CRÓNICA DEL MENSAJE DEL PAPA
FRANCISCO CON MOTIVO DE LA LIV JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ.
El papa Francisco presentó en
diciembre de 2020 el acostumbrado mensaje papal de la Jornada Mundial de la Paz
para el año siguiente, en su LIV edición, la de 2021.
Tras saludar a las
personalidades mundiales políticas, religiosas, personas de buena voluntad y
seguidores de las distintas confesiones, Francisco se refirió a la crisis
sanitaria causada por el covid-19, que se ha convertido en un fenómeno
“multisectorial y mundial”. Tal eventualidad ya que la pandemia ha sido
verdaderamente inesperada, al menos en Occidente, ha agravado crisis
fuertemente interrelacionadas como la climática, alimentaria, económica y
migratoria. Piensa el papa en las personas que han perdido a familiares, salud,
trabajo, situación económica; en el personal de servicios esenciales que se han
esforzado denonadamente durante la crisis para prestar asistencia a los más
débiles y pobres.
Tampoco olvida aspectos
negativos de la sociedad actual como diversas formas de racismo, xenofobia,
nacionalismos, conflictos y guerras que están en ascenso.
Por este cúmulo de
circunstancias, Francisco ha elegido como tema del Mensaje: “La cultura del
cuidado como camino de paz”.
En el apartado dos del documento
hace referencia a los primeros libros de la Biblia, reflexionando sobre como
Dios pone en manos del ser humano, representado en Adán y Eva, el cuidado del
Edén; y como encarga a Caín y a Abel la custodia recíproca y compartida de
ambos. Pero en ningún de estos relatos los seres humanos fueron fieles al
mandato divino de los cuidados. Dios Creador aparece en el Antiguo Testamento
con modelo del cuidado, tanto en la tradición judía del cuidado de los pobres,
como en la celebración del Jubileo, tiempo en el cual se condonaba o se daba
una tregua en sus deudas a los campesinos, esclavos y otros endeudados.
También los Profetas de
Israel creían en Dios, como modelo de cuidados y clamaban en su nombre la
justicia en favor de los pobres.
Ya en el Nuevo Testamento,
Jesús de Nazaret manifiesta el cuidado por los demás en el transcurso de su
ministerio. Él mismo es la Buena Noticia anunciada a los pobres; es liberación
de cautivos, sanador de ciegos y enfermos. Es también el “Buen Pastor” y el
“Buen Samaritano”. Jesús es dador de su vida y nos invita a seguirle y a hacer
lo mismo que el hizo por los hermanos.
Cuando Jesús dejó este mundo,
las primeras comunidades cristianas siguieron el ejemplo del Maestro
compartiendo sus bienes, atendiendo a los más débiles, dando de comer a los
pobres, enterrando a los muertos, etc. El pensamiento cristiano de los Padres
de la Iglesia estaba transido de esta tradición del bien común, así San
Ambrosio decía: “La naturaleza ha vertido todas las cosas para el bien común”.
A continuación, el papa
enumera todas las obras de “caridad activa” que la Iglesia ha realizado en
favor de las personas más vulnerables, a lo largo de su historia, y que son
suficientemente conocidas por los países de tradición cristiana. Aunque no ignora
las frecuentes quejas hacia miembros de las comunidades cristianas y de la
Iglesia que se han dejado llevar por el egoísmo.
Con la Doctrina Social de la
Iglesia, y antes las reflexiones sociales de los Padres de la Iglesia, la
“caridad activa” da lugar a la “gramática” de los cuidados, que relaciona con
cuatro principios de la Doctrina Social de la Iglesia:
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El cuidado como promoción de los derechos de
las personas.
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El cuidado del bien común.
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El cuidado mediante la solidaridad.
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El cuidado y la protección de la creación.
La brújula de los principios sociales que han de promover la cultura de los
cuidados, es necesaria para las relaciones entre las naciones. Estas han de
inspirarse en la fraternidad, el respeto humano, el derecho internacional y en
la promoción de los derechos humanos fundamentales.
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El mensaje trata también de los
conflictos, sus resultados-la destrucción y la crisis humanitaria-, la
inversión en armas, derroche de medios que podrían emplearse en un Fondo
mundial contra el hambre y a favor del desarrollo de los países más pobres.
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Para educar a la cultura del cuidado
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La promoción de la cultura del cuidado requiere un proceso educativo y una
brújula de los principios que es útil para diferentes situaciones relacionadas.
Francisco destaca la educación para el cuidado en la familia, núcleo natural,
la escuela, la universidad y los agentes de la comunicación, instancias
llamadas a transmitir un sistema de valores.
Llamada a las religiones,
lideres religiosos y seguidores en general:
Las religiones en general, y los líderes religiosos en particular pueden
desempeñar un papel insustituible en la transmisión a los fieles y a la
sociedad de los valores de la solidaridad, el respeto a las diferencias, la
acogida y el cuidado de los hermanos y hermanas más frágiles”
Francisco se dirige en este apartado a las
personas comprometidas con la educación en organizaciones gubernamentales no
gubernamentales, para que dé una educación “más abierta e incluyente”,
dialogante y de ”mutua comprensión” como paso a un Pacto educativo global.
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No hay paz sin la cultura del cuidado
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La cultura del cuidado, como compromiso común, solidario y participativo para
proteger y promover la dignidad y el bien de todos, como una disposición al
cuidado, a la atención, a la compasión, a la reconciliación y a la
recuperación, al respeto y a la aceptación mutuos, es un camino privilegiado
para construir la paz.
La barca de la Humanidad
avanza sacudida por la tempestad de la crisis
En este tiempo, en el que la barca de la humanidad, sacudida por
la tempestad de la crisis, avanza con dificultad en busca de un horizonte más
tranquilo y sereno, el timón de la dignidad de la persona humana y la “brújula”
de los principios sociales fundamentales pueden permitirnos navegar con un
rumbo seguro y común. Como cristianos, fijemos nuestra mirada en la Virgen
María, Estrella del Mar y Madre de la Esperanza. Trabajemos todos juntos para
avanzar hacia un nuevo horizonte de amor y paz, de fraternidad y solidaridad,
de apoyo mutuo y acogida. No cedamos a la tentación de desinteresarnos de los
demás, especialmente de los más débiles; no nos acostumbremos a desviar la
mirada] sino comprometámonos cada día concretamente para
«formar una comunidad compuesta de
hermanos que se acogen recíprocamente y se preocupan los unos de los otros
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