ESTÁN JUGANDO CON FUEGO
Las
detenciones de activistas del SAT por llevarse alimentos sin pagar de
dos supermercados y tomar simbólicamente oficinas de entidades bancarias
contrasta vivamente con la benevolencia de las autoridades políticas y
judiciales para con banqueros y consejeros de cajas acusados de una mala
administración, apropiación indebida de fondos y negligencia de en el
control obligado del dinero de sus entidades bancarias.
Si
bien es verdad que las acciones jornaleras no son consideradas legales,
antes de emitir un juicio de condena social de las mismas, hay que
entenderlas en el contexto de la extrema necesidad de muchas personas en
los pueblos de Andalucía y en el clima de arbitrariedad financiera en
que vive España.
Hace
unos días el economista español Juan Torres publicaba en su blog un
estudio comparativo sobre el número de carros que los bancos habrían
robado, así como las compañías eléctricas a base de ganancias poco
claras, acumuladas a costa de los consumidores, más el fraude fiscal;
incluso elevando orientativamente a trescientos euros el valor del
contenido de cada carro tomado por los jornaleros, el cálculo da el
sorprendente resultado de doscientos trece millones de carros.
A
pesar de todo, parece que a nuestras autoridades y la gente bien
pensante de este país les escandaliza más la actuación de los jornaleros
que el hecho de que los directivos de determinados bancos y
corporaciones se lleven el dinero a manos llenas y que salgan
impunemente millones de euros con destino a los paraísos fiscales.
Estas
criminales actuaciones forman parte de un sistema cuya finalidad no es
otra que el lucro. A fin de cuenta lo que han hecho los delincuentes de
cuello blanco es aumentar su patrimonio, en calidad de fieles seguidores
del sistema neoliberal capitalista al que aman y del que se benefician.
Por
su parte, los jornaleros del SAT, que se ubican fuera de tal estado de
cosas, han utilizado los productos expropiados -como ellos dicen- no en
provecho propio sino para ayudar a la gente que lo está pasando muy mal a
consecuencia de una crisis provocada por la voracidad de financieros y
especuladores.
Con
su política económica, el Gobierno no puede seguir exprimiendo a la
mayor parte de la población y, especialmente, a los más pobres, con la
falsa esperanza de acabar con una deuda interminable, a la vez que
bonifica a los defraudadores que ponen su botín a buen recaudo en bancos
extranjeros.
Ante
este panorama, pensamos que se está jugando con fuego y la mecha no la
han puesto precisamente los expropiadores de carros a cincuenta euros,
valor real de la mercancía.
Francisco González Álvarez,
equipos de Cádiz. HOAC
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