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jueves, 4 de diciembre de 2008

EVANGELIO, EXPERIENCIA Y COMPROMISO

EVANGELIO, EXPERIENCIA Y COMPROMISO
(MADRID)

1. EVANGELIO, EXPERIENCIA Y COMPROMISO:
Me gustaría que mi reflexión girara en torno a tres objetivos que considero importantes:
1. Que ella misma fuese un grito de atención “ “ en nombre de los sin voz, de las víctimas del sistema, de los que sufren a nuestro alrededor y nos piden alternativas.
2. La invitación a cualificar nuestro compromiso desde el Evangelio, la Doctrina Social de la Iglesia y las ciencias sociales, como principios de llegada, criterios de análisis y conocimientos para comprender nuestra realidad.
3. La necesidad de que entre nosotros y en nuestras comunidades intensifiquemos el espíritu crítico ante la información que recibimos desde los diferentes medios, mediante la valoración de las distintas fuentes de información, el discernimiento cristiano y el conocimiento social y científico.

No obstante, este deseo de ser objetivo, de no dejarme llevar por sentimientos y vivencias muy personales, no me evita encontrarme con mi propia experiencia de laico, esposo y padre, distinta a la de ustedes, pero experiencia que coincide con las suyas en el sentido de que somos todos cristianas y cristiano, seguidores de Jesús y miembros activos de la Iglesia Católica. Por tanto, voy a seguir en esta primera parte de mi exposición algo del itinerario de mi compromiso evangélico como militante en el campo sociopolítico, no como oferta para darse de alta en esta o aquella organización, sino con el propósito de dar nuevas pistas de actuación que enriquezcan el compromiso de mis oyentes, todas ellas mujeres comprometidas en los distintos campos del apostolado y el compromiso.
1. El mundo obrero: un difícil camino de evangelización. La senda hacia la pobreza.
Es ésta una afirmación nada gratuita, pues basta realizar un análisis somero de la realidad del mundo del trabajo para cerciorarse de las dificultades de diversa índole que padece este importante sector de la población. La propia experiencia de cómo viven familiares, amigos y vecinos es otra fuente de información del modo en que las condiciones de desigualdad y precariedad atenazan a tantas familias de nuestros barrios y ciudades. Hasta el momento y a la espera de la nueva reforma laboral que se prepara, se están eliminando progresivamente puestos de trabajo fijos y con derechos, que están siendo sustituidos por empleos precarios mediante la contratación y la conversión de trabajadores en autónomos a la fuerza bajo contratos mercantiles en vez de laborales, tanto en las empresas privadas como en el sector público. En este último resulta escandaloso el sistema de” bolsas”, al que son sometidos cientos de candidatos, que han de superar pruebas reñidísimas, no tanto por los insulsos conocimientos que se exigen, sino por el desfase en la relación entre los numerosos candidatos que se presentan a los exámenes y el reducido número de plazas que se ofertan. Pero, ni siquiera la superación de la prueba y la toma de posesión en la plaza ganada asegurara definitivamente el puesto de trabajo, ya que terminado el período laboral fijado, el nuevo trabajador puede ir a la calle, viéndose obligado a entrar de nuevo en el carrusel de las pruebas para probar suerte. Todo un proceso de cambio producido por la amenaza del desempleo y el paro laboral, realidades estructurales que se extienden a los sectores de la producción en su totalidad. Los expedientes de regulación de empleo y prejubilaciones dejan en el paro a personas que llevan toda la vida trabajando.
