida como seres corpóreos que nos movemos en un ámbito de actividad independiente de nuestra mente. Para Hume, esto es imposible porque niega los significados de causa y “ley de la naturaleza”.

Flew está de acuerdo con el filósofo analítico   Richard Swinburne cuando . escribe en su libro “The Existence of Good” que la cadena de la serie de elementos llegaría a   ser infinita, si no hay un elemento que este fuera de la sucesión. Sería, pues, imposible explicar la existencia del universo a “lo largo de un tiempo infinito”, ya que “será un hecho bruto inexplicable”. Swinburne termina afirmando lapidariamente: “La existencia de un universo físico complejo a la largo de un tiempo finito o infinito es demasiado grande para ser explicado por la ciencia”.

Sigue también a David Conway, filosofo liberal inglés, en su libro “The Rediscovery of Wisdom”.  Este filósofo se opone a Hume en su formulación de la “causa suficiente del universo en su conjunto”, constituida por la suma de todos los elementos físicos en una serie sin comienzo. Conway niega que la serie de partes de una totalidad puedan sumarse para ser “una explicación global de la totalidad”. Los entes que la compone necesitan para este filósofo de “una explicación causal”.

Flew cree que, con los argumentos de los filósofos anteriores y su propia argumentación, queda desmontada la teoría humeana de la ausencia de la explicación de la causa y del principio de causalidad. Por tanto, se está preparado para introducir, con las correcciones debidas, el argumento cosmológico de acuerdo con la visión de la cosmología moderna. Así, para Swinburne, los estados de cosas se explican por estados de cosas, porque las leyes no explican tales estados de cosas; por tanto, si al principio del universo no había un estado de cosas previo, no podríamos explicar el origen de aquel. Contrariamente a lo que dicen algunos científicos, este filósofo de la ciencia afirma que ningún modelo cosmológico puede eliminar la posibilidad de la existencia de Dios.

Para John Leslie, de amplios intereses en las distintas disciplinas filosóficas, como la filosofía de la religión, de la ciencia y de la metafísica, entre otras, el origen del universo no se puede explicar por un número infinito de causas, sin límites.

A la vista de las aportaciones anteriores, A, Flew   considera que la teoría del argumento cosmológico es correcta y que el universo necesita de una explicación si queremos comprenderlo de alguna manera. Y como dice Richard Swinburne es, por tanto, racional admitir la existencia de un Dios que dé sentido a un universo complejo e infinito.

11.- ¿QUÉ LUGAR OCUPA DIOS EN EL UNIVERSO?

Sabemos por su itinerario filosófico que, en un momento de su historia como filósofo ateo, Flew se planteó la idea de un ser que no podía verse, incorpóreo. Esta idea dificultaba sumamente la evidencia de la existencia de Dios, y era para él una prueba fehaciente de que no se podía admitir, como creían los cristianos, que existiera un espíritu incorpóreo y a la vez omnipotente y omnipresente. Por supuesto que su posición tenía lógica, porque era lo propio de un filósofo que estaba “empeñado en seguir la evidencia adonde quiera que conduzca”, y en ese momento de la historia de su pensamiento la evidencia le revelaba que era “absurdo”, que no era posible considerar persona a   una “entidad no física”. En sus debates con el profesor de Oxford, Briann Leftow, advirtió que este relacionaba la teoría de la relatividad espacial de Albert Einstein con la existencia de un Dios fuera del espacio-tiempo. Consecuentemente, si todo lo que está en el tiempo, está también en el espacio, y los creyentes piensan que Dios no está en un espacio determinado, tampoco estará en el tiempo. Por tanto, el conocimiento es un atributo o cualidad de Dios que está fuera del tiempo. A esta cualidad, Flew añade la intencionalidad.

De acuerdo con las argumentaciones filosóficas anteriores, se podría pensar que Dios crea el universo en un solo acto, y en el que están integradas todas las fases que luego se despliegan en el espacio-tiempo.

La causalidad del universo, que tiene su origen en Dios, no se da en el tiempo, por lo que Flew no la considera analizable porque forma parte del “mobiliario real del mundo”. Este razonamiento de una causalidad fuera del tiempo me lleva a preguntarme si es posible, por tanto, que Dios haya estado acompañado de su creación, como ente esencial y original, la cual irrumpió y evolucionó en el “continuum” espacio-tiempo.

12.- ¿DIOS, UN SER INTENCIONAL E INCORPÓREO?

Lo mismo que el autor recorre opiniones, argumentaciones y teorías de científicos que afirman o niegan la existencia, para concluir en su afirmación racional de una Mente Superior, causa de la vida y del universo, también se deja acompañar por filósofos que responden a sus preguntas sobre cómo un ser incorpóreo puede ser persona y cómo un ser trascendente, que suponemos fuera del espacio y el tiempo puede crear/actuar en la realidad espacio tiempo.