Mientras, los que aún trabajan pueden encontrarse hasta con 17 tipos de contrataciones en precario, contratos “basura, incumplimientos de contratos y convenios, unos horarios que por flexibles resultan demenciales, con jornadas de 9 y 10 horas y traslados por motivos laborales ¿Cómo atender así la familia, descansar o formarse? En medio de esta dinámica de despropósitos, apenas si tienen tiempo los trabajadores y trabajadoras para prepararse en sus tareas laborales, con la consiguiente disminución del rendimiento laboral, la falta de eficacia en el servicio y aumento de la siniestralidad laboral, aunque en el origen de esta lacra se den también otras causas.
Este panorama no se constituye por causalidad, sino que es la suma de un conjunto de nefastas incidencias derivadas de un sistema también nefasto como denominó Pablo VI al sistema capitalista, hoy en su versión neoliberal. Su malignidad no reside sólo en los efectos socioeconómicos que sufren los trabajadores y trabajadoras, sino en su capacidad para desarticular acciones comunes en defensa de derechos por miedo o resignación de los empleados, en la pérdida de valores que supone el individualismo, el consumo desmedido y la competitividad, enemigos declarados de la solidaridad..
No podemos decir para tranquilidad de quienes me escuchan que tales problemas materiales, sociales y morales queden ahí, sujetos en sus consecuencias más o menos inmediatas, porque la precariedad, la temporalidad, el paro, la economía sumergida, las malas condiciones de trabajo, la subcontratación, etc., provocan desestructuración personal y familiar, problemas de alcohol, drogas, prostitución, delincuencia y aislamiento social, entre otros indeseables efectos. Quizás, nos podrá parecer exagerada esta descripción de deficiencias en nuestra sociedad, pero, si es así, ¿a qué responde nuestra inquietud y preocupación cuando en el barrio en que vivimos o visitamos advertimos las señales de deterioro urbano por falta de servicios públicos, infraestructuras, congestión de familias viviendo en espacios limitados y carencia de espacios culturales y de ocio. La mayoría de estos barrios a los que nos referimos son obreros que han perdido su cultura más genuina, el planteamiento de proyectos vecinales concretos, que están adheridos al consumismo, que padecen una acusada falta de habilidades sociales, que sufren o provocan, en ocasiones, la violencia y acusan en sus niños y jóvenes cifras alarmantes de absentismo y retraso escolar. . No es extraño, por tanto, que en los jardines de nuestras poblaciones, en los bancos de las plazas o en las puertas de las entidades bancarias, veamos, cada vez a más mendigos que pasan el día o duermen en tales lugares, como mudas víctimas del egoísmo humano y de un sistema competitivo que arroja a la cuneta al que no es capaz de integrarse en la sociedad. Sin embargo, junto a este panorama de desequilibrio laboral y social, podemos ver a no a muchos metros más allá a grupos de personas que comen opíparamente en un restaurante, se desplazan en automóviles caros o de lujo, celebran por todo lo alto la Primera Comunión de sus chicos, aunque para ello hayan tenido que entramparse hasta las cejas para cubrir el expediente de la celebración. Y estos son el tipo de personas que viven de su salario y van tirando como pueden. Qué decir, por tanto, de esa otra nueva clase económica que se ha instalado en el país, que vive de la especulación inmobiliaria y financiera, de la explotación laboral a nativos e inmigrantes, el tráfico de drogas, la extorsión y la depredación de fondos públicos en ayuntamientos y en otras instituciones públicas. Con esta crítica veraz y contundente, no queremos negar algunas evidencias: 1º) Que hay personas honradas de todo estado y condición, que trabajan en nuestra sociedad con ejemplaridad, pagan puntualmente sus impuestos y cumplen rigurosamente con sus obligaciones ciudadanas. 3º) Que estamos ante un mundo obrero cada vez más fragmentado en subclases y sectores debido a los múltiples problemas que le aquejan y a las divisiones que crea el sistema capitalista 2º) Que este oscuro e incierto “paisaje” dibujado aquí no pretende ocultar los innegables avances económicos, sociales, políticos y culturales de nuestra sociedad democrática

1. La situación de desigualdad que padece la mujer en el trabajo y en la sociedad.
Me ha parecido importante introducir también este problema por el papel que la mujer desempeña en estos momentos en la sociedad como parte muy dinámica de la misma, tanto en el seno de la actividad laboral como en sus reivindicaciones sociales. Así cualquier proyecto social, económico o evangélico que queramos llevar cabo ha de tener muy en cuenta la dignidad y la situación de la mujer en los distintos ámbitos de la vida.
No obstante, esta percepción sobre la importancia de la problemática de la mujer aparece desfigurada por los estereotipos que contra las mujeres provocan discriminación en el acceso laboral y promoción profesional. Los varones siguen ocupando los puestos de responsabilidad en empresas y organismo y cuando una mujer accede a un puesto de dirección ha de demostrar más sus capacidades y actitudes por el hecho de serlo. Suelen tener dificultades para encontrar un empleo si están embrazadas o si son madres de niños pequeños. Entre las más jóvenes las hay que, por haber abandonado pronto la escuela y carecer de una formación adecuada, aceptan sumisas el desempeño de actividades laborales mal remuneradas; otras lo hacen obligadas por sus incipientes cargas familiares como madres solteras separadas o esposas y compañeras de varones en paro, al ser ellas las que propician la única entrada de dinero en el hogar. La situación de estas mujeres del mundo obrero se agrava porque los Estatutos y Leyes laborales no se cumplen en relación con sus derechos. Las empleadas de hogar son víctimas de la economía sumergida y no reciben una pensión en caso de accidentes y enfermedad. Es muy difícil que consigan un subsidio de empleo o pensión de jubilación sin tener que superar determinados obstáculos. Finalmente, a las que se les reconoce el derecho a la jubilación se las retribuye con pensiones de mucha menor cuantía que a sus compañeros varones, tal es el caso de limpiadoras, trabajadoras de mantenimiento y otros servicios.
No menos sensibilizadas están las mujeres a la doble jornada laboral que vienen padeciendo muchas de ellas por tener que compaginar las faenas de la casa, la atención y cuidado de los hijos con las obligaciones en el trabajo. Son víctimas de un sistema productivo que tiene muy poco en cuenta a la familia y de un régimen doméstico que le exige la jornada completa, porque los miembros de la unidad familiar no comparten con sus mujeres tantas obligaciones como se crean día a día en el seno de la vida doméstica, así, por destacar quizás lo más significativo, cada vez más mujeres se encargan de atender a los familiares enfermos y ancianos. Se reproducen de esta manera pautas culturales indeseables que desvaloran el trabajo de la mujer dentro y fuera de casa, que hace creer a numerosos varones que ella está al servicio de sus familiares sin compensación alguna en la colaboración necesaria entre todos para llevar adelante la vida familiar; que le piden resignación y entrega hasta niveles de condicionamiento y desconsideración afectiva inconcebibles, desembocando muchas veces en violencia doméstica o más concretamente en la violencia de género, que tanto hace sufrir a las mujeres y provoca la muerte de tantas mujeres. Cuando se prepara esta ponencia las estadísticas elevan 40 el número de asesinadas a manos de varones. De este dolor y de la muerte tampoco se libran los hijos, acompañantes de sus madres en tan macabro viaje.
Como otras lacras, la pobreza aumenta sin parar entre las mujeres, principalmente en los Países del Sur, pero, en nuestro mundo rico también son significativos los índices de pobreza que les afecta. Tal es su incremento que los sociólogos llaman a este fenómeno la feminización de la pobreza. Sus secuelas, enfermedades físicas y psíquicas, deterioro de la salud reproductiva, inciden negativamente en su rendimiento en la vida familiar y en el trabajo. La falta de reconocimiento de las enfermedades profesionales completan este amargo cuadro, angustiando visiblemente a las trabajadoras.
Como en el apartado anterior, no queremos dejar de reconocer la lucha de las mujeres por su promoción y liberación de trabas en los distintos ámbitos de la vida, el progresivo reconocimiento de su importante papel social y las iniciativas gubernamentales propiciando leyes a favor de sus derechos: valoramos la aprobación en el Parlamento de la recientemente promulgada Ley contra la violencia de género y otros proyectos.
.3. Sin justicia no puede haber paz: breve análisis de los problemas de la violencia y la pobreza.
Podríamos decir que la Paz y la Justicia se besan, mientras que la violencia y la pobreza son la otra cara de la moneda en negativo de nuestra realidad. Desgraciadamente, en muchas partes del mundo se da más este binomio en negativo que el beso fecundo de la paz y la justicia. Lo sorprendente es que en esta zona del mundo que nos ha tocado vivir, ensangrentada por guerras civiles y mundiales no hace mucho, en las décadas de los treinta y los cuarenta, nos hemos acostumbrado vivir con noticias de crueles asesinatos, enfrentamientos armados, actos de genocidio y guerras interminables. En los últimos años hemos visto con toda suerte de detalles en nuestras pantallas de televisión algunas de estas guerras: la primera guerra del Golfo, las de la ex -Yugoslavia, las guerras de Afganistán e Irak, como si fueran verdaderos espectáculos en los que mueren miles de personas inocentes por los terribles efectos de todo tipo de bombas. La guerra de Irak y los atentados del 11-M estuvieron rodeados de disputas políticas, posiblemente sin ir al fondo de los problemas que habían creado estos bárbaros episodios y ante el estupor de los familiares de la víctimas en el caso de los atentados del 11-M y los ciudadanos, hombres y mujeres que salieron a la calle para protestar por una falsa guerra preventiva en su naturaleza y en sus causas, tras la que se vislumbraban los intereses de las naciones ocupantes y el fuerte olor a petróleo que los acompañaban. Me atrevo a decir al hilo de los juicios anteriores, que en estos últimos