Toda persona es un agente intencional; es un agente corpóreo, pero su conformación no es dual sino unitaria: es una realidad psicofísica. Esto parece demostrar que un ser no necesita un cuerpo para ser un agente intencional. Dios sería entonces un agente intencional sin materia corpórea, capaz de realizar una actividad intencional.

Para el filósofo Thomas. F, Tracy, autor de libros como Dios, la acción y la corporeidad y el Dios que actúa, que contestó a las preguntas de Flew,  y es  autor   del argumento que hemos desarrollado anteriormente, Dios es un sujeto que realiza acciones intencionales desde el punto de vista de su Ser persona. Sus poderes y acciones son distintas al resto de sujetos humanos, además de personales e intransferibles. Tracy piensa que Dios es pues un ser único, “autocreativo”, cuyo modo de vida y poderes son radicalmente diferentes a los nuestros; ya sea su amor, su paciencia y sabiduría.

13.- ¿CÓMO PUEDE UN SER INCORPÓREO- AL QUE NO LE AFECTA EL ESPACIO Y EL TIEMPO- ACTUAR EN ESTAS DIMENSIONES?

Todavía A Flew planteó una segunda pregunta en este debate filosófico de altura: “Si Dios está fuera del espacio y el tiempo, ¿cómo podía actuar en esas dimensiones limitantes? Quizá, se podría hacer la pregunta de otra manera, evitando el uso del verbo “estar”, por su significación de verbo de estado: ¿Si a Dios no le afecta el espacio y el tiempo, como puede actuar en las dimensiones del espacio y el tiempo? Para encontrar una respuesta a esta pregunta, el filósofo debate con el profesor de Oxford, Brian Leftow, que trató estos temas en su libro Dios y la eternidad.

En el debate, Leftow afirmó que Dios esté fuera del espacio y del tiempo es coherente con la teoría de la relatividad espacial. Si todo lo que está en el tiempo está también en el espacio, y Dios está fuera del espacio, también lo está del tiempo. Pero, ¿puede existir un ser personal fuera del tiempo? Se da pues en la discusión intelectual una pregunta tras otra, al hilo de las respuestas.

Leftow contesta a esta pregunta diciendo que Dios está fuera del tiempo, por cuya afirmación no tiene pasado y tampoco puede dejar de hacer un algo, precisamente por no tenerlo. Todo esto nos lleva a pensar que no se pueden aplicar ya a Dios ciertos atributos que se le asignaban anteriormente.

Sin embargo. Si hay una cosa o realidad que podemos atribuirle es el conocimiento, que se puede abstraer del tiempo y la intencionalidad que es un estado disposicional para realizar algo.

Otra consideración a tener en cuenta es la causación espacio-temporal y su relación con un ser intemporal como es Dios, según las argumentaciones anteriores. Si se piensa que la causa es una cosa o realidad vinculada esencialmente al tiempo, difícilmente podemos explicar la relación anterior entre el ser atemporal y la causación espacio-temporal, pero si se  juzga que la causalidad no está  vinculada esencialmente a la temporalidad, entonces “el concepto de causa no es analizable-sigue explicando Lewton- y pertenece a la estructura “primitiva” del universo, al “mobiliario real del mundo” Por tanto, sería posible  en origen “una conexión causal primitiva entre un Dios temporal y la totalidad del tiempo”(Leftow).

Flew concluye este capítulo afirmando que los estudios de Tracy y Leftow  demuestran que no es contradictorio pensar en un Inteligencia o Espíritu fuera del espacio tiempo que solo ejecuta sus designios en el continuum espacio-tiempo. Aboga por que los filósofos vuelvan, por tanto, a estudiar la cuestión sobre Dios, como se hacía tradicionalmente, ya que los argumentos anteriores, sin son ciertos, generan una sabiduría que explica el origen del universo en Dios.

14.- ABIERTO A LA OMNIPOTENCIA.

A lo largo de libro “Dios Existe, Flew ha venido tratando tres problemas que constituyen el armazón de la estructura objetiva y filosófica del universo: 1) Las leyes de la naturaleza; 2) La vida con su organización teleológica y 3ª) la existencia del universo.

Es cierto que la ciencia no puede demostrar la existencia de Dios, pero los tres problemas o cuestiones que plantea en su libro pueden explicar la necesidad de un Dios creador que permita una comprensión cabal de esa realidad compleja que es el universo.

Esta posibilidad de explicación de la necesidad de un Dios creador plantea aún una pregunta: ¿Cómo se puede explicar la necesidad de un Dios creador si no podemos argumentar su existencia?