meses hemos asistido a una ceremonia de confusión, con la que algunos políticos han querido marear la perdiz para valorar como buena una guerra que todavía no ha terminado, que ha dejado al país en peor situación que antes y al área geográfica en que se ubica en un estado de inestabilidad alarmante. Creo que no debo extenderme más en estos pormenores de todos conocidos por las continuas polémicas en los medios de comunicación entre políticos de uno y otro signo, pero sí me gustaría puntualizar tres cosas que necesitamos para ahondar en las causas profundas de las guerras: la primera, que detrás de toda guerra hay un interés económico. La segunda, que las informaciones interesadas y construidas de una guerra, véase, por ejemplo, la guerra de Irak, ocultan noticias sobre otros conflictos que no interesan a EEUU y a otras potencias. De este modo, la mayoría de los conflictos permanecen ordinariamente en el anonimato: Sudán, República Centroafricana, Burundi, Chechenia, los dos Congos, etc. .La tercera es que cuando intervienen en conflicto los países del Norte se suavizan sus actuaciones denominándolas “intervenciones armadas u operaciones de restablecimiento de la paz y el orden. Y nosotros nos lo creemos, imbuidos de los sacrosantos medios de comunicación siempre al servicio de empresas que apoyan determinadas líneas ideológicas casadas con intereses económicos. Quizás, nuestra conclusión debería ser que toda guerra es causa de pobreza y muerte, aunque también puede ser consecuencia del empobrecimiento de sectores importantes de la población mundial, frente al enriquecimiento de un numero limitado de personas independientemente de las opiniones sesgadas con las que ciertos articulistas de opinión pretenden influirnos. Quién podrá negar este juicio sobre la guerra si conoce, por ejemplo, que en la República Democrática del Congo han muerto tres millones de personas a causa de conflictos bélicos, mientras empresas multinacionales extraen recursos minerales, sin que la opinión mundial se entere porque es una guerra que no interesa.
Antes nos hemos referido también a la pobreza, otro gravísimo problema de la Humanidad, que afecta no sólo a los Tercer Mundo Países del Sur o, sino también a los países desarrollados y que denominamos Cuarto Mundo. A este último nos hemos referido al tratar los problemas del paro, el empobrecimiento y la exclusión social. En los Países del Sur el fenómeno de la pobreza toma cada día que pasa dimensiones más alarmantes tal como en su momento denunció la Plataforma “Pobreza Cero, cinco años después de que 189 jefes de Estado firmaran la Declaración del Milenio, en el marco de la Asamblea General de las Naciones Unidas, como punto de partida de l compromiso para erradicar en el plazo de 15 años la pobreza en el mundo. Transcurrido pues un periodo de seis años en el momento en que se escriben estas líneas, las cosas siguen igual: ochocientos millones de personas no tienen acceso a la cantidad mínima de alimentos, porque cien mil millones no puede disponer ni siquiera de un euro al día. En el mundo hay cincuenta millones de personas que se encuentran enfermos de sida, sin que la mayoría reciba tratamiento alguno ni atención médica.. Si no lo evitamos, podrían morir 10 millones de niños menores de cinco años. Siete de cada diez mujeres son pobres. En definitiva, vivimos en un mundo donde la riqueza está mal repartida, porque el 10 de la población detenta el 70% de la riqueza.¿ Y cómo atajar este enorme problema en el que se ven inmersos las dos terceras partes de la humanidad, unos 1.200 millones de personas? Un paso eficaz y conveniente sería condonar la deuda a los países pobres como demanda la campaña “Sin duda, sin deuda”, promovida por Cáritas, Justicia y Paz, Manos Unidas, CONFER, que ya organizaron una campaña anterior, más 43 ONGD católicas aglutinadas en la entidad REDES y en coordinación con la campaña “Pobreza Cero”promovida por la CONGDE pues, en el tiempo transcurrido desde que establecieron los Objetivos del Milenio más de 70 países empobrecidos y de renta media no pueden invertir lo preciso en las necesidades básicas de la población, porque han de destinar entre el 15% y el 40% de su presupuesto anual para pagar la deuda externa. Ésta deuda va seguir creciendo con el consiguiente empobrecimiento de los países deudores y el aumento del número de dificultades para el cumplimiento de los Objetivos del Milenio Como ejemplo de lo afirmado anteriormente podemos poner el del año 2000, en el que la deuda externa ascendía mundialmente a 80 mil millones de dólares. Un año después, el dinero que afluyó a los países adeudados desde los países empobrecidos para pagar la deuda fue de 382.000 millones de dólares. Por tanto, cancelar estas deudas es un compromiso de justicia si queremos acabar con la pobreza.
Para no extenderme más, querría sólo mencionar otros dos problemas muy correlacionados con la pobreza y el despilfarro del sistema de producción de nuestro mundo: La inmigración y el deterioro del medio ambiente, que sólo relaciono para recordarlos en una exposición más detallada si hay tiempo.
CAUSAS DE ESTAS SITUACIONES PROBLEMÁTICAS:
1. El neoliberalismo económico que tiene como motor de la historia al egoísmo como actitud y la máxima rentabilidad como objetivo económico.
2. El incumplimiento de su función social por parte de las empresas.
3. La presión patronal, la contratación arbitraria la aceptación de condiciones laborales precarias por parte de los trabajadores y trabajadoras.
4. La nuevas tecnologías y las reconversiones industriales que ha arrojado al paro a millones de trabajadores.
5. La subcontratación y la privatización.
6. La pobreza: el paro, la precariedad laboral, la economía sumergida, la desestructuración personal, social y familiar, etc.
7. La escasa valoración del trabajo de la mujer.
8. El relegar a la mujer dentro del sistema capitalista a funciones meramente reproductivas y de atención a personas.
9. El armamentismo y su compraventa como negocio.
10. La falta de un espacio para el comercio justo
11. La globalización de la producción.
12. La pérdida de valores.