Según el pensamiento de Flew, en primer lugar, hemos de determinar las estructuras de ese universo, no por medio de experimentos de ecuaciones, sino por la comprensión de las estructuras que lo conforman y que las ecuaciones y experimentos “desvelan y cartografían”. Para llegar a este conocimiento y desvelar la existencia de Dios, hay que valerse de la sola razón.

Desde el punto de vista filosófico y científico parece que la tesis es coherente, independientemente de los criterios con que el lector acometa la cuestión de Dios en relación con la causalidad del universo, pero hay un problema que siempre resulta espinoso para la filosofía y especialmente para la teología y que el autor de Dios Existe no obvia ni ignora: el problema del mal y el sufrimiento humano, que no asocia a Dios, porque una naturaleza imperfecta no nos dice nada de un Ser Creador o Fuente Divina.

Expone las dos teorías actualmente existentes sobre el problema del mal, la providencia de Dios y la libre determinación humana:

1º) la explicación de la filosofía griega de un Dios que, una vez que ha creado el mundo, se desentiende de su desarrollo posterior, sometido como está a las leyes naturales que lo rigen, aunque puede en algún momento, “de forma distante y comprometida” confirmar los principios fundamentales.

2ª) La explicación por el libre albedrío, por el que el ser humano se desenvuelve en libertad y autonomía en la toma de decisiones, incluso, aceptando o no algo que se presenta en forma de valor. Pero este concepto del libre albedrío, según Flew, necesita antes aceptar la revelación divina, y se entraría en problemas teológicos que no son objeto de la filosofía.

15.- APERTURA A UN HORIZONTE DE CONOCIMIENTO.

Pleno de un espíritu de apertura al ser divino, A.Flew quiere aprender más de la realidad desde la lógica de la razón y las leyes e historia de la naturaleza.

El libro termina con unos apéndices relacionados con la revelación divina y cristiana que no voy a tratar ahora, dejando reposar finalmente mi interpretación en el pensamiento puramente filosófico.

 Esta primera parte, fundamental, de la obra termina con una vuelta a la parábola del teléfono móvil con que se tropieza una tribu que vive en una isla. Pero esta vez el episodio no termina con las burlas que los científicos hacen al mago de la tribu por creer que la voz que se oye en el teléfono es humana y no un ruido cualquiera. Supone Flew que los científicos aceptan la tesis del brujo; que el teléfono forma parte de una red de donde hablan seres humanos, y que esos seres inteligentes están ahí fuera. Me sugiere este final de feliz la comparación con otro episodio, el de la caverna de Platón, cuyo desenlace fue todo lo contrario: el habitante de la cueva,  que  logra  salir al exterior, vuelve gozoso para comunicar a sus compañeros que la realidad está ahí fuera y no dentro; pero paga con su vida el descubrimiento, debido a la incredulidad de sus compañeros, que consideran una impostura su afirmación.

Para el filósofo, las leyes de la naturaleza, la estructura del universo, es la red telefónica de la parábola, y por medio de ella, filósofos, científicos y otros intelectuales han llegado a aceptar la existencia de un agente creador o fuente divina del universo. Antes de fallecer desgraciadamente en 2010, nuestro autor no había perdido la esperanza de poder oír una voz que le dijera: “¿Me oyes, ahora?” No sabemos, si al partir de este mundo, escuchó ciertamente la voz y respondió a su pregunta.

16.-RECAPITULACIÓN Y CONCLUSIÓN:

Como he dicho anteriormente, el interés que me ha llevado a comentar “Dios existe”, reside precisamente en el tema nuclear de la misma: Dios. Durante mucho tiempo, fue el objeto de estudio de numerosos filósofos, hasta que el empirismo de Hume, las limitaciones a la razón de Kant, la decadencia de la metafísica, los argumentos de los pensadores de la sospecha- Marx, Nietzsche y Freud- y las distintas clases de materialismo oscurecieron la posibilidad del estudio y debate filosófico sobre su existencia. Kant abrió una vía a través de la ética, pero, con la evolución del pensamiento, el neo-pragmatismo ha sustituido al racionalismo crítico, que profesaba “una confianza inquebrantable en la fuerza emancipadora de la razón”, y que, desde la misma razón, se podrían corregir el rumbo de la historia, en la que los defectos y errores de la razón todo poderosa eran muy perceptibles[23], Finalmente, la ética fue dada de lado, en nombre de la racionalidad instrumental, corriente positivista que  solo reconocía racionalidad a la verificación científica, y lo que no se podía verificar lo consideraba irracional y, por supuesto, nada científico. Sin embargo, como conclusión, podemos decir, a la luz de la razón, que A, Flew nos ha devuelto, al menos, al Dios de los filósofos, y ha abierto el debate sobre el problema de su existencia

 

 



[23] Reyes Mate, Religión y Socialismo, “más allá de la política”, citado en “La democracia más allá de los ídolos”, Cuadernos CJ, Josep Vives, mayo 2004, nº125. 


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