JUICIO CRISTIANO: Vamos a realizar nuestro discernimiento cristiano en relación con los problemas descritos anteriormente, basándonos en pasajes de la Biblia y en la Doctrina Social de la Iglesia. Veamos algunos:
A)
“No ofenderá a los pobres: “No explotarás al jornalero humilde y pobre.
Los emigrantes, Le darás cada día su salario...
Los extranjeros, No torcerás el derecho del extranjero
Los huérfanos (Dt24,14-18)
Y las viudas” (Ex 22,20-23) .
El pueblo de Israel oye las recomendaciones de su Dios que le pide repetidamente solidaridad con los pobres y los débiles, sólo de esta forma podrán construir una sociedad en igualdad y justicia.

También los profetas, portavoces de Dios pregonan a los cuatro vientos sus mandatos para con su pueblo, a fin de que puedan reinar la preferencia por los pobres y la práctica de la justicia.

“Practicad el derecho y la justicia,
librad al oprimido de manos del opresor,
y al forastero, al huérfano
y a la viuda no atropelléis” (Jer 22,3)

Si se colabora en el cumplimiento de las preferencias de Dios para con los humildes, se espera un mundo de paz y justicia

“Forjarán de sus espadas azadones
y de sus lanzas podaderas.
No levantará espada nación contra nación(Is 2,4)

(Los obreros)..edificarán casas y las habitarán
plantarán viñas y comerán sus frutos”( Is 65,21)

Jesús anuncia el Reino de Dios como centro de su predicación. No es algo lejano que está por venir, sino que ha irrumpido ya en la historia humana, Es un Reino de paz, justicia y esperanza, abierto a los pobres y a los problemas de la sociedad de su tiempo.

Esta es su carta de presentación:
“Para anunciar la buena nueva
del Reino de Dios
he sido enviado (Lc 4,43)

“ Para abrir los ojos a los ciegos,
liberar a los oprimidos y
decir a los pobres que Dios les ama(Lc 4,18-19)

Se solidariza con los marginados:
-los niños (Mc 10,13-16)
-las prostitutas ( Lc 7,37-38)
-los extranjeros y los de otra cultura (Lc 10, 30-37)
-los pecadores públicos (Lc 19,1-10)
los enfermos (Lc 13,10-13)

. Además, Jesús comparte (Mc 8,1-9) y quita valor a las riquezas (Lc 18,18-23)

B) Doctrina Social de la Iglesia:
“La acción a favor de la justicia y la participación en la transformación del mundo se nos presenta claramente como una dimensión constitutiva de la predicación del evangelio, es decir, de la misión de la Iglesia para la redención del género humano y la liberación de toda situación opresiva” (Justicia en el Mundo, intr.f)

“La lucha por el bien y el mal, el avance o retroceso de los planes de Dios, que siempre van unidos al desarrollo o la destrucción de la humanidad, no se juegan sólo en el corazón del hombre o en los ámbitos más reducidos de la vida personal, familiar e interpersonal. Las fuerzas del bien y del mal actúan también en la vida social y pública, por medio de nuestras actuaciones sociales y de las mismas instituciones, favoreciendo o dificultando la paz, el crecimiento y la felicidad de los hombres. (Cristianos en la Vida Pública,57)

“Impera en nuestra sociedad un juicio negativo contra toda actividad pública y aún contra quienes a ella se dedican. Nosotros queremos subrayar aquí la nobleza y dignidad moral del compromiso social y político...” (Cristianos en la Vida Pública,63).

Conviene meditar estos textos de la Doctrina Social de la Iglesia y consultar algunos de las citas bíblicas que se proponen, siempre con espíritu de oración y conversión, y contestar luego a las siguientes preguntas, como itinerario para hacer un juicio cristiano de las situaciones descritas anteriormente por el ponente.

C) C.1) ¿ De las situaciones negativas descritas, cuál o cuáles le llama(n) más la atención?. Ponlas por escrito.
C.2. ¿Qué juicio humano y social hace de las situaciones negativas que has citado en la pregunta anterior?
C.3.- A la luz de los textos bíblicos, de los de la Doctrina Social de la Iglesia leídos más arriba, y del comportamiento de Jesús para con su prójimo, ¿qué juicio cristiano haría de las situaciones que ha destacado?
C.4) ¿Qué actitudes y comportamientos deberíamos potenciar para salir al paso de estas situaciones(las elegidas por usted anteriormente) ¿Cómo le implica a usted esta reflexión? ¿Cree que en su compromiso evangelizador da cabida a la dimensión social de la fe?
C.4.¿Cree que la actuación social, pública o política de los cristianos constituye un deber derivado de su fe en Jesucristo y del amor que se ha de profesar a los hermanos?
C.5.- ¿Conoce la Doctrina Social de la Iglesia? Si es así, ¿la considera un medio útil para aportarnos principios y criterios de actuación en la tarea de liberación y evangelización de nuestra sociedad?

ACTUAR:: Si “evangelizar es actuar” tal como dicen nuestros Obispos, no puede faltar en una revisión de nuestras vidas un actuar que complete el ver de la exposición y el juzgar a la luz del conocimiento humano y de las fuentes evangélicas y eclesiales. El actuar nos compromete personalmente como reto para cambiar las actitudes y comportamientos e influir con criterios evangélicos en la familia, en los ambientes y en las instituciones, de las que somos miembros o sujetos activos., revisando y oponiéndonos a todo aquello que por injusto atente contra la dignidad de las personas.

ACTUAR-1. ¿A qué me comprometo o nos comprometemos para intentar cambiar alguna de estas realidades negativas expuestas? Posiblemente, se esté trabajando en ello y lo que se necesita es cambiar o .potenciar algo.

ACTUAR-2.-(ambiental) ¿ Qué puedo o podemos hacer en nuestro trabajo, hermanas en la fe, grupo de acción, etc.,(Se elige uno de estos lugares) para potenciar la dimensión social dela fe o para que haya una mayor preocupación por alguna de estas situaciones sociales negativas( paro ,precariedad, pobreza, situación de la mujer, inmigrantes, etc.( Se elige una).

ACTUAR-3 (institucional) ¿Qué puedo hacer/ podemos hacer en la Iglesia diocesana, la Congregación, la Parroquia, el compromiso social... para que se desarrolle la preocupación por algunos de estos problemas mediante( el debate, la denuncia profética o los planes de actuación de la institución a la que pertenezco o pertenecemos?